En este blog se presentan temas de física y de historia. También se abordan asuntos universitarios, particularmente los relativos a la Universidad de Sonora. Somos Arnulfo y Miguel Castellanos Moreno.
martes, 1 de abril de 2008
DOS UNIVERSIDADES CALLADAS ANTE EL PROBLEMA DEL PETRÓLEO MEXICANO
La Sombra de la UAM sobre la UNISON
(las consecuencias del autoritarismo)
A manera de presentación
Carlos Fernández-Vega, en su columna “México SA”, publicada en el Diario La Jornada este martes 1 de abril de 2008, relata la forma en que el gobierno federal ha ido secando lo que el llama “el brazo tecnológico de PEMEX”: el Instituto Mexicano del Petróleo. Explica cómo se le ha ido regateando el presupuesto en aras de favorecer al extranjero, lo cual es parte de la causa de la situación actual en cuanto a tecnología petrolera se refiere.
Dada la situación de huelga de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), que cumple dos meses paralizada, y su paralelismo con la Universidad de Sonora (UNISON), quiero agregar algunos datos y consideraciones para demostrar que tampoco las universidades públicas tienen nada que aportar en este momento.
Tampoco se ha escuchado una sola palabra de las siguientes sociedades científicas:
La Sociedad Mexicana de Física,
La Sociedad Química de México,
La Asociación de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México,
La Asociación Mexicana de Geólogos Petroleros Sociedad Geológica Mexicana.
Todas guardan silencio como si el tema no fuera de su competencia. Dos instituciones que tampoco tienen nada que decir, son la UAM y la UNISON. Las razones en ambos casos son las mismas, como veremos enseguida.
Los males de la UNISON tienen parte de su cuna en la UAM, no solamente por su ley orgánica, que fue copiada en 1991 para imponerla aquí en 1991. También porque allí aparecieron primero varias de las políticas lesivas al desarrollo académico que despúes se implantaron en la UNISON. Éstas fueron impulsadas por Rectores con poca o nula idea de la docencia y la investigación, y también por otros que creían tener tanta que absolutamente todos los universitarios mexicanos debíamos operar en los términos indicados por ellos. Varios de estos rectores pasaron después al gobierno federal para seguir cobrando sueldos de la alta burocracia, donde siguieron impulsando las mismas ideas en las que ellos creían.
El lema de la UAM es: “Casa Abierta al Tiempo”, y éste, en su devenir, le ha traído una realidad que la reprueba. Es la misma que para toda la educación universitaria mexicana. Evidenciada ahora con el problema del petróleo, creado por los últimos gobiernos federales.
Ante la amenaza de transferir parte de la renta petrolera a empresas extranjeras, se afirma que en México no hay ciencia ni tecnología adecuada para la magnitud de los retos que enfrenta Petróleos Mexicanos. Ante esa carencia de ciencia y de tecnología ligada a la petroquímica y al proceso de desarrollo en prospección, extracción y refinación de petróleo, aparece un indicador irrefutable que nos dice cuán equivocados estaban los planeadores y los rectores de la educación superior, empezando por la UAM.
A 34 años de su creación, para ser dirigida por un sistema autoritario de burócratas, ahora resulta que ni la UAM, ni ninguna otra de las universidades públicas tenemos capacidad de respuesta.
Se ha tratado de una práctica autoritaria en la que se hace lo que el Rector General decide qué se hace. Una práctica que ha dado una ausencia de rumbo que desemboca en hechos que demuestran que las políticas seguidas por estos hombres autoritarios tienen prácticamente destruida cualquier política académica de alcance nacional.
Una aclaración pertinente
Antes de continuar deseo hacer una aclaración. La que sigue es una investigación basada en documentos oficiales que han sido publicados por la UAM, pero las referencias han sido intencionalmente omitidas. Esto se debe a que esta clase de trabajos, que abonan sobre la historia de las universidades, están siendo plagiados con la venia, y hasta con la promoción, de las autoridades universitarias.
La creación de la UAM.
El 29 de mayo de 1973 se anunció en la prensa de la Ciudad de México la creación de la que sería la Universidad Autónoma Metropolitana. El pretexto fue el sobrecupo de la Universidad Nacional Autómoma de México (UNAM), lo cual llevó al entonces Presidente de la República, Luis Echeverría A., a presentar ante el Senado de la República la iniciativa para crear la UAM el 12 de octubre de 1973. Una vez aprobada por el Senado vino rápidamente la aprobación de la Cámara de Diputados, dando como resultado que el 17 de diciembre de 1973 se publicara en el Diario Oficial de la Federación la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma Metropolitana, para que entrara en en vigor a partir del primero de enero de 1974.
Entre las frases hechas de la época, se dijo en el Senado que se buscaba “el fomento de la cultura de raigambre nacionalista y la consolidación de nuestra independencia científica y cultural”
Durante su comparecencia ante el Senado, el Secretario de Educación Pública, Ing. Víctor Bravo Ahúja, afirmó que “De nuestro sistema de vida democrática surge la necesidad de que las instituciones de cultura sean libres..."
La realidad era que mientras los estudiantes universitarios gritaban en las calles que exigían la autonomía universitaria y la democratización de las decisiones al interior de las universidades públicas, la Ley Orgánica de la UAM establecía un sistema cerrado, de mínima participación de los universitarios y máximo poder de las autoridades de la misma. El sistema lo conocemos muy bien en la UNISON, porque es el que nos impusieron en 1991.
