“Tengo una raíz en el corazón”
se enreda y busca las plantas de los pies;
se aferra al corazón de la tierra en su ritmo perpetuo
que como un reloj de arena,
acompasa los latidos de corazón a corazón.
Cordón umbilical de lo infinito,
trasiego de vida y muerte:diástole y sístole
sostiene al universo en el filo de la navaja.
“Tengo una raíz en el corazón”
dispuesta a estrangularlo;
y al abrir la compuerta en el cadalso del cuerpo
el reloj del hombre oscila,
péndulo mortal,
al unísono con el reloj de la tierra.
Ramón Santoyo Durán
16 de enero de 2010
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