jueves, 1 de septiembre de 2011

Una visita al beisbol del primer mundo

El 6 de agosto de 2011 asistí a ver un partido de béisbol entre los Diamands Back de Phoenix y Los Dodgers de Los Ángeles. Desde hacía muchos años tenía deseos de conocer el ambiente de uno de esos estadios de grandes ligas y ver cómo es la conducta de los asistentes, sus costumbres y la estructura organizativa interna. Algo que jamás podremos apreciar a través de la televisión.
El partido se realizó en la ciudad de Phoenix a las cinco de la tarde de ese día, con un calor ligeramente por arriba de los 40 grados centígrados, aunque dentro del estadio no se sentía esa temperatura tan infame. El espectáculo es muy interesante, pues los organizadores se encargan de entretener a los asistentes, primero con el juego mismo, rápido y sin interrupciones; y después, durante los intermedios para cambio de equipos en el campo, con diversas técnicas en las que se utiliza una pantalla gigante presente en el estadio.
Desafortunadamente se trata de un espectáculo muy caro, fuera del alcance de un profesor de un país tercermundista como México, con gobiernos capaces de maltratar a toda su población, sin que ésta acierte a hacer algo apropiado para corregir su suerte. Como dijo una vez Cantinflas: “¡el mexicano! Si lo friegas, aguanta, y si lo sigues fregando, vuelve a aguantar. Aaaahh, pero si insistes en fregarlo, llega el día en que se cansa. Y entonces, pues ¡sigue aguantando!
El estadio se encuentra justo en el centro de la ciudad de Phoenix, con la Calle Cuatro hacia el oeste, por donde se pone el Sol; la Calle Siete en el Este, por donde sale el Sol; la Calle Jefferson en su parte norte y la vía del ferrocarril por el Sur. De hecho, la Calle Jackson, que corre de este a oeste, se corta en el estadio y continúa del otro lado cientos de metros más adelante. Tan solo el domo del estadio mide de este a oeste 230 metros y casi 200 metros de norte a sur. Con una altura de más de 60 metros. Similar a un edificio de cuando menos 12 pisos, además de la planta baja.
La entrada al estadio se encuentra por el lado oeste y tiene enfrente un estacionamiento de cuando menos seis niveles, muy amplio, y por supuesto, muy caro. Como todo, depende de la hora a la que uno llegue para obtener un buen sitio dónde estacionar su carro. A diferencia de los estacionamientos de varios pisos que he visto en la Ciudad de Guadalajara, donde todas las vueltas son complicadas y las líneas para trazar los cajones para acomodar su carro están muy juntas, en el que yo ví frente al estadio de los Diamond Backs, todas las vueltas son muy amplias y los automóviles pueden ser acomodados sin temor de que el de enseguida te recete un portazo al abrir la puerta de su auto. Si te toca un piso muy arriba, en las esquinas hay elevadores para bajar al nivel de la calle y caminar hasta la puerta del estadio. A nosotros nos tocó en el quinto piso y caminamos un poco más de cien metros para llegar a la entrada.
Antes de entrar se encuentra en el lado norte un área que mide aproximadamente 45 por 60 metros y otra cerca de la entrada del lado oeste de casi 40 por 35 metros. Ambas se ofrecen para hacer un día de campo con la familia y pasar unas horas allí en los días tranquilos. Esa clase de paseos que les llaman picnics. Me consta que el centro de la ciudad es muy apacible en sábados y domingos, pero de su seguridad no tengo la menor idea.
A un lado del área para el esparcimiento familiar más pequeña encontré una parte de las taquillas (donde venden los boletos de entrada). Eran muy numerosas y había mucha gente comprando el suyo a última hora. No los conocí porque los nuestros habían sido adquiridos por Internet y eran unas hojas impresas en las que estaba un código de barras que fue leído con uno de esos lectores que se usan en las tiendas para leer los precios de las mercancías.