La creación de la UAM fue un mensaje múltiple. Apenas en junio de 1971 se había impuesto una nueva ley en la Universidad Autónoma de Nuevo León, y ante la protesta de los estudiantes en la Ciudad de México el 10 de junio de ese año, el gobierno de Luis Echeverría aplicó la bien documentada matanza del Jueves de Corpus.
El mismo año de 1973, en Sonora, el Congreso del Estado había aprobado la Ley Orgánica 103, que rechazaba el interés del movimiento estudiantil, para luego proceder a reprimirlo por medios documentados en libro de Miguel Castellanos Moreno: Historia de la Universidad de Sonora (una época de crisis) Tomo III.
La UAM fue diseñada con campus universitarios pequeños, comparados con la ciudad universitaria de la UNAM; dispersos en tres regiones de la Ciudad de México y muy separados entre si; con un sistema departamental que destruía el concepto de grupo por año lectivo o por semestre. Y para garantizar la imposibilidad de que los estudiantes se conocieran lo suficiente como para intercambiar ideas políticas, se pasó del sistema de semestres a uno de trimestres, con cursos apresurados y tareas de entrega rápida, a fin de establecer el mensaje de la premura del tiempo y la inconveniencia de gastárselo en asambleas y manifestaciones estudiantiles. Para completar el cuadro, se agregó la obligación de cobrar cuotas a los estudiantes, para que se asemejara al sistema de universidades estadounidenses.
Los Rectores Generales.
El primer Rector General fue Pedro Ramírez Vázquez, pero en octubre de 1975, El Dr. Juan Casillas García de León, quien era Rector de la Unidad Acapotzalco, fue designado Rector General porque el primero fue invitado al PRI como Secretario de Prensa y Propaganda. De acuerdo a la Ley Orgánica, que no admite reelección, Casillas llegó hasta 1979.
En el rectorado de Casillas se crea el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), como respuesta a un sindicato de apariencia blanca, que se llamaba Consejo Sindical de la Universidad Autónoma Metropolitana (COSUAM) y que se consideraba muy ligado a la rectoría general en turno.
El SITUAM se extrena con una huelga de más de 30 días exigiendo en 1976 la firma de un Contrato Colectivo de Trabajo. Como se describe en el libro de Miguel Castellanos Moreno: Historia de la Universidad de Sonora (el STAUS y el desarrollo académico), eran momentos en que el Gobierno trataba de meter a los universitarios al Apartado B del Artículo 123 Constitucional, como si fueran burócratas; o en su defecto, a un nuevo apartado que se llamaría Apartado C del Artículo 123 de la Constitución. Los universitarios de la UAM no lograron que se les firmara un contrato, sino unas condiciones generales de trabajo.
Dos años después, en 1978, los profesores del Colegio de Bachilleres de Sonora intentaríamos seguir el mismo camino, buscando la firma de un Contrato Colectivo con el Sindicato de Personal Académico del Colegio de Bachilleres de Sonora (SPACBS), pero nuestro intento habría de culminar en la derrota.
A partir de 1979 se designa como Rector General al filósofo Fernando Salmerón, quien renuncia en 1981 como consecuencia de un conflicto que se comentará enseguida.
En diciembre de 1981 llega a Rector Sergio Reyes Luján y ejerce el cargo hasta 1984. Este fue un personaje fugado del trabajo de docencia y de investigación en Física, quien abandonó la ciencia sin desarrollar su tesis doctoral, como se infiere del currículum que entregó para acompañar su colaboración a las publicaciones oficiales durante el festejo del XV Aniversario de la UAM.
Para esa fecha la inclusión de los trabajadores universitarios en la Ley Federal del Trabajo ya era un hecho y las condiciones generales de trabajo pasaban a ser un Contrato Colectivo. Una de las principales acciones de Reyes Luján fue retirarle al SITUAM lo que a su juicio eran cláusulas del contrato que el consideraba “académicas”, y por lo tanto no pactables con el sindicato. La Junta de Conciliación y Arbitraje le dió la razón, pero el sindicato se amparó ante la Suprema Corte de Justicia dejando la situación legal en un vacío jurídico creado por el Rector General Sergio Reyes Luján, que enfrentaba al mismo Colegio Académico de la UAM, órgano que se negaba a tomar acuerdos que suplantaban las cláusulas firmadas previamente con el SITUAM. El asunto se resolvió por la fuerza y en febrero de 1982 Reyes Luján logró que el SITUAM firmara un contrato en el que ya no estaba presente su participación en los mecanismos de ingreso, promoción y permanencia de la UAM.
De hecho, Reyes Luján se convirtió en un permanente promotor de esta idea en todo México, participando con ese discurso en cualquier parte en que sesionara la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Su respaldo principal era el Secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles, de mano pesada en los asuntos universitarios. En las huelgas de 1983 y 1985, Reyes Luján actuó con la máxima dureza en contra de las posiciones sindicales y se jactó siempre de que el SITUAM había regresado al trabajo, en ambas ocasiones, sin obtener el aumento pedido y sin lograr el pago completo de salarios caídos.
Reyes Luján fue el responsable de los incrementos inusitados a los sueldos del personal de confianza, de multiplicar por dos las cuotas de los alumnos y de dejarlas indexadas al aumento de los salarios mínimos.
Estas tres enseñanzas fueron seguidas en la UNISON por Jorge Luis Ibarra Mendívil y mantenidas por Pedro Ortega Romero.
