El modelo curricular que fue impuesto en la Universidad de Sonora durante la rectoría que fungió desde 2001 hasta 2009 es sumamente defectuoso.
Con la nueva administración el modelo continuará, pues el nuevo Rector estuvo entre los actores principales que impulsaron e impusieron todas las reformas curriculares que fueron tan pomposamente pregonadas como grandes logros en la Universidad de Sonora.
Los defectos del modelo curricular son muchos, por eso abordaré su crítica en partes que sean fácil y rápidamente legibles. En esta ocasión tocaré algunos de los que se desprenden del uso que se le pretende dar a una asignatura tan importante como es la de Ética.
Se dice que el estudio de esta materia es obligatorio porque se pretende “la formación de valores entre los universitarios”.
La primera pregunta que me produce esta afirmación es obvia: ¿de cuáles valores están hablando?
Para Adolfo Sánchez Vázquez “La ética es la teoría o la ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad.”
La ética se encuentra fuertemente vinculada a la filosofía, pero como subproducto del desprecio hacia esta última, que en México ha crecido en los últimos cuarenta años, se pretende desvincular a la ética de la filosofía, hasta el grado de creer que la primera puede ser una generadora automática de valores humanos en quienes la estudian solamente para “pasar (acreditar) una materia obligatoria”.
Siendo una rama del estudio de fenómenos que ocurren en la vida del hombre, ahora pretenden convertirla en una especie de sombrero de un mago que hace saltar conejos (valores) ante un público contemplativo.
Al separar a la ética de la filosofía, se deja de lado la profunda relación que tiene con la epistemología (teoría del conocimiento) de cada pensador. Por ejemplo, para Emmanuel Kant, lo que el sujeto conoce es el producto de su conciencia, y en ese mismo sentido, en el ámbito de los valores morales el sujeto se da a si mismo su propia ley, siendo, por lo tanto, un sujeto activo y creador en el conocimiento y en la moral.
En cambio, para Sigmund Freud, quien afirmaba que existe una zona de la personalidad de la cual el sujeto no tiene conciencia (el inconsciente), resulta que el comportamiento moral del hombre obedece a fuerzas o impulsos que escapan al control de su conciencia, aún cuando se presenten como consciente.
A su vez, para el marxismo, el hombre es productor, transformador, y creador, mediante su trabajo, de la naturaleza exterior, tratando de crear un mundo a la medida de la naturaleza humana. La moral tiene, además, un carácter de clase, y mientras éstas existan, no se darán las condiciones reales para la existencia de una moral universal.
En consecuencia con las observaciones anteriores, ¿de cuáles valores morales están hablando?
Tal vez estarían pensando en la concepción de los sofistas, a quienes atraía un saber político y jurídico tendiente a influir en la vida pública, para lo cual se requeriría maestría en el arte de convencer. Se trataría de la retórica, es decir, de los procedimientos y usos del lenguaje al servicio de propósitos persuasivos.
Pero esa retórica es la que practica el vendedor que pondera las cualidades de un producto que desea vender, aunque sean falsas. Es también la del político prometedor en la campaña y elusivo en el cargo cuando ha sido electo.
La presencia de la ética como asignatura obligatoria y desvinculada de la filosofía hace un daño enorme a la forma en que el estudiante universitario ve a las disciplinas sociales. En lugar de sentirse atraídos por ellas, las ve como requisitos a cumplir porque está forzado a hacerlo y se refiere a ellas como “materias de relleno”.
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