Ver también la siguiente liga:
http://fisicahistoriayasuntosuniversitarios.blogspot.com/2008/01/actualidad-del-pensamiento-de-adolfo.html
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Este viernes 8 de julio de 2011 murió Don Adolfo Sánchez Vázquez, autor de cuando menos 25 libros, pero mejor conocido para los estudiantes de bachillerato de los años setenta del siglo XX por su libro “Ética”, de cuya lectura aprendimos a no confundir la moral con la ética.
Hace poco tiempo aprendí que antes de ser filósofo, Don Adolfo fue poeta. Lo supe cuando Ambrosio Velasco Gómez, de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México, escribió un artículo intitulado: “Adolfo Sánchez Vásquez: humanismo y compromiso político de un republicano en el exilio”. Allí nos cuenta el ambiente en el que el joven Adolfo se desenvolvió, respirando los aires de libertad que movía el viento nuevo de la República Española.
Ambrosio Velasco Gómez hace sentir, por medio de ese artículo, el sentimiento de tensión del joven que veía peligrar el intento de formar una sociedad distinta en aquella España que se sumió durante décadas en un absolutismo arcaico, para terminar convertida en un reino decimonónico. Inserta en su trabajo un fragmento de uno de los primeros poemas escrito en el año de 1931, cuando apenas tenía 17 años de edad, su título es “Romance de la Ley de fugas”, y dice lo siguiente:
¡Cómo temblaban los trigos!
¡Cómo temblaban los árboles!
¡Cómo temblaba la tierra
y los olivares!
Los cinco cuerpos cayeron
revolcándose en la sangre.
Yo los vi como cayeron
en la tarde agonizante.
Eran cinco los que iban
por el camino adelante.
Cinco cuerpos en la tierra
dejaron sobre su sangre.
La siguiente es una imagen vieja de Algeciras, la ciudad en que nació Adolfo Sánchez Vázquez:
Nos cuenta también que ante la irrupción armada de Francisco Franco, se dedicó a colaborar en la edición de un periódico que se llamó “Ahora”, órgano de difusión de las Juventudes Socialistas Unificadas. De allí, Ambrosio Velasco Gómez escoge el siguiente fragmento del poema intitulado: “Romance de la defensa de Málaga”, en el cual nos dice lo siguiente:
Que nadie duerma, que el fascismo
no duerme, que está despierto.
Que se levanten ardientes
todos los pulsos de hielo.
Que cada garganta fría
sea un surtidor de fuego.
Que cada brazo caído
sea un muro en movimiento.
¡Málaga, despierta ahora!
¡Que vibre tu pulso a tiempo!
¡Nadie duerma, que la muerte
está rondando tu cuerpo!
Y sí, la muerte sumió a Málaga, y a toda España, en una mortandad de seres humanos en la que hasta Adolfo Hitler y Benito Mussolini metieron su cuchara, todo ante la mirada cómplice de Inglaterra y las demás potencias europeas de la época.
Así era Málaga en los años 30 del siglo XX:
Don Adolfo Sánchez Vázquez terminó viviendo en México, pero para enterarnos de su obra es mejor ir a leer las 17 páginas del artículo citado, además de la serie de artículos y relatos que seguramente aparecerán a partir del 9 de julio de 2011.
Solamente quiero agregar cinco tesis breves del pensamiento de Don Adolfo Sánchez Vázquez acerca de la moral, que para él no era un conjunto de valores universales inmóviles a lo largo de la historia de la humanidad.
Sánchez Vázquez afirmó que, en las sociedades divididas en clases antagónicas, la moral tiene un carácter de clase.
Del estudio de la historia él extrajo que han existido diferentes morales de clase, de modo que, mientras no se den las condiciones reales de una moral universal, válida para toda la sociedad, no puede existir un sistema de moral válido para todos los tiempos y todas las sociedades.
Dicho de otra forma, Don Adolfo Sánchez Vázquez no negaba que la sociedad pudiera alcanzar algún día una moral con valores universales, lo que él decía es que, para su aparición, se necesitaba resolver primero los aspectos antagónicos de las clases sociales.
Don Adolfo Sánchez Vázquez enseñaba que las morales particulares se integrarían en un proceso de conquista de una moral verdaderamente humana y universal.
Explicaba también que la moral era tan necesaria para los seres humanos como la producción de bienes materiales. La primera es tan fundamental como la segunda porque cumple una función social muy importante.
Para Don Adolfo Sánchez Vázquez, el ser humano debía intervenir en la transformación de la sociedad porque, sin su intervención, se abría la posibilidad de que la humanidad no subsistiera como tal.
Y de hecho es así, entre los arsenales de la guerra fría llegaron a acumularse más de 55 mil cabezas nucleares apuntando hacia diversos objetivos, sin saber, en aquella paranoia de las castas dirigentes, que con solamente un 10% de ellas era suficiente para acabar con todo rastro de los seres humanos sobre la Tierra. Peor aún, ignoraban que ni siquiera era necesario lanzarlas contra territorio enemigo, pues sería suficiente con hacerlas explotar en el país propio para generar el humo, el polvo y los incendios suficientes para producir un fenómeno que vino a ser bautizado como “el invierno nuclear”.
Don Adolfo Sánchez Vázquez llamaba la atención sobre la necesidad de intervenir para formar una nueva sociedad en la que las clases antagónicas ya no estuvieran presentes, pues como estamos aprendiendo ahora, el capitalismo jamás resuelve sus propias crisis, únicamente las traslada hacia otras capas de la sociedad, o las exporta para que otros países paguen las consecuencias de las acumulaciones de ganancias de unos cuantos.
Don Adolfo Sánchez Vázquez murió a la edad de 95 años, pero era desde hace más de 40 uno de los mejores referentes teóricos de una concepción moral distinta, una que seguimos sintiendo que se puede alcanzar, aún cuando en países como México la izquierda se encuentre desaparecida y sustituída por un conjunto de merodeadores del poder que dicen, para tratar de encandilarnos, que ellos son de izquierda.
Con la muerte de Don Adolfo Sánchez Vázquez se siente cómo si una generación de grandes maestros estuviera desapareciendo, a la vez que uno busca, sin encontrar, a los pensadores de esa talla para sutituirlos.
El lado bueno es que él se va pero nos quedan sus libros. Su cerebro, como el de todos los seres humanos, se forma de un tejido abastecedor de nutrientes y otros elementos necesarios para que las neuronas funcionen. Éstas son como foquitos de un árbol de navidad que se prenden y se apagan, de modo que en su ritmo de prenderse y de apagarse, así como en las estructuras que secretan neurotransmisores, se encuentra la memoria y el trabajo que produce al pensamiento.
En el caso de Don Adolfo Sánchez Vázquez las neuronas se murieron este viernes 8 de julio de 2011, pero en sus libros están sus ideas y de ellas podemos nutrirnos todavía.
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