Reyes Luján no tenía ideas académicas para dirigir a la UAM, como lo reconocería implícitamente en 1990 al afirmar que, al trabajar para el gobierno federal (después de ser Rector General) había logrado “percibir con mucha mayor claridad cómo puede vincularse la universidad con los sectores público, privado y social...”, más adelante, admitiría que su concepto de Rector General era tal que el cargo “no tiene una orientación académica.”
Esa ausencia de ideas para la orientación académica de la UAM no le impidió insertarse en otra clase de asuntos. En 1993 era Presidente del Instituto Nacional de Ecología, bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. En el año 2005, durante la presidencia de Vicente Fox, era Secretario Técnico del Consejo Consultivo de Cambio Climático en el que participaban científicos, académicos, investigadores, empresarios y ONG-s, todo bajo el auspicio del Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ing. José Luis Luege Tamargo.
Los mismos caminos serían intentados después por ex rectores de la UNISON. La muestra la tenemos, hasta ahora con mucho menos éxito, en Jorge Luis Ibarra Mendívil.
El siguiente Rector General fue el Ing. Oscar González Cuevas, quien fungió de 1985 a 1989. Tampoco presentó un currículum de contenido académico significativo, aunque en la actualización de su currículum señalaba haber obtenido el grado de doctor. De nueva cuenta encontramos la costumbre manifiesta de abandonar el trabajo académico para dirigirse a la burocracia universitaria. Nombrado en diciembre de 1985, una de sus primeras acciones, de común acuerdo con Reyes Luján, fue no recontratar al personal que tenía nombramiento por tiempo determinado, con el pretexto de que no había presupuesto. No lo había para mantener la nómina, pero si para conservar los altos sueldos de los funcionarios de la UAM.
Es durante su gestión (en 1987) que se introduce en la UAM un Reglamento de Becas que le permite a los profesores realizar postgrados sin ver reducido su salario, ya de por si golpeado por la inflación, como reconoce el mismo Gonzáles Cuevas en la relatoría de su gestión. Esta “idea renovadora” del Rector General era en la Universidad de Sonora una prestación contractual desde 1985, firmada por el Comité Ejecutivo en el que yo participé, como se relata en el libro de Miguel Castellanos Moreno sobre la historia del STAUS, citado párrafos más arriba.
González Cuevas introduce el sistema de apoyos al desempeño académico llamado Estímulo a la Docencia y la Investigación, que es copiado aquí años después y que tiene como objetivo mantener una parte de los ingresos de los profesores condicionado y al margen del sueldo. Al tratarse de montos que fija el Rector, se trata de una percepción salarial que no es tratada bilateralmente, lo cual constituye una violación a la Ley Federal del Trabajo admitida por los profesores debido a sus necesidades.
Gonzáles Cuevas es también el responsable de inaugurar el concepto de venta del patrimonio universitario, pues ocurrió que, durante su gestión, fue invadido por campesinos un rancho que era propiedad de la UAM en el Estado de Tlaxcala, una vez generado y escalado el conflicto, el gobierno de esa entidad ofreció comprarle a la UAM el terreno, a lo cual González Cuevas accedió para librarse del problema que había generado la mala aplicación académica de terrenos pertenecientes a la Universidad.
El tema de los terrenos de la UNISON en Puerto Peñasco tiene aquí a su antecedente directo. Lo mismo ocurre con la pérdida de terrenos del campus universitario detrás del aparente campo deportivo situado frente a la calle Reforma en Hermosillo Sonora, donde más de dos hectáreas fueron comercializadas por el Gobierno del Estado durante el sexenio de Manlio Fabio Beltrones.
Sin embargo, a pesar de que González Cuevas, igual que el anterior, no fue capaz de mostrar ideas académicas en su paso por la UAM, hay que reconocerle mejor sentido común que el existente entre las autoridades de la Universidad de Sonora, pues comentando acerca de los cambios en los planes de estudio, escribió que estos son buenos, “previa evaluación”.
La reforma curricular implantada por Pedro Ortega Romero careció desde el principio de las evaluaciones necesarias y de los compromisos cuantitativos que debería haber contraído al introducir los cambios.
En términos académicos, González Cuevas siguió mejor camino que su antecesor, o le gustaba el trabajo para el cual realmente había estudiado, o no le dieron oportunidad de incrustarse en la alta burocracia federal. Escribió un libro sobre Análisis Estructural, editado por LIMUSA y fungió como presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural. En su beneficio, cabe decir que no era esta su primera obra profesional.
El siguiente Rector fue el Dr. Gustavo Chapela Castañares, desde 1989 hasta 1993. El introduce en sus declaraciones e informes el concepto de “misión de la universidad”, tomado de las palabras cotidianas de las instituciones de educación superior privadas y que ya han sido copiadas en la Universidad de Sonora.
Cuando dejó de ser Rector, Chapela Castañares no se fue al trabajo de su formación académica real, fungió como director general del Instituto Mexicano del Petróleo del 16 de enero de 1997 a mayo de 2005. Fue director adjunto de investigación científica y secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt, del primero de junio de 1995 al 15 de enero de 1997. En el intermedio se había dado tiempo para ser integrante del Patronato de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y miembro de la Junta de Gobierno de la misma.
Chapela Castañares fue nombrado director del CONACYT en el año 2005, durante la presidencia de Vicente Fox. Fue el ejecutor de una de las muchas acciones reprobables de ese gobierno panista. Se anunció con bombo y platillo que el gobierno federal apoyaría a las empresas que invirtieran en investigación científica. Lo que no explicaron al público fue que dicho apoyo consistía en eliminar el cobro de impuestos a una lista de grandes empresas cuyo respaldo a la investigación era desde inexistente hasta francamente dudoso. Eso no significó una disminución en los ingresos del gobierno federal, pues lo que éste hizo fue retirar del presupuesto del CONACYT el equivalente de esos impuestos no cobrados a los grandes empresarios.
