Hace unos días vi la película francesa “Une Execution Ordinaire”, presentada en el mercado de habla inglesa como “An Ordinary Execution”, y si algún día se presenta en México, podría llamarse Una Ejecución Ordinaria, o tal vez Cacería en Moscú, o Las Entrañas de un Genocida. O vaya Usted a saber.
En ella actúa André Dussollier representando a Stalin y Marina Hands como una Doctora en Medicina con un don muy especial: con sus manos sobre la cabeza de Stalin, o en sus piernas, le quita el dolor de sus últimos meses de vida. Es una adaptación al cine de una parte de una novela de Marc Dugain, está ambientada en el año 1952 en tomas nocturnas de Moscú, y ocasionalmente, de un campo muy llano, verde y hermoso.
Obviamente se presenta allí la crueldad de Stalin, pero no voy a contar la película porque a alguien podría echarle a perder la diversión si desea verla. Salió a exhibición en 2010 y seguramente ya está en DVD, aunque quizá nunca la traigan a los cines mexicanos porque no aparece en ella nadie de Hollywood.
La película me trajo a la mente un par de episodios leídos hace varios años en un libro escrito por el Doctor en Física Roald Sagdeev, quien describió sus años de formación y desarrollo profesional en un libro intitulado: “The Making of a Soviet Scientist”. Aquí voy a relatar una de ellas, la otra trata sobre una pianista francesa, pero la dejaré para después.
Sagdeev fue uno de los últimos estudiantes de física en aprobar el “Mínimo de Landau”, una serie de exámenes aplicados personalmente por Lev Landau a quien quisiera ingresar a su grupo de trabajo. De allí se desprende su conocimiento sobre la vida interna de ese círculo de altísimo nivel en física, al cual siempre soñó pertenecer. Nunca lo logró, porque apenas había presentado el último de ellos, le fue notificada su asignación a un centro de investigación sobre fusión nuclear.
De los 35 capítulos de su libro, dedica al menos uno al nacimiento de la ahora conocida como la ciudad de la investigación: Akademgorodok, a 15 kilómetros al sur de Novosibirsk. Relata varios aspectos del nacimiento de ese centro científico gigantesco, y conviene leerlo a él como protagonista directo, en lugar de creer el rosario de mentiras y torceduras de la historia que encontramos en la wikipedia, o en artículos como los del diario español El País, donde los motivos ideológicos buscan oscurecer los hechos reales.
Novosibirsk es una ciudad enclavada en el centro de Siberia, a más de 2 mil 800 kilómetros al este de Moscú, aproximadamente en el paralelo 55 de latitud norte. Para darnos una idea de esa situación geográfica podemos imaginarnos a nosotros mismos en Montreal, a 45 grados de latitud y ante la necesidad de avanzar todavía mil 200 kilómetros hacia el norte para alcanzar la misma latitud de Novosibirsk. Allí el frío es enorme y no tiene semejanza alguna con el sufrimiento de franceses o alemanes cuando los sorprenden las nevadas extremas. En Novosibirsk la temperatura baja a 20 grados bajo cero, en promedio de invierno, pero el termómetro puede caer hasta 39 grados por debajo de cero, como sucedió en enero de 2011. Novosibirsk está tan lejos de Hermosillo, Sonora, en México, que cuando para nosotros son las 12 del mediodía del miércoles, para ellos son las 2 de la mañana del jueves.
Ahora sí, vamos al relato de Roald Sagdeev: en su libro dice que Yuri Rumer fue un amigo personal suyo en Novosibirsk y lo presenta como un especialista en idiomas, convertido en físico por alguna razón. Formaba parte del círculo cercano a Lev Landau en el año de 1938 y había estudiado en los mejores centros europeos de física. Entre ellos, en Gotinga, donde estuvo bajo la supervisión de Max Born, uno de los fundadores de la versión matricial de la teoría cuántica. Terminada su formación, Rumer regresó a Rusia, donde estableció contacto con Landau, quien ya había iniciado el desarrollo de los ahora famosos textos de física conocidos por los físicos como “los Landau”. Uno de los primeros objetivos de Landau y Rumer fue el desarrollo de un libro que explicara la Relativida Especial de Einstein a los lectores de ruso, para que, sin necesidad de aprender alemán, u otro idioma, pudieran conocer esta obra en su lengua natal. Ese es el origen del libro ofertado ahora como: ¿Qué es la Teoría de la Relatividad?
