viernes, 26 de diciembre de 2008

Desde Jalisco Hasta Sonora

En los primeros días de diciembre de 2008 realizamos una visita relámpago a la Ciudad de Guadalajara, Jalisco. Nuestro objetivo fue conocer la exhibición de libros conocida con el nombre: Feria Internacional del Libro, o bien, simplemente como la FIL de Guadalajara.

Con el fin de conservar algunos recuerdos del viaje, y prestando atención a esos asuntos que nunca presentan en las postales, ni en los reportajes de televisión, opté, con la ayuda de mi hermano Miguel, por tomar una serie de fotografías que habría de comentar en mi blog sobre: Fisica, Historia y Asuntos Universitarios. Antes de que la memoria se empiece a convertir en un conjunto de ideas borrosas, opté por aprovechar el tiempo del descanso navideño para compartir con los lectores de este blog, las temáticas que en mi mente fui eslabonando mientras tomábamos las fotos. Esta es la idea ahora.

Visitamos Tonalá, un pueblo absorbido ahora en el casco urbano de Guadalajara, que desafortunadamente no deja de crecer. Si buscan los datos de Tonalá en el Internet, encontrarán que ellos se presentan como un pueblo de artesanos, y es verdad, allí se conserva todavía una tradición alfarera y carpintera digna de ver y percibir con ojos propios. Se afirma que Tonalá fue fundada por indígenas zapotecas que se mezclaron después con otra tribu llamada los tonaltecas, lo cual uno relaciona de inmediato con el nombre del pueblo. Al norte de este poblado se encuentran unas ruinas que, según los conocedores, es de la misma magnitud que las obras prehispánicas localizadas en Cholula, Puebla. Es muy probable que eso ya nunca lo sepamos, pues gracias a la visión de nuestros gobernantes, se mandó construir sobre esas ruinas un basurero que concentra sustancias extremadamente tóxicas.

Lo que le gusta presumir a las autoridades que mandan hacer blogs, así como las historias de bronce que mandan redactar las burocracias en turno, es la apariencia del Palacio Municipal, que puede apreciarse enseguida:




En lo personal, a mi me interesó más la cercanía con las costumbres de la gente, que todavía nos trae las imágenes de aquél México de los años 1930 y 1940. Son las formas de hacer de los mexicanos originales, previos a la época de los supermercados, las tortillas hechas con harina de maíz, en lugar del nistamal, y los nopales convertidos en capsulitas envasadas en frasquitos como si fueran medicinas. Si uno camina cien metros al este del Palacio de la foto anterior, en Tonalá uno se puede encontrar a una mujer con rasgos indígenas que vende sus productos en la calle, en un andador liberado de los autos





La señora vende sus nopales, nistamal para hacer tortillas a la antigüita, o tamales. Y si Usted tiene mucha hambre, ya de una buena vez puede satisfacer su apetito comiéndose un elote cocido, como puede notarse en la fotografía.

Usted puede comer a un lado del mercado, comprar pinole, ramos de flores, y otros gustos de quien tenga deseos de conocer esas formas de ser y de vivir que la tele nos ha quitado de la vista, para hacernos creer que lo único que existe es el glamour de Europa, con sus restaurantes al aire libre. Costumbre que a nosotros los mexicanos nos vendría bien imitar.





Mientras que en París Usted se puede comprar una baguette para untarle mantequilla y acompañarse con una botellita de vino tinto, en Tonalá no se es menos, se puede comprar su panecito para agregarle lo que encuentre y buscarse otro líquido distinto para poder ingerir, porque tinto acá no hay.





Pero no todo es trabajo, porque no falta el pelito en la sopa, y como monumento a la figura del mexicano cubierto con su sombrero de paja, dormido, uno se encuentra en versión moderna a un conjunto de hombres trabajando a la sombra de un árbol en la Plaza de Tonalá. Conversando de la época en que llovía mucho, o valla Usted a saber de qué, estos señores dejaban pasar las horas apaciblemente en un día soleado de diciembre.