Cuando uno entra al estadio se encuentra en un pasillo muy amplio en el que todo está bien señalizado, iluminado y pintado. No hay telarañas, ni recuerdos a la mamá de nadie, ni corazones con declaraciones de amor. Todo luce espléndidamente limpio. Enseguida se aprecia que efectivamente es así, en esta foto en la que aparece un señor con cara de despistado, aunque esté de espaldas, se ve claro que no sabe para dónde va.
A nosotros nos tocó sentarnos en la región 127, cerca del pasillo para evitar que nuestro anfitrión caminara demasiado subiendo y bajando escaleras (por cierto aquí está de espaldas en la foto)
La vista era muy buena, pero lo que más me llamó la atención fue el control de calidad en todos los detalles, no hay asientos rotos, no hay letreros a medio pintar, mucho menos paredes en las que la pintura se está desprendiendo. El pasto está muy bien cuidado, sin una sola región que muestre tendencia a secarse. La región de tierra, donde se corren las bases, donde se pintan las líneas blancas para señalar el borde del campo de juego y señalar los “fouls” están impecablemente cuidados. La loma de pitcheo está, también, en excelentes condiciones. Es la naturaleza de todas las actividades en ese país, donde tienen un concepto de calidad muy arraigado, todo rápido y bien hecho cueste lo que sea, así sea tu trabajo, por el cual no hay el menor respeto pues un día puedes llegar a trabajar y recibir la noticia de que estás despedido. Así de fácil.
La apariencia del pasto no es una casualidad, en el sitio de Internet de los Diamond Backs afirman que el pasto utilizado en los primeros tres años no crecía adecuadamente, pues la especie utilizada, que era de muy buena calidad en los estadios abiertos de Arizona, no se adaptó al interior del estadio. Allí cuentan que después de 1999 empezaron a obtener mejoras visibles y lo relacionan con la disminución en el número de errores de los jugadores. Nosotros teníamos enfrente el sitio de bateo (el home play). A la izquierda de la foto anterior está el norte, de modo que el bateador le da la espalda al sur y los aficionados que compraron boleto justo detrás del home play están en el lado sur del estadio. En la foto siguiente se puede ver a los cuatro árbitros del partido (los umpires) conversando antes de declarar el inicio de las acciones. Arriba de la foto se puede apreciar unos ductos muy grandes, con rejillas por donde sale el aire acondicionado. El estadio tiene clima artificial, por eso afuera estaba a cerca de 40 grados centígrados la ciudad, pero nosotros estábamos muy cómodos viendo el partido de béisbol. Esto da lugar a que el gasto en corriente eléctrica sea muy grande y eso se tiene que reflejar en el costo del boleto de entrada. Según el sitio de Internet de los dueños, su capacidad asciende a 8 mil toneladas y para darnos una idea de a cuánto equivale esta cantidad, basta tener presente que una refrigeración de 4 toneladas puede enfriar una casa de cuatro habitaciones, más una pequeña sala comedor y cocina. Dicho de otra forma, la refrigeración del estadio de los Diamond Backs consume lo mismo que 2 mil casas habitación en la que pueden vivir 10 mil personas.
En otra actividad física distinta: el deporte del atletismo, se hace una diferencia entre las competencias en estadio abierto y en estadio que tiene techo. En primer lugar porque las dimensiones de la pista son distintas, y en segundo porque las condiciones cerradas influyen. En el béisbol de los Estados Unidos no se hace esa diferencia y se brindan circunstancias fijas de velocidad del viento (cero en este caso), temperatura y humedad. Las estadísticas del desempeño de los jugadores es revisada ligeramente en el sitio de Internet de los dueños del estadio de los Diamond Backs, pero se ofrecen explicaciones que no son convincentes pues terminan en simples especulaciones. Como he explicado en otro blog (cuya dirección agrego enseguida), la humedad juega un papel fundamental en el béisbol. http://voxpopulidelaciencia.blogspot.com/2011/04/la-humedad-influye-en-el-juego-de.html Regresando a mi descripción del estadio, el jardín izquierdo se encuentra en el lado norte y en medio de ese y del jardín central se localiza una pantalla gigantesca, donde te presentan quienes son los jugadores que intervendrán (el line-up) y después una foto de cada jugador cuando esta bateando, acompañado de la posición que ocupa, su promedio de bateo, y también, una cantidad enorme de estadísticas. Tantas que mis conocimientos elementales de beisbol no me permitieron saber de qué se trataba. En la foto que sigue se observa también que el estadio tiene techo. Éste se puede deslizar para abrirlo por completo cuando la temperatura es agradable y tiene varias orientaciones posibles para que, cuando se cierra, sea posible aprovechar al máximo la luz solar sin que los rayos del Sol calienten directamente los materiales de acero o de cemento del estadio. Si está cerrado, la parte más baja del techo queda a 54 metros con 90 centímetros sobre la superficie de juego.