Cabe preguntarse si hay algún legado de Chapela Castañares después de su paso por el IMP. No hay noticia de una huella favorable para los tiempos actuales en cuanto a investigación sobre el tema del petróleo, pues si atendemos las declaraciones oficiales del Gobierno de Felipe Calderón, que pretenden entregar parte de la renta petrolera a extranjeros, no hay resultados favorables sembrados por este ex Rector de la UAM, pues parte del discurso de Calderón es reconocer que México no tiene los conocimientos, ni la tecnología, para realizar la búsqueda de yacimientos petroleros en aguas profundas.
A Chapela Castañares le siguió el Dr. Julio Rubio Oca, de 1993 a 1997. El se dedicó a profundizar en las mismas ideas de sus antecesores, amplió el Programa de Becas para estudios de postgrado, creó el sistema de apoyo complementario a dicho programa de becas y fomentó el programa de profesores visitantes e intercambio académico.
Mientras el impulsaba esa política a nivel nacional, en la UNISON ésta era parcialmente desmantelada por Jorge Luis Ibarra Mendívil, con la venia de las dirigencias del STAUS. Para comprobar esta afirmación basta revisar los contenidos de las cláusulas de becas en los contratos colectivos que se han venido firmando desde 1991 hasta la fecha y contrastar con la redacción que nosotros dejamos en 1987. Esas redacciones juegan un papel muy importante en ese clausulado.
Cuando dejó de ser Rector de la UAM, Rubio Oca, fungió como Secretario General Ejecutivo de la ANUIES y posteriormente se desempeñó como Subsecretario de Educación Superior de la SEP, durante la presidencia de Vicente Fox. Desde ambos puestos aplicó los métodos que habían sido recomendados por los expertos de la OCDE que fueron invitados por Manuel Bartlett en 1991 para que diagnosticaran la educación superior de México e hicieran recomendaciones. Estos hicieron saber al gobierno mexicano que la autonomía universitaria no tenía sentido, y que si las universidades públicas vivían del presupuesto federal, entonce éstas debían obedecer a las políticas dictadas por el gobierno. A partir de entonces se inició el procedimiento de recorte de los presupuestos operativos de las universidades, para incrementar varios sistemas de apoyo que deben solicitarse explícitamente y ejercerse exactamente en los términos indicados en convenios específicos, auditables por el gobierno federal. Eso es lo que significan siglas como: PROADU, PROMEP, PIFI, entre otros sistemas de apoyos que, sumados a los presupuestos operativos, y aplicada la regla de tres necesaria para eliminar la inflación, nos dan, cuando mucho, el mismo presupuesto que tenían las universidades públicas al iniciar el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Después siguió en la Rectoría de la UAM el Dr. José Luis Gázquez Mateos, de 1997 a 2001. En quien encontramos la grandilocuencia declarativa a que nos acostumbró Jorge Luis Ibarra Mendívil. En su cuarto informe, Gázquez Mateos introdujo un apartado que llamó “Balance y Perspectivas”, en el cual destacó lo siguiente: “... contamos con un poderoso modelo de vida académica, nuestra trayectoria nos ha permitido consolidar un proyecto de educación superior que ha conseguido responder satisfactoriamente a las expectativas de nuestro país, conformando, con ello, una alternativa singular dentro de las instituciones de educación superior pública ... ”
¿Algún asomo de autocrítica? No. Ninguno. Todo estaba bien cuando terminó su gestión.
Si todo estaba bien en lo referente a las expectativas de nuestro país, procede preguntar por qué somos incapaces de desarrollar nuestra investigación tecnológica en petroquímica, inspección en la búsqueda de petróleo, recuperación secundaria y terciaria de petróleo en yacimientos en explotación, etcétera.
Ahora las universidades, empezando por la UAM, que desde su alta burocracia ha dado tantos funcionarios federales, no tienen capacidad de respuesta sobre el tema del petróleo. Más aún, no se les ha escuchado a los rectores y ex rectores una sola frase que explique por qué estamos como estamos.
El siguiente Rector General fue el Dr. Luis Mier y Terán Casanueva, de 2001 a 2005. En su cuarto informe, Mier y Terán nos deja una importante lección, misma que debería ser considerada en la Universidad de Sonora. Hablando acerca del ejercicio presupuestal que dejaba, informó: “consideramos pertinente solicitar a la Auditoría Superior de la Federación su intervención para revisar las cuentas de nuestra Institución relativas al 2003.”
Si la ley orgánica de la Universidad de Sonora fue copiada de aquélla, nada debería impedir la intervención de la federación, o del Congreso del Estado de Sonora, para revisar las cuentas de la Universidad de Sonora.
En la actualidad funge como Rector General de la UAM el Dr. José Lema Labadie, de 2005 hasta el 2009. Aparte de enfrentar un fuerte conflicto con el SITUAM, ha admitido en su segundo informe que el 55% de los jóvenes que ingresan a las licenciaturas de la UAM, no la están concluyendo.
Convendría saber cuáles son los números de la UNISON en este aspecto.
El Rector General ha sido capaz de salir a marchar en las calles pidiendo la terminación de la huelga en la UAM, pero guarda silencio, como todos sus antecesores, acerca de la problemática científica y tecnológica de México en momentos en que el gobierno federal se dispone a transferir parte de la renta petrolera a empresas extranjeras.