Y mientras estos hombres componían el mundo, a unas cuadras del mercado gritaban dos jóvencitas, y otra no tan joven, tratando de llamar la atención de algún peatón que a veces no existía más que en su imaginación, pues en más de una ocasión las escuché gritando, sin ver que hubiera alguien caminando por la calle. Pero como nosotros sí estábamos, y el hambre ya era notable, pues pasamos a comernos unas tostadas muy sabrosas y un refresco sin gas, común en Jalisco. Era un restaurante pequeño, pero limpio, que preparaba enfrente de nosotros sus alimentos, y con una colección de fotos que se venden en Tonalá, copiadas de copias de copias que las hacen aparecer más viejas. Además de la Virgen de Guadalupe, por supuesto, destacaban muchas fotografías de Francisco Villa, de soldaduras de la revolución, una del chente Fernández y otra de Antonio Aguilar.





Cuando nuestra visita relámpago llegó a su fin, emprendimos el camino por una de las carretera que conectan Guadalajara y Tepic, la capital de Nayarit. Pudimos captar la diferencia en la vegetación en apenas unos cuantos cientos de kilómetros. Manejamos por la zona exclusiva del tequila, licor originario de México que fue siempre ninguneado por los borrachos de alta escuela y gustos extranjeros, hasta que un día a una mujer europea se le ocurrió opinar y escribir que era una bebida deliciosa. El mundo descubrió al tequila, y solo entonces, los mexicanos adoradores del whisky, del coñac y del brandy empezaron a tomarlo. Antes de eso, sólo les apetecía el Cutty Sark (si la economía era apretada), o el Buchanan (si se quería presumir de billetera llena). Transitando por la zona tequilera, uno se encuentra el agave azul en líneas formadas con plantas separadas aproximadamente un metro una de otra. Es la materia prima para producirlo y absorbe grandes cantidades de terreno.





Al fondo se puede observar un cerro tan lejano que también se ve azul, se encuentra al otro lado de una especie de barranca muy larga por la que corre el Río Santiago. Sale de la Laguna de Chapala, rodea por el norte la ciudad de Guadalajara y sigue hacia el occidente durante cientos de kilómetros hasta internarse en Nayarit. Ahora se encuentra contaminado con cobre, mercurio, cianuro y arsénico. En febrero de 2008 calló un menor al río, se intoxicó, entró en estado de coma y murió, además, se ha registrado un incremento en los casos de leucemia, insuficiencia renal y tumores cerebrales, así como bebés que nacen con anencefalia (sin cerebro). Las causantes son empresas como Nestlé, que llegó a la región en 1935, y la empresa químico-farmacéutica Ciba-Geigy, que opera en Juanacatlán desde 1947.

El agave azul se planta en todas partes, incluso junto a los árboles que nacieron primero allí, y que tuvieron la fortuna de no ser arrancados para ceder el terreno a este cultivo.





De vez en cuando nos encontramos un camino serpenteante por en medio de los cultivos del agave, apenas lo necesario para los servicios más indispensables.





La capacidad visual no alcanza para captar los detalles de los poblados más alejados de la carretera, en la foto que sigue podemos apreciar una rica construcción, que contrasta con las casitas de ladrillo que apenas se distinguen entre los árboles y la maleza. Al centro de la foto destaca más agave azul (a la izquierda) y un sembradío de caña de azúcar, además de un terreno preparado para la siembra en la próxima estación. Esta es una agricultura de temporal, en la que el riesgo de que no llueva puede echar a perder todos los planes y el campesino pobre puede invertir más dinero del que le ofrece la cosecha. Como veremos más adelante, hay familias perdidas en la sierra, entre una carretera de cuatro carriles y una vía de ferrocarril casi regalada a empresas extranjeras durante el gobierno de Ernesto Zedillo.





Mientras nos acercábamos a Tequila Jalisco, manejando por una carretera de dos carriles, gratis, tuvimos la oportunidad de detenernos para fotografiar hectáreas y más hectáreas de agave y reconocer a la distancia un poblado de buen tamaño, es Amatitán, a 15 kilómetros de carretera de Tequila y a una altitud de 1200 metros sobre el nivel del mar. Lo que vemos es el campo de Jalisco, que esconde su belleza a los viajeros asiduos al avión y a las carreteras de cuota, para quienes un viaje consta de una triada formada por: salida, aburrimiento y llegada. Así, todos los viajes son iguales.







