No pensaba ponerle
demasiada atención hasta que pude percibir que se trataba de una campaña
orquestada para silenciarme, pues una carta de protesta que yo redacté resultó
muy relevante, lo cual constituye una tremenda diferencia con algo que relato
al final de este escrito.
Sucede que en la semana
que va del 6 al 10 de noviembre de este 2023, se realizaron en torno al
Departamento de Física una serie de eventos organizados con el nombre de semana
cultural de geología (las minúsculas son a propósito).
El lunes 6 y 7 de
noviembre me encontré cerrado el acceso al estacionamiento al que tengo derecho
en cumplimiento del Contrato Colectivo de Trabajo firmado entre las autoridades
de la Universidad de Sonora y el sindicato de profesores.
Redacté una carta
dirigida a la autoridad administrativa del campus Hermosillo de la UniSon, con
copia para la jefatura del Departamento de Física. En ella llamé la atención
sobre la tergiversación de los valores morales para los cuales el pueblo de
México asigna un presupuesto a esta institución. Nos tocan las bocinas de
muchos decibeles de la semana de ingeniería, la de químico biológicas, de la
gente de sistemas, etcétera. Pero además, nos toca el cierre de estacionamiento
previamente mencionado. Le hice saber que sería muy bueno que les construyeran
a tantos festejantes un lugar para sus celebraciones y hasta le sugerí un nombre:
“Fiestódromo Oficial de la Universidad de Sonora Campus Hermosillo”.
Debido a ese incumplimiento
del Contrato Colectivo, en dos ocasiones anduve deambulando por todas las
calles del campus, incluido el estacionamiento multi nivel, sin encontrar
lugar, hasta que por casualidad hallé un espacio que se desocupó.
Ese no es el caso de las
autoridades, quienes reciben tarjetas de ingreso a estacionamiento con las que tiene
a su disposición todos los parqueaderos del campus. Además de que han
convertido al atrio-jardín del edificio central en un estacionamiento
personalizado. No fue concebido para ese propósito, pero ese es el destino que
le han dado.
Una de las tardes de la semana mencionada me llamó indignado uno de mis hijos porque le habían enviado una captura de un tweeter en la que un arquitecto, de esos de grandes miras y cerebro pequeño, se mofaba de mi. Ni siquiera conocía a la persona que le mandaba el mensaje pero tenía la captura de pantalla con el nombre del sujeto.
No le presté atención,
pero luego resultó que yo tenía 19 menciones en el tweeter. Cosa extraña porque
nunca me menciona nadie, pues lo uso para enterarme de diversas cosas y casi
nunca para opinar.
Entonces empecé a ver
quiénes eran y opté por llevar a cabo una revisión de sus perfiles pues
resultaba muy interesante la naturaleza homogénea de las respuestas.
Nadie prestó atención por
los valores morales a los que yo aludía. El arquitecto de grandes miras y
cerebro pequeño cometió el error de ir a buscar los “valores oficiales” de la
Universidad, sin comprender que era justo eso lo que yo estaba criticando. Le
importó tanto el tema que hasta sacó una imagen del Google y midió la cantidad
de metros que yo había caminado el lunes 6 de noviembre hasta el edificio donde
trabajo sacando en conclusión que yo había durado 25 minutos caminando. Sus
conocimientos no le alcanzaron para pensar que podría haber ocurrido que no
encontré de inmediato un sitio donde poner mi auto.
De allí siguieron las intervenciones
(en mi muro de fb) de tres ex alumnos míos, quienes a pesar de ser egresados de
la licenciatura en física, olvidaron considerar el tiempo que se tarda uno
recorriendo el estacionamiento multi nivel, y todas las calles del campus,
buscando a ver si hay un sitio disponible. Uno de estos ex alumnos resulta ser
cuñado de la jefa del Departamento de Geología. Otro hizo tesis de licenciatura
y de maestría conmigo y del tercero fui sinodal cuando presentó tesis de
licenciatura. No me preocuparon sus actitudes porque estoy acostumbrado a que
en la Universidad de Sonora no saben que en la vida es bueno ser agradecidos.
Y resulta que el
arquitecto de altas miras y cerebro chiquito, cuyo nombre no mencionaré para no
hacerle propaganda gratis, lo metió al tweeter. De inmediato le siguieron más
de veinte de sus amistades. En el perfil que hice de toda esa gente encontré
algo en común: son "amigos del clima, de los perros, de los gatos y de las
bicicletas". Peor, me salió uno que es seguidor de la 4T y otro que dice
ser defensor de los derechos humanos. Como era de esperarse, apareció una
cuñada de la jefa de geología. Lo interesante es que el domingo 12 de noviembre
me entero de que hasta el mitotero se metió a darle difusión a la carta y a la
mofa.
El tal mitotero dice
tener una "Agencia de noticias y medios de comunicación", pero como
todos los demás malquerientes, no se puso a pensar qué andan haciendo los
festejantes durante mañana y tarde en medio de aulas, laboratorios y cubículos,
ni por qué la autoridad central permite todas esas interrupciones. Para esta
persona incluyo al final un chisme que no formó parte de sus noticias, lo cual
es muestra de que le interesan todos aquellos mitotes en los que no le cae mancha
a las autoridades.
Para una de las personas
opinantes resultó como tema relevante que tengo 49 años y cuatro meses en la
Universidad y enseguida propuso que yo debería jubilarme. Es interesante que
tengan tanto acceso a los datos personales de un servidor. Muy bien, si sus
valores son esos, adelante, que se jubile cuando llegue a los 30 años de
servicio si su meta de vida es esa, pero que no quiera imponerle a otras
personas su manera de ver el mundo.
Encontré que son tan
oportunistamente monotemáticos que su cerebro se consume en "amar" a
los animales, a las bicicletas y al clima, razón probable por la que ya no les
alcanza para tratar de entender a los que defendemos que el campus de la Unison
no es para festejar a todo ruido y a toda impertinencia.
En lo referente a mi edad
y mi tiempo en la institución los reto a revisar mi productividad y a que la
comparen con toda esa supuesta juventud, que como dijo en la Universidad de
Guadalajara Salvador Allende, son solamente jóvenes viejos.
Y ahora sí, aquí está el
recado para el señor mitotero:
Hace pocas semanas
estalló un problema en las instalaciones del Departamento de Física. Desde hacía
tiempo, un conjunto de alumnos se drogaban y tal vez hasta habían hecho del
cubículo de estudiantes un almacén con todo y centro de distribución de drogas.
Una mañana, uno de estos muchachos se puso tan mal que empezó a hacer
incoherencias a todo tren y alteró seriamente el orden con sus gritos. Llegaron
los guardias y le hablaron a la policía. No se cuál autoridad llegó a tomar
fotos y a recoger la droga que había allí como evidencia documental. Pero lo
más interesante es que en la prensa no se publicó nada, ni siquiera el señor de
los mitotes, para quien una carta de protesta resultó tan importante.
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