Este último es un problema que seguramente cree que no le compete. Tampoco le compete a Pedro Ortega Romero, Rector de la Universidad de Sonora.
(las consecuencias del autoritarismo)
A manera de presentación
Carlos Fernández-Vega, en su columna “México SA”, publicada en el Diario La Jornada este martes 1 de abril de 2008, relata la forma en que el gobierno federal ha ido secando lo que el llama “el brazo tecnológico de PEMEX”: el Instituto Mexicano del Petróleo. Explica cómo se le ha ido regateando el presupuesto en aras de favorecer al extranjero, lo cual es parte de la causa de la situación actual en cuanto a tecnología petrolera se refiere.
Dada la situación de huelga de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), que cumple dos meses paralizada, y su paralelismo con la Universidad de Sonora (UNISON), quiero agregar algunos datos y consideraciones para demostrar que tampoco las universidades públicas tienen nada que aportar en este momento.
Tampoco se ha escuchado una sola palabra de las siguientes sociedades científicas:
La Sociedad Mexicana de Física,
La Sociedad Química de México,
La Asociación de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México,
La Asociación Mexicana de Geólogos Petroleros Sociedad Geológica Mexicana.
Todas guardan silencio como si el tema no fuera de su competencia. Dos instituciones que tampoco tienen nada que decir, son la UAM y la UNISON. Las razones en ambos casos son las mismas, como veremos enseguida.
Los males de la UNISON tienen parte de su cuna en la UAM, no solamente por su ley orgánica, que fue copiada en 1991 para imponerla aquí en 1991. También porque allí aparecieron primero varias de las políticas lesivas al desarrollo académico que despúes se implantaron en la UNISON. Éstas fueron impulsadas por Rectores con poca o nula idea de la docencia y la investigación, y también por otros que creían tener tanta que absolutamente todos los universitarios mexicanos debíamos operar en los términos indicados por ellos. Varios de estos rectores pasaron después al gobierno federal para seguir cobrando sueldos de la alta burocracia, donde siguieron impulsando las mismas ideas en las que ellos creían.
El lema de la UAM es: “Casa Abierta al Tiempo”, y éste, en su devenir, le ha traído una realidad que la reprueba. Es la misma que para toda la educación universitaria mexicana. Evidenciada ahora con el problema del petróleo, creado por los últimos gobiernos federales.
Ante la amenaza de transferir parte de la renta petrolera a empresas extranjeras, se afirma que en México no hay ciencia ni tecnología adecuada para la magnitud de los retos que enfrenta Petróleos Mexicanos. Ante esa carencia de ciencia y de tecnología ligada a la petroquímica y al proceso de desarrollo en prospección, extracción y refinación de petróleo, aparece un indicador irrefutable que nos dice cuán equivocados estaban los planeadores y los rectores de la educación superior, empezando por la UAM.
A 34 años de su creación, para ser dirigida por un sistema autoritario de burócratas, ahora resulta que ni la UAM, ni ninguna otra de las universidades públicas tenemos capacidad de respuesta.
Se ha tratado de una práctica autoritaria en la que se hace lo que el Rector General decide qué se hace. Una práctica que ha dado una ausencia de rumbo que desemboca en hechos que demuestran que las políticas seguidas por estos hombres autoritarios tienen prácticamente destruida cualquier política académica de alcance nacional.
Una aclaración pertinente
Antes de continuar deseo hacer una aclaración. La que sigue es una investigación basada en documentos oficiales que han sido publicados por la UAM, pero las referencias han sido intencionalmente omitidas. Esto se debe a que esta clase de trabajos, que abonan sobre la historia de las universidades, están siendo plagiados con la venia, y hasta con la promoción, de las autoridades universitarias.
La creación de la UAM.
El 29 de mayo de 1973 se anunció en la prensa de la Ciudad de México la creación de la que sería la Universidad Autónoma Metropolitana. El pretexto fue el sobrecupo de la Universidad Nacional Autómoma de México (UNAM), lo cual llevó al entonces Presidente de la República, Luis Echeverría A., a presentar ante el Senado de la República la iniciativa para crear la UAM el 12 de octubre de 1973. Una vez aprobada por el Senado vino rápidamente la aprobación de la Cámara de Diputados, dando como resultado que el 17 de diciembre de 1973 se publicara en el Diario Oficial de la Federación la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma Metropolitana, para que entrara en en vigor a partir del primero de enero de 1974.
Entre las frases hechas de la época, se dijo en el Senado que se buscaba “el fomento de la cultura de raigambre nacionalista y la consolidación de nuestra independencia científica y cultural”
Durante su comparecencia ante el Senado, el Secretario de Educación Pública, Ing. Víctor Bravo Ahúja, afirmó que “De nuestro sistema de vida democrática surge la necesidad de que las instituciones de cultura sean libres..."
La realidad era que mientras los estudiantes universitarios gritaban en las calles que exigían la autonomía universitaria y la democratización de las decisiones al interior de las universidades públicas, la Ley Orgánica de la UAM establecía un sistema cerrado, de mínima participación de los universitarios y máximo poder de las autoridades de la misma. El sistema lo conocemos muy bien en la UNISON, porque es el que nos impusieron en 1991.
La creación de la UAM fue un mensaje múltiple. Apenas en junio de 1971 se había impuesto una nueva ley en la Universidad Autónoma de Nuevo León, y ante la protesta de los estudiantes en la Ciudad de México el 10 de junio de ese año, el gobierno de Luis Echeverría aplicó la bien documentada matanza del Jueves de Corpus.