Cuando llegamos a Tequila nos encontramos el establecimiento de una gran empresa tequilera a la que no le voy a hacer propaganda gratuita, en cambio, si voy a mencionar que en el frente de su fábrica tiene esta fuente con un jimador en medio. Ésta es la persona encargada de dejar cada planta de agave en penca para que sea trasladado a los hornos





El horno es el destino final de la planta que se encuentra en crecimiento en la siguiente fotografía, cuando alcance la madurez, será despuntada para eliminar los picos que ahora vemos.






Saliendo de Tequila Jalisco seguimos por la carretera de dos carriles, para tomar después la de cuota y evitar la región de Plan de Barrancas, pues aunque es muy bella, nuestro tiempo no es infinito y nuestra seguridad es muy importante. Allí alcanzamos a fotografiar los paisajes de esta entidad federativa. Alguna vez fue un bosque, como se adivina con los pinos que todavía crecen a la orilla de la carretera, es la zona serrana de Jalisco y de Nayarit








Distinguimos el avance de la erosión que resulta de la tala de árboles sobre la base de pretextos desconocidos


y los árboles aferrados a la falda de los cerros, donde la capa de tierra con residuos orgánicos va desapareciendo cada temporada de lluvias.





De manera natural, estos campos deberían verse como la foto de enseguida, donde por alguna razón no han llegado las máquinas a tumbar los árboles.





Cuando alguien se hace de recursos suficientes, logra pagar la perforación de un pozo para extraer agua mediante abanicos movidos por el viento (les llaman papalotes) y un sistema de varillas con tubos cuyo mecanismo es semejante al de las bombas de émbolo para sacar agua de los garrafones de agua. En las siguientes fotos se puede observar este sistema







El maíz se sigue sembrando donde sea posible, como todos sabemos, se consume como elote cocido, asado o en tatema (de este último yo se el procedimiento), pero además, los campesinos aprovechan la planta seca como pastura para el ganado vacuno. Cuando lo cortan, lo amarran en grandes fardos tan gruesos como alcancen los dos brazos del labrador que hace el trabajo y se colocan verticalmente formando monos como los que se ven en las fotos siguientes:









En una de estas fotos se puede apreciar, detrás de los monos de maíz, el cultivo de caña de azúcar, ese que ya no es negocio debido a que es posible endulzar los refrescos con fructuosa. En México los campesinos siguen dependiendo de ella y el gobierno hace como que les ayuda para que no se mueran de hambre.
Cuando la planta está madura, se le prende fuego para que de manera controlada se consuma la hojarasca que la rodea, así se descubre el tallo, que son cortados con machete y cargados en carros que después son jalados con tractores. Los llevan a las fábricas de azúcar, donde las cañas son molidas para extraerles el jugo y el resto es desechado. Se llama bagazo, pero cabe aclarar que, mientras en México lo consideran basura, los cubanos hacen papel a partir de ese residuo y también una medicina que controla el colesterol, se llama PPG. Aparentemente, el gobierno cubano ha considerado que la caña de azúcar ya no es un producto de exportación, de modo que hay datos nuevos sobre los procesos de productivos de ellos, pero yo los desconozco. En Jalisco se les llama ingenios a las fábricas procesadoras de la caña.








Cerca de Plan de Barrancas fotografiamos a la distancia la continuación de la Barranca de Oblatos, una cortadura en la tierra, generada por el Río Santiago, que bordea Guadalajara por el norte y sigue hacia Nayarit. Quienes planearon el ferrocarril buscaron las faldas de esa barranca para hacer el trazo hacia Tepic, la conocimos cuando los gobiernos mexicanos todavía no destrozaban por completo el sistema de trenes de pasajeros, pasábamos por 36 túneles y veíamos a la distancia el paisaje de México.





El ferrocarril ahora es poco más que un recuerdo, mueve un poco de carga pesada para no competir con los grandes cocodrilos que surgieron para ocupar los espacios de fletes que el sistema de ferrocarriles mexicanos iba desocupando: los transportistas ligados al PRI de los años 1950 y 1960. El “profesor” Hank González fue uno de ellos. Así hicieron de México un país con productos caros, pues como afirmaba Valentín Campa, la relación de costos entre el ferrocarril y los transportes por carretera es de 1 contra 6, es decir, todos los traslados eran seis veces más caros en la época en que Don Valentín nos dio el dato: 1986.