El juego era el segundo de una serie de tres con los Dodgers de Los Ángeles de visita. Los visitantes habían ganado el juego la noche anterior y mirando la pantalla a mi me parecía lógico que así fuera, pues ese equipo presentaba cuando menos cuatro bateadores con promedio arriba de 0.300, lo cual significa que el 30% de las veces que ha ido al bat a pegado de hit. En el béisbol, ese porcentaje es la frontera que marca quiénes son los buenos bateadores (más de 0.300) y quienes son los regulares (abajo de esa cifra). Para mi asombro, resulta que los Diamond Backs no mostraron ningún bateador arriba de esa cifra, y sin embargo, tenían más juegos ganados que Los Dodgers. Yo imagino que eso se debía a que este último equipo habría estado batallando con su pitcheo, quizás tan malo, que la calidad de sus bateadores no alcanzaba. En la foto que sigue se puede percibir que el jardín central se encuentra a 413 pies del sitio donde se coloca el bateador. Esos son 125 metros más 96.5 centímetros (casi 126 metros) y supera a la distancia del jardín central en el Yankee Stadium por 1 metro con 66 centímetros, lo cual es muy importante a la hora de lograr el batazo de vuelta entera, el home run, que en Sonora le llaman: volarse la barda. En este sentido la información colocada en Internet del estadio de los Diamond Backs es imprecisa, pues menciona un número más pequeño.
En la foto siguiente encontramos lo que ya había mencionado antes, la pantalla electrónica. Cuando estaba bateando Miguel Montero apareció en la ésta la información sobre su rendimiento ante lanzadores derechos, en clara explicación a que el equipo contrario tenía a un pitcher derecho lanzando en ese momento. Podemos ver que su promedio de bateo era de 0.294, con 11 homerunes y 78 hits. Eso era de lo mejor que tenían los Diamond Backs en ese momento. En las semanas posteriores al 6 de agosto no le iría mejor, pues en una consulta que hice sobre su rendimiento me enteré que para el 24 de agosto de 2011 había bajado a 0.268 de porcentaje, aunque ya tenía un homerun más en su cuenta. También podemos darnos cuenta que los Dodgers estaban ganando por 4 carreras contra 2 del equipo de casa y que tenían 9 hits anotados contra 4 hits de los Diamond Backs. En este punto vale la pena agregar que el pitcher que había lanzado por estos últimos durante los primeros cinco episodios tenía en ese momento 3.55 de porcentaje de carreras limpias admitidas, lo cual implicaba que si su propio equipo quería ganar, estaba obligado a anotar un promedio de 4 carreras, lo cual hasta el sexto ining no estaban logrando. De hecho, no lo lograron, pues terminaron perdiendo 5 carreras contra 3.