El mismo año de 1973, en Sonora, el Congreso del Estado había aprobado la Ley Orgánica 103, que rechazaba el interés del movimiento estudiantil, para luego proceder a reprimirlo por medios documentados en libro de Miguel Castellanos Moreno: Historia de la Universidad de Sonora (una época de crisis) Tomo III.
La UAM fue diseñada con campus universitarios pequeños, comparados con la ciudad universitaria de la UNAM; dispersos en tres regiones de la Ciudad de México y muy separados entre si; con un sistema departamental que destruía el concepto de grupo por año lectivo o por semestre. Y para garantizar la imposibilidad de que los estudiantes se conocieran lo suficiente como para intercambiar ideas políticas, se pasó del sistema de semestres a uno de trimestres, con cursos apresurados y tareas de entrega rápida, a fin de establecer el mensaje de la premura del tiempo y la inconveniencia de gastárselo en asambleas y manifestaciones estudiantiles. Para completar el cuadro, se agregó la obligación de cobrar cuotas a los estudiantes, para que se asemejara al sistema de universidades estadounidenses.
Los Rectores Generales.
El primer Rector General fue Pedro Ramírez Vázquez, pero en octubre de 1975, El Dr. Juan Casillas García de León, quien era Rector de la Unidad Acapotzalco, fue designado Rector General porque el primero fue invitado al PRI como Secretario de Prensa y Propaganda. De acuerdo a la Ley Orgánica, que no admite reelección, Casillas llegó hasta 1979.
En el rectorado de Casillas se crea el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), como respuesta a un sindicato de apariencia blanca, que se llamaba Consejo Sindical de la Universidad Autónoma Metropolitana (COSUAM) y que se consideraba muy ligado a la rectoría general en turno.
El SITUAM se extrena con una huelga de más de 30 días exigiendo en 1976 la firma de un Contrato Colectivo de Trabajo. Como se describe en el libro de Miguel Castellanos Moreno: Historia de la Universidad de Sonora (el STAUS y el desarrollo académico), eran momentos en que el Gobierno trataba de meter a los universitarios al Apartado B del Artículo 123 Constitucional, como si fueran burócratas; o en su defecto, a un nuevo apartado que se llamaría Apartado C del Artículo 123 de la Constitución. Los universitarios de la UAM no lograron que se les firmara un contrato, sino unas condiciones generales de trabajo.
Dos años después, en 1978, los profesores del Colegio de Bachilleres de Sonora intentaríamos seguir el mismo camino, buscando la firma de un Contrato Colectivo con el Sindicato de Personal Académico del Colegio de Bachilleres de Sonora (SPACBS), pero nuestro intento habría de culminar en la derrota.
A partir de 1979 se designa como Rector General al filósofo Fernando Salmerón, quien renuncia en 1981 como consecuencia de un conflicto que se comentará enseguida.
En diciembre de 1981 llega a Rector Sergio Reyes Luján y ejerce el cargo hasta 1984. Este fue un personaje fugado del trabajo de docencia y de investigación en Física, quien abandonó la ciencia sin desarrollar su tesis doctoral, como se infiere del currículum que entregó para acompañar su colaboración a las publicaciones oficiales durante el festejo del XV Aniversario de la UAM.
Para esa fecha la inclusión de los trabajadores universitarios en la Ley Federal del Trabajo ya era un hecho y las condiciones generales de trabajo pasaban a ser un Contrato Colectivo. Una de las principales acciones de Reyes Luján fue retirarle al SITUAM lo que a su juicio eran cláusulas del contrato que el consideraba “académicas”, y por lo tanto no pactables con el sindicato. La Junta de Conciliación y Arbitraje le dió la razón, pero el sindicato se amparó ante la Suprema Corte de Justicia dejando la situación legal en un vacío jurídico creado por el Rector General Sergio Reyes Luján, que enfrentaba al mismo Colegio Académico de la UAM, órgano que se negaba a tomar acuerdos que suplantaban las cláusulas firmadas previamente con el SITUAM. El asunto se resolvió por la fuerza y en febrero de 1982 Reyes Luján logró que el SITUAM firmara un contrato en el que ya no estaba presente su participación en los mecanismos de ingreso, promoción y permanencia de la UAM.
De hecho, Reyes Luján se convirtió en un permanente promotor de esta idea en todo México, participando con ese discurso en cualquier parte en que sesionara la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Su respaldo principal era el Secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles, de mano pesada en los asuntos universitarios. En las huelgas de 1983 y 1985, Reyes Luján actuó con la máxima dureza en contra de las posiciones sindicales y se jactó siempre de que el SITUAM había regresado al trabajo, en ambas ocasiones, sin obtener el aumento pedido y sin lograr el pago completo de salarios caídos.
Reyes Luján fue el responsable de los incrementos inusitados a los sueldos del personal de confianza, de multiplicar por dos las cuotas de los alumnos y de dejarlas indexadas al aumento de los salarios mínimos.
Estas tres enseñanzas fueron seguidas en la UNISON por Jorge Luis Ibarra Mendívil y mantenidas por Pedro Ortega Romero.
Reyes Luján no tenía ideas académicas para dirigir a la UAM, como lo reconocería implícitamente en 1990 al afirmar que, al trabajar para el gobierno federal (después de ser Rector General) había logrado “percibir con mucha mayor claridad cómo puede vincularse la universidad con los sectores público, privado y social...”, más adelante, admitiría que su concepto de Rector General era tal que el cargo “no tiene una orientación académica.”