Rumbo a Nayarit divisamos a la distancia, entre nosotros y la barranca del Río Santiago, una casita que apenas podíamos distinguir, mi hermano le puso el máximo al zoom de la cámara y logramos capturar la imagen de alguien que sobrevive allí, a más de mil metros de altitud, el frío de las montañas. Por allí cerca, a bordo del ferrocarril, pasó la revolución mexicana en 1914. Era el General Álvaro Obregón, administrador de una hacienda devenido en líder. Lo malo es que esa revolución pasó por un ladito, no se detuvo, ni regresó después, y ahora, allí viven los descendientes de aquellos mexicanos levantados en armas por un país mejor.







La gente sobrevive como puede, a la orilla de la carretera nos encontramos con frecuencia tiendas pequeñas en las que algún comerciante revende productos tomados de aquí y de allá. En la foto que sigue descubrimos a la derecha galones de tequila, provenientes seguramente de la ciudad de ese nombre. Al fondo, todavía a la derecha, cuelgan unos frascos con miel de abeja, más a la izquierda unos jarros de barro que llevan desde Tonalá, y por aquí y por allá unos bules que se usan como cantimploras para cargar agua.









Antes de que nuestros cerebros fueran colonizados por los métodos de deslinde de terrenos de los Estados Unidos, los dueños de las haciendas mandaban construir divisiones de territorios (llamados potreros) a base de piedra como en la barda que vemos en la foto que sigue. Si alguien escucha con atención la música mexicana de la primera mitad del siglo XX, podrá identificar una frase en la canción Juan Charrasqueado, que dice, “creció la milpa con la lluvia en el potrero”. La milpa es la planta del maíz y los potreros son las divisiones que antes se hacían con estos medios. Ahora se usa un invento estadounidense a base de alambres de púas.






Cuando el gobierno descontinuó los ferrocarriles, miles de poblados que habían crecido en la vera de sus vías se quedaron aislados. Miles de rancherías ya estaban enraizadas con un modus vivendi para millones de mexicanos. Unos se fueron a engrosar las ciudades mexicanas, otros emigraron a los Estados Unidos, los que se quedaron caminan ahora hacia la carretera, frecuentemente a kilómetros de la vía del ferrocarril, y esperan durante horas a que pase un autobús.





Transitando por la carretera de cuota pasamos junto a Ixtlán del Río, donde hacen una birria tan sabrosa como agresiva para el organismo. En esta población han sido reconstruidas unas ruinas prehispánicas. Así entramos a Nayarit y regresamos por unos minutos a la carretera libre, vimos la entrada a Jala, un pueblo casi tan antiguo como Tepic o Guadalajara, solo tomamos una foto de la entrada pero no entramos, aunque tiene una basílica con interiores muy elegantes.





En la información oficial del Gobierno de Nayarit dice que el Volcán del Ceboruco hizo erupción en 1870. Probablemente ese sea el origen de la piedra que vemos a la orilla de la carretera, como se observa en las siguientes fotografías.






En este punto ya estamos ligeramente por debajo de los 1100 metros sobre el nivel del mar, más de 300 por debajo de la altura promedio de Guadalajara, y como se ve enseguida, las características de la vegetación empieza cambiar.









No es necesario entrar a Tepic cuando se lleva prisa, el hombre más rico del mundo ha mandado construir, con la concesión del gobierno mexicano, unas carreteras que según él son autopistas. Cobra carísimo por transitar por ellas, pero no tiene cuatro carriles, sino dos, con acotamientos anchos en los que Usted puede hacer una parada de emergencia. No hay zonas de descanso dignas de verse, ni agua potable, ni para lavarse las manos. En sentido estricto, es apenas una carretera sencilla de los Estados Unidos, pero mal señalizada.
Foto carretera de Slim

De pronto empiezan a aparecer las palmeras, estamos todavía a más de 900 metros sobre el nivel del mar, pero éstas ya anuncian que vamos rumbo a territorios de vegetación tropical. Tepic lo divisamos desde lo alto, como se observa en las siguientes fotografías y descubrimos junto a la carretera un hato de cabras encerradas en corrales de mala muerte.