En el año de 1938, Lavrenti Beria se había convertido en el brazo ejecutor de Stalin en asuntos de política interior y estaban desarrollando un proceso de purga generalizada de malos elementos en la sociedad soviética. Entre las muchas estupideces realizadas por ellos estuvo el descabezamiento de todo el ejército soviético de tierra destacado en Ucrania y Bielorrusia, por donde entraron las tropas de los nazis en el verano de 1941, arrollando a un ejército gigantesco, pero sin dirección competente.
Otra de las estupideces es la relatada por Sagdeev: Lev Landau fue arrestado acusado de redactar un manifiesto en contra de Stalin, y junto con él, Yuri Rumer, quien fue tratado como un conspirador relacionado con Landau, quien había “‘intentado malinterpretar los principios de la física moderna para infligir daños a la economía socialista’”. [Es mi traducción del original en Inglés al Español].
Landau era considerado como el criminal principal, pero fue liberado una año después, declarado como no culpable, pero secretamente vigilado, con sus conversaciones grabadas y sus cartas abiertas y leídas por los servicios de espionaje, según relato de Anna Yudina para la Russiapedia.
No encontré una foto de Yuri Rumer, pero va una de Landau joven
Ésta está en: http://russiapedia.rt.com/prominent-russians/science-and-technology/lev-landau/
En cambio, Rumer fue enviado durante varios años a Siberia, en unos campos de concentración reservados para académicos de alto nivel, quienes bajo la organización dirigida por Beria realizaban trabajos para los planes militares soviéticos. Era un tipo de prisión llamada “Sharaga”, y allí estuvieron, entre otros, Alexander Korolev y Valentin Glushko, el primero de ellos fue el director exitoso de los vuelos espaciales de 1957 a 1965, y el segundo, muy listo pero no tan afortunado en logros, el sucesor de los planes de desarrollo soviéticos que nunca llevaron a la Luna, pero sentaron las bases para el desarrollo posterior de las estaciones espaciales soviéticas. Punto poco abordado en la literatura occidental, porque allí, los soviéticos superaron ampliamente a los estadounidenses.
Foto en invierno. El lago cercano a Akademogorodok está helado. Es del Panoramio en Google Earth.
Cuando las habilidades técnicas de Korolev fueron necesarias, el estado soviético lo liberó, pero como el trabajo teórico de Yuri Rumer no tenía relevancia para los planes militares, lo mandaron todavía más lejos, a un pequeño pueblito a la orilla del Río Yeniséi. Como un fuera de la ley, Yuri Rumer tenía que firmar cada semana en el departamento de policía local, pero tuvo la ventaja de que su esposa Olga, quien no estaba bajo la misma condición política, decidió acompañarlo y cuidarlo hasta esos confines de Siberia. He encontrado una biografía de Yuri Rumer, pero en una casa editorial que me quiere vender el artículo en 30 dólares, por eso, dejaré para después su contenido, siempre y cuando alguien me lo regale algún día.
Según Sagdeev, confinado al hielo de Siberia y a al luz de una lámpara de keroseno, Yuri Rumer acometió la idea de abordar el último problema de Einstein: una teoría del campo unificado, idea catalogada por Sagdeev como sigue: “Por veinte años de su vida en el Instituto de Estudios Avanzados en Princeton Einstein intentó construir esta superciencia, la cual, como en una religión monoteísta, abarcaba y juntaba teorías fragmentarias de diferentes clases de fuerzas de la naturaleza”.
Otra foto del Panoramio, en el Google Earth, tampoco se el nombre de la persona que la tomó
Finalmente, Rumer produjo su propia versión de la teoría del campo unificado, una en la que seguía una idea original de Kalusha, porque agregaba una quinta dimensión. En este caso se trataba de la acción, una cantidad física calculada mediante la integral en el tiempo de una función lagrangiana.