La foto siguiente nos muestra a Los Dodgers en el terreno de juego y defendiendo. En el centro de la misma apreciamos al pitcher que se dispone a lanzar, en ese momento no sabía que este jovencito estaba presentándose por primera vez en Grandes Ligas, pues como leí al día siguiente, lo acababan de llamar para que ayudara al cuerpo de lanzadores de ese equipo. Lo hizo bien, pues mantuvo controlado al equipo de los Diamond Backs y al final ganó el juego. En el momento de la foto el muchacho pasaba por una dificultad, pues había corredor en primera y en segunda. El equipo de casa realizó una jugada que le llaman “batear y correr” (hit and run) pues ya había dos outs, de modo que el tercero era inminente porque se podía hacer el out en cualquiera de las tres bases. El bateador zurdo conectó un hit y el corredor de la segunda ya había iniciado sus movimientos cuando la pelota apenas iba viajando, obviamente anotó la carrera sin ninguna dificultad.
La siguiente fotografía presenta un momento interesante. Los Dodgers tienen un hombre que avanza hacia el home para anotar una carrera, mientras desde la segunda viene otro más dispuesto a anotar otra carrera más. No le permitieron intentarlo porque el Coach de la tercera base lo detuvo. En cambio, el pitcher de los Diamond Backs está corriendo hacia la primera base para colaborar en el out que intentan allí. El corredor de Los Dodgers que vemos de espaldas acaba de conectar un batazo que permitió impulsar una carrera. A mi juicio, el encargado de detenerlo mostró una conducta timorata pues un tiro hacia el home para ponerlo out era muy difícil.
Antes dije que el clima del estadio está controlado, pero no solamente eso, también saben cómo controlar el ambiente en el que se desenvuelven los asistentes. Por ejemplo, en la foto siguiente podemos apreciar a dos damas muy entusiastas que animaban a su equipo mientras sintieron que había esperanza de recuperación, pues iban perdiendo. Sin embargo, cuando empezaron a comprender que la lógica orientaba hacia la derrota, disminuyó su buen ánimo y se fueron.
Para este tipo de personas tienen un sonido local de muy buena calidad, que les sirve para poner comerciales en la pantalla entre un episodio (ining) y otro, pero también para tocar un instrumento musical que suena como un teclado. Tienen estribillos con porras al equipo local, que son acompañadas con la música, de modo que los aficionados conocen muy bien cuál de las porras va con cada pieza musical. Me sorprendió que en ocasiones fue suficiente con las dos primeras notas musicales para que la gente empezara a gritar a favor de los Diamond Backs, aún cuando la música ya no continuaba. Uno de sus gritos preferidos era “Beat L. A.” que se puede traducir como “derroten a Los Ángeles”.
Animan a las personas enfocándolas con cámaras de muy largo alcance para transmitirlas en la pantalla el tiempo suficiente para que se enteren de que su imagen está siendo proyectada. El público reacciona a los mensajes con simples figuras, por ejemplo, apareció un corazón y la figura de unos labios indicando un beso, enseguida, tomaron a una pareja que cuando descubrió que eran ellos quienes aparecían en la gran pantalla, se dieron un beso que fue transmitido para todos. Esa escena se repitió varias veces.
En la etapa final del partido, cuando muchos de los aficionados ya se habían retirado desilusionados porque los Diamond Backs iban a perder, este equipo armó una ofensiva muy prometedora, que les alcanzó para anotar una última carrera, pero nada más. En esos momentos finales del partido, una pareja de mayor edad, que se encontraba a su derecha y de la cual aparece el brazo izquierdo de la señora portando un letrero, se quedaron hasta el final gritando Beat L. A. y apoyando a su equipo.
Esta clase de aficionados son esos que tienen mucha experiencia, conocedores de su papel y en condiciones de cumplir una función a favor de su equipo favorito. Ellos saben que en los momentos de mayor desánimo, cuando todo parece difícil, o perdido, es cuando la afición es más necesaria.
La salida también fue muy ordenada, sin celebraciones porque el equipo de casa había perdido. El acceso al automóvil ocurrió sin dificultad y el tráfico, muy cargado, fluía de manera aceptable. La asistencia había sido superior a 33 mil personas, pero no supimos de la existencia de ningún incidente. Este primer mundo vive de prestado, pero descompuesto no está.

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