No puedo aconsejarles que visiten México por tierra, sus bellezas son evidentes, pero también la torpeza de los gobernantes y los abusos de los dueños del dinero. Por una carretera de regular categoría nos cobran, pero no nos garantizan seguridad ni limpieza, tampoco tranquilidad en el camino, pues cerca de los poblados llenan las carreteras de unas protuberancias atravesadas para formar cordones que llaman vibradores. Hecha la advertencia, sigo diciéndoles que el paisaje es hermoso, más verde que en Jalisco, pues por esta zona azotaron las colas de dos huracanes, son bandas de los remolinos que estos fenómenos meteorológicos forman semejando rehiletes. Enseguida presento más fotografías, con una cantidad creciente de palmas.







En menos de 50 kilómetros bajamos más de 900 metros y nos colocamos a 25 metros sobre el nivel del mar, cruzamos el Río Santiago, característico por su caudal y lleno de contaminación, como ya informé previamente. Esamos cerca de la costa, a menos de 40 kilómetros de San Blás, de donde salieron un día cuatro pescadores para no regresar en muchos meses. Se perdieron en el Océano Pacífico y a tres de ellos los localizaron cerca de la Islas Marshall. Este río me recuerda el sueño sonorense de un plan hidráulico para el noroeste del país, en el que se envíe esta agua hacia el sur de Sinaloa y se recorra el agua de los once ríos de ese Estado hacia el norte para beneficiar al sur de Sonora.





Dejando de lado los sueños guajiros de la gente adinerada de Sonora, me entretengo en mostrarles esta choza de palmas que se puede ver desde la orilla de la carretera, su pobreza contrasta con la del hombre más rico del mundo, dueño de las cuotas que se cobran aquí, de teléfonos de México, de una cadena de restaurantes esparcida por todo el país, entre muchas otras propiedades obtenidas en menos de tres décadas. Aquí los huracanes golpean durísimo, sea porque entran directamente sobre Mazatlán, o porque pasan tangenciales a la costa. En cualquiera de los casos, esta región queda ubicada al lado oriental del ojo del meteoro, donde se encuentran los vientos más fuertes, a razón de dos veces la velocidad de traslación del huracán. Es probable que los dueños la hallan levantado una y otra vez, después de los daños que seguramente sufre esta construcción. El paisaje se ve muy bello, pero en el verano está lleno de mosquitos, alacranes y valla Usted a saber cuántas alimañas venenosas.





Unos minutos después cruzamos el Río San Pedro, casi tan caudaloso como el Santiago y con una orientación muy distinta en su cuenca. Al parecer viene desde el interior de Durango más al norte de una población llamada San Francisco del Mezquital. Es la llanura que se distingue azul al fondo de la foto. Los habitantes de ese lugar le llaman simplemente Mezquital Durango y dicen que se sitúa a 80 kilómetros al sur de la capital: Durango. El Río San Pedro recoge el agua de lluvia de la sierra que separa a Sinaloa de Durango, corre entre montañas y es casi la frontera de Durango con Sinaloa, y a veces, de Nayarit con Durango. Por la localización de su cuenca, suele llevar agua cuando falta en el Río Santiago, y a la inversa, este último puede tener agua cuando en el otro baja el nivel. Ubicado entre tanta montaña, tiene más kilómetros de ribera sin poder ser utilizada, de modo que gran parte de ella se va al mar. El sueño sonorense nunca cumplido (llamado originalmente plan hidráulico del noroeste) se alimenta de este “desperdicio” de agua en el mar, pero yo le pongo comillas porque con los conocimientos actuales no sabemos si al contener el agua dulce que llega al mar, se podría modificar la salinidad de las costas de Nayarit y alterar el equilibrio ecológico.




Casi al nivel del mar, la carretera pomposamente bautizada como autopista corre por espacios en los que nada importó cortar huertas de mango por la mitad. Enseguida presento la imagen de una de ellas. En abril, esas plantas están repletas de esta fruta sabrosa, como puede verse, también hay palmeras y el ambiente ya es totalmente tropical.