Esa ausencia de ideas para la orientación académica de la UAM no le impidió insertarse en otra clase de asuntos. En 1993 era Presidente del Instituto Nacional de Ecología, bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. En el año 2005, durante la presidencia de Vicente Fox, era Secretario Técnico del Consejo Consultivo de Cambio Climático en el que participaban científicos, académicos, investigadores, empresarios y ONG-s, todo bajo el auspicio del Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ing. José Luis Luege Tamargo.
Los mismos caminos serían intentados después por ex rectores de la UNISON. La muestra la tenemos, hasta ahora con mucho menos éxito, en Jorge Luis Ibarra Mendívil.
El siguiente Rector General fue el Ing. Oscar González Cuevas, quien fungió de 1985 a 1989. Tampoco presentó un currículum de contenido académico significativo, aunque en la actualización de su currículum señalaba haber obtenido el grado de doctor. De nueva cuenta encontramos la costumbre manifiesta de abandonar el trabajo académico para dirigirse a la burocracia universitaria. Nombrado en diciembre de 1985, una de sus primeras acciones, de común acuerdo con Reyes Luján, fue no recontratar al personal que tenía nombramiento por tiempo determinado, con el pretexto de que no había presupuesto. No lo había para mantener la nómina, pero si para conservar los altos sueldos de los funcionarios de la UAM.
Es durante su gestión (en 1987) que se introduce en la UAM un Reglamento de Becas que le permite a los profesores realizar postgrados sin ver reducido su salario, ya de por si golpeado por la inflación, como reconoce el mismo Gonzáles Cuevas en la relatoría de su gestión. Esta “idea renovadora” del Rector General era en la Universidad de Sonora una prestación contractual desde 1985, firmada por el Comité Ejecutivo en el que yo participé, como se relata en el libro de Miguel Castellanos Moreno sobre la historia del STAUS, citado párrafos más arriba.
González Cuevas introduce el sistema de apoyos al desempeño académico llamado Estímulo a la Docencia y la Investigación, que es copiado aquí años después y que tiene como objetivo mantener una parte de los ingresos de los profesores condicionado y al margen del sueldo. Al tratarse de montos que fija el Rector, se trata de una percepción salarial que no es tratada bilateralmente, lo cual constituye una violación a la Ley Federal del Trabajo admitida por los profesores debido a sus necesidades.
Gonzáles Cuevas es también el responsable de inaugurar el concepto de venta del patrimonio universitario, pues ocurrió que, durante su gestión, fue invadido por campesinos un rancho que era propiedad de la UAM en el Estado de Tlaxcala, una vez generado y escalado el conflicto, el gobierno de esa entidad ofreció comprarle a la UAM el terreno, a lo cual González Cuevas accedió para librarse del problema que había generado la mala aplicación académica de terrenos pertenecientes a la Universidad.
El tema de los terrenos de la UNISON en Puerto Peñasco tiene aquí a su antecedente directo. Lo mismo ocurre con la pérdida de terrenos del campus universitario detrás del aparente campo deportivo situado frente a la calle Reforma en Hermosillo Sonora, donde más de dos hectáreas fueron comercializadas por el Gobierno del Estado durante el sexenio de Manlio Fabio Beltrones.
Sin embargo, a pesar de que González Cuevas, igual que el anterior, no fue capaz de mostrar ideas académicas en su paso por la UAM, hay que reconocerle mejor sentido común que el existente entre las autoridades de la Universidad de Sonora, pues comentando acerca de los cambios en los planes de estudio, escribió que estos son buenos, “previa evaluación”.
La reforma curricular implantada por Pedro Ortega Romero careció desde el principio de las evaluaciones necesarias y de los compromisos cuantitativos que debería haber contraído al introducir los cambios.
En términos académicos, González Cuevas siguió mejor camino que su antecesor, o le gustaba el trabajo para el cual realmente había estudiado, o no le dieron oportunidad de incrustarse en la alta burocracia federal. Escribió un libro sobre Análisis Estructural, editado por LIMUSA y fungió como presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural. En su beneficio, cabe decir que no era esta su primera obra profesional.
El siguiente Rector fue el Dr. Gustavo Chapela Castañares, desde 1989 hasta 1993. El introduce en sus declaraciones e informes el concepto de “misión de la universidad”, tomado de las palabras cotidianas de las instituciones de educación superior privadas y que ya han sido copiadas en la Universidad de Sonora.
Cuando dejó de ser Rector, Chapela Castañares no se fue al trabajo de su formación académica real, fungió como director general del Instituto Mexicano del Petróleo del 16 de enero de 1997 a mayo de 2005. Fue director adjunto de investigación científica y secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt, del primero de junio de 1995 al 15 de enero de 1997. En el intermedio se había dado tiempo para ser integrante del Patronato de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y miembro de la Junta de Gobierno de la misma.
Chapela Castañares fue nombrado director del CONACYT en el año 2005, durante la presidencia de Vicente Fox. Fue el ejecutor de una de las muchas acciones reprobables de ese gobierno panista. Se anunció con bombo y platillo que el gobierno federal apoyaría a las empresas que invirtieran en investigación científica. Lo que no explicaron al público fue que dicho apoyo consistía en eliminar el cobro de impuestos a una lista de grandes empresas cuyo respaldo a la investigación era desde inexistente hasta francamente dudoso. Eso no significó una disminución en los ingresos del gobierno federal, pues lo que éste hizo fue retirar del presupuesto del CONACYT el equivalente de esos impuestos no cobrados a los grandes empresarios.