Según Sagdeev, “…los cálculos de Rumer eran directos y elegantes…”. Separado del mundo exterior por miles de kilómetros de hielos y bosques, además del muro político erigido por el sistema estalinista en torno a los condenados políticos, su única posibilidad era escribirle al “Camarada Stalin” para pedirle la consideración de su trabajo.
En palabras de Rumer a Sagdeev, lo más difícil para él fue concebir cómo dirigirse a Stalin, pues un condenado por motivos políticos, en arresto domiciliario. Asunto que resolvió enumerando los títulos oficiales más importantes para enviar un paquete al Kremlin. Éste contenía la teoría del espacio de cinco dimensiones y solicitaba la revisión de la misma. Como atención particular para el interés de Stalin, Rumer optó por recuperar una cita de Lenin, quien alguna vez había escrito que el espacio de cuatro dimensiones no ayudaba a ningún obstetra. Dirigiéndose al “único clásico viviente del Marxismo” [las comillas son de Sagdeev] Rumer clamaba ser un obstetra intentando trabajar sobre el espacio de cinco dimensiones.
Aparentemente los oficiales del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética enviaron el manuscrito de Rumer a la revisión de varios expertos, uno de los cuales fue Vladimir Fok, quien había sido rescatado de la prisión de la Lubianka por Piotr Kapitza en 1937. En su comentario, Fok alabó la elegancia y la transparencia del cálculo de Rumer, pero en su consideración, no era algo superior a lo existente previamente en la literatura. Según Fok, el manuscrito pasaba la prueba de la decencia, la integridad y la generosidad. Sin embargo, no todos los revisores hicieron la misma evaluación.
Sagdeev afirma que no se sabe cómo se tomó la decisión, pero el artículo fue publicado en una revista de física y Yuri Rumer se ganó el derecho a vivir en Novosibirsk donde reinició su trabajo profesional.
foto tomada por alguien de nombre Marine en Novosibirsk
Al inicio del Capítulo 15, Sagdeev relata como su llegada a Novosibirsk fue diferente a la de Yuri Rumer. Hacia fines de los años cincuenta del siglo XX, Nikita Khrushchev decidió apoyar fuertemente el desarrollo de la ciencia en Siberia. Decretó, firmando personalmente, la inyección de 220 millones de rublos para la construcción de un complejo científico gigantesco. Designó a Mijail Lavrentiev para la coordinación de los trabajos de fundación y desarrollo de ese centro.
Si suponemos una inflación promedio anual de 3.5% en los Estados Unidos, desde 1957 hasta 2011, esos 220 millones de rublos equivalen a más de mil 400 millones de dólares estadounidenses ahora. Este dato indica la magnitud del interés de Nikita Khrushchev en ese proyecto. Sin embargo, no fue tan sencillo, pues el secretario regional del partido comunista, en Novosibirsk, Fyodor Goryache, sintió que le estaban pisando su gallinero con la libertad de acción otorgada a Mijail Lavrentiev, lo cual dio lugar a varias anécdotas relatadas por Sagdeev en su libro.
Invierno en Akademgorodok. Foto del Panoramio en Google Earth
Ahora Akademgorodok tiene al menos 40 institutos de investigación y su calle principal, la única en la práctica, se extiende por casi 4 kilómetros. Sagdeev nos cuenta un poco de su vida allí, relata el desagrado de los habitantes de Novosibirsk cuando la comunidad de científicos llegó allí, pues mientras ellos se formaban durante varias horas para obtener: manteca, carne y pan; los científicos de Akademgorodok recibían todo de inmediato y caminaban por avenidas pavimentadas, rodeadas de abedules, sin necesidad de usar las acostumbradas botas altas de hule para protegerse del lodo.
Cuando Roald Sagdeev llegó a ese paraíso trasplantado a más de mil 800 kilómetros al este de Moscú; Yuri Rumer, ya estaba en Novosibirsk, entre esa población multitudinaria de siberianos aquejados por el frío y las nevadas en invierno, o por la lluvia persistente en el verano.
Foto del lago cercano a Akademgorodok en verano. No se el nombre de quien la tomó.
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1 comentario:
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