Cabe preguntarse si hay algún legado de Chapela Castañares después de su paso por el IMP. No hay noticia de una huella favorable para los tiempos actuales en cuanto a investigación sobre el tema del petróleo, pues si atendemos las declaraciones oficiales del Gobierno de Felipe Calderón, que pretenden entregar parte de la renta petrolera a extranjeros, no hay resultados favorables sembrados por este ex Rector de la UAM, pues parte del discurso de Calderón es reconocer que México no tiene los conocimientos, ni la tecnología, para realizar la búsqueda de yacimientos petroleros en aguas profundas.
A Chapela Castañares le siguió el Dr. Julio Rubio Oca, de 1993 a 1997. El se dedicó a profundizar en las mismas ideas de sus antecesores, amplió el Programa de Becas para estudios de postgrado, creó el sistema de apoyo complementario a dicho programa de becas y fomentó el programa de profesores visitantes e intercambio académico.
Mientras el impulsaba esa política a nivel nacional, en la UNISON ésta era parcialmente desmantelada por Jorge Luis Ibarra Mendívil, con la venia de las dirigencias del STAUS. Para comprobar esta afirmación basta revisar los contenidos de las cláusulas de becas en los contratos colectivos que se han venido firmando desde 1991 hasta la fecha y contrastar con la redacción que nosotros dejamos en 1987. Esas redacciones juegan un papel muy importante en ese clausulado.
Cuando dejó de ser Rector de la UAM, Rubio Oca, fungió como Secretario General Ejecutivo de la ANUIES y posteriormente se desempeñó como Subsecretario de Educación Superior de la SEP, durante la presidencia de Vicente Fox. Desde ambos puestos aplicó los métodos que habían sido recomendados por los expertos de la OCDE que fueron invitados por Manuel Bartlett en 1991 para que diagnosticaran la educación superior de México e hicieran recomendaciones. Estos hicieron saber al gobierno mexicano que la autonomía universitaria no tenía sentido, y que si las universidades públicas vivían del presupuesto federal, entonce éstas debían obedecer a las políticas dictadas por el gobierno. A partir de entonces se inició el procedimiento de recorte de los presupuestos operativos de las universidades, para incrementar varios sistemas de apoyo que deben solicitarse explícitamente y ejercerse exactamente en los términos indicados en convenios específicos, auditables por el gobierno federal. Eso es lo que significan siglas como: PROADU, PROMEP, PIFI, entre otros sistemas de apoyos que, sumados a los presupuestos operativos, y aplicada la regla de tres necesaria para eliminar la inflación, nos dan, cuando mucho, el mismo presupuesto que tenían las universidades públicas al iniciar el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Después siguió en la Rectoría de la UAM el Dr. José Luis Gázquez Mateos, de 1997 a 2001. En quien encontramos la grandilocuencia declarativa a que nos acostumbró Jorge Luis Ibarra Mendívil. En su cuarto informe, Gázquez Mateos introdujo un apartado que llamó “Balance y Perspectivas”, en el cual destacó lo siguiente: “... contamos con un poderoso modelo de vida académica, nuestra trayectoria nos ha permitido consolidar un proyecto de educación superior que ha conseguido responder satisfactoriamente a las expectativas de nuestro país, conformando, con ello, una alternativa singular dentro de las instituciones de educación superior pública ... ”
¿Algún asomo de autocrítica? No. Ninguno. Todo estaba bien cuando terminó su gestión.
Si todo estaba bien en lo referente a las expectativas de nuestro país, procede preguntar por qué somos incapaces de desarrollar nuestra investigación tecnológica en petroquímica, inspección en la búsqueda de petróleo, recuperación secundaria y terciaria de petróleo en yacimientos en explotación, etcétera.
Ahora las universidades, empezando por la UAM, que desde su alta burocracia ha dado tantos funcionarios federales, no tienen capacidad de respuesta sobre el tema del petróleo. Más aún, no se les ha escuchado a los rectores y ex rectores una sola frase que explique por qué estamos como estamos.
El siguiente Rector General fue el Dr. Luis Mier y Terán Casanueva, de 2001 a 2005. En su cuarto informe, Mier y Terán nos deja una importante lección, misma que debería ser considerada en la Universidad de Sonora. Hablando acerca del ejercicio presupuestal que dejaba, informó: “consideramos pertinente solicitar a la Auditoría Superior de la Federación su intervención para revisar las cuentas de nuestra Institución relativas al 2003.”
Si la ley orgánica de la Universidad de Sonora fue copiada de aquélla, nada debería impedir la intervención de la federación, o del Congreso del Estado de Sonora, para revisar las cuentas de la Universidad de Sonora.
En la actualidad funge como Rector General de la UAM el Dr. José Lema Labadie, de 2005 hasta el 2009. Aparte de enfrentar un fuerte conflicto con el SITUAM, ha admitido en su segundo informe que el 55% de los jóvenes que ingresan a las licenciaturas de la UAM, no la están concluyendo.
Convendría saber cuáles son los números de la UNISON en este aspecto.
El Rector General ha sido capaz de salir a marchar en las calles pidiendo la terminación de la huelga en la UAM, pero guarda silencio, como todos sus antecesores, acerca de la problemática científica y tecnológica de México en momentos en que el gobierno federal se dispone a transferir parte de la renta petrolera a empresas extranjeras.
Este último es un problema que seguramente cree que no le compete. Tampoco le compete a Pedro Ortega Romero, Rector de la Universidad de Sonora.