Así se nos hizo tarde, se alargaron las sombras de los árboles y la posibilidad de seguir tomando fotos se acabó. Viajamos de noche todo Sinaloa, para llegar hasta Navojoa cerca de la madrugada. Las molestias oficiales son mayúsculas, desde la parte baja de Nayarit hasta la entrada a Sonora, nos detuvieron cuando menos tres veces para revisar si no llevábamos frutas o verduras en el auto. Más prepotentes que los soldados, los oficiales encargados de la revisión nos hacían bajar a abrir la cajuela del pequeño suru en que viajamos, al mismo tiempo que dejaban pasar enormes camionestas van repletas de equipaje. Los soldados nos detuvieron dos veces, pero cosa extraña, muy tranquilos y haciendo señas elementales para dejarnos pasar casi sin detenernos. Hay vibradores a cada rato y carreteras de cuota tan disparejas como caras.

Como penúltima actividad, optamos por tomar unas cuantas fotos del Valle del Yaqui que todo mundo cree conocer. Aquí las llanuras son muy extensas y los campos de cultivo pueden imitar el sistema de producción de los Estados Unidos.





El agua del Río Yaqui ha sido totalmente controlada mediante la Presa del Oviáchic, eludo su nombre oficial como pueden ver. Sale en canales de riego debidamente trazados y fluye en grandes cantidades




Al fondo de la primera foto se aprecia el sistema moderno de compuertas. Estamos enfrente de la fuente de riqueza que ha formado a generaciones de ricos locales que vivieron de la agricultura y la ganadería mediante la muy elemental actividad que consistía en firmar acuerdos semestrales con los bancos que financiaban y planeaban la siembra, instrumentaban la cosecha y buscaban su colocación en el mercado para cobrar sus créditos con todo e intereses. Así evitaban las tonterías de los juniors, que como hijos de los cachorros de la revolución, se entretejían con los dueños del capital financiero. A primera vista se nos presenta un mundo que parece idílico, en la foto que sigue vemos un pato salvaje nadando libre en las aguas del canal, y en las siguientes, patos controlados por la civilización, mansos y tontos, prácticamente al alcance de la piedra de cualquier vándalo.




También encontramos un caballo elegante, delgado y bien alimentado, encerrado entre cercas de malla ciclónica.


A menos de 200 metros de donde tomamos la foto del caballo, encontramos también un hato de cabras bien alimentadas, consumidoras de alfalfa en lugar de plantas de maíz. La diferencia en el desarrollo surge a la vista.







Aquí no se barbecha con arado tirado con mulas, mucho menos con bueyes, se usa maquinaria y el agua que se filtra al subsuelo es rescatada mediante bombas eléctricas en pozos perforados a base de maquinaria moderna.





Pero ese mundo idílico contrasta con la vida en el Pueblo de Vícam, donde los yaquis fueron reunidos, junto con otros ocho pueblos y catolizados. Los soldados de la corona española nunca pudieron conquistarlos, pero llegaron con ellos a un acuerdo en el que los indios aceptaron a los misioneros católicos, quienes les enseñaron a modificar su sistema de vida ambulante por uno localizado en pueblos. Así los yaquis encontraron la debilidad de sus fronteras y las caravanas de españoles pudieron transitar por la sierra sonorense. Enseguida vemos a una india yaqui caminando por el pueblo y más adelante a dos yaquis que se dirigían al trabajo.



La corona española respetó el terreno de los yaquis y así lo hicieron los primeros gobiernos del México independiente. Cuando los liberales triunfaron sobre los conservadores, trataron de civilizar a los mexicanos a toda costa, incluidos los indios. El sistema de propiedad comunal al que ellos estaban acostumbrados no formaba parte de las formas de propiedad de la tierra reconocidas por las leyes liberales, de modo que se abrió la puerta al despojo de los territorios indios. Durante el mandato de Porfirio Díaz se profundizó sobre los cambios modernizantes de México, pero se abrió el espacio para que entraran las empresas deslindadoras a comerciar con los terrenos indígenas. Los yaquis se opusieron pero fueron combatidos con el ejército porfiriano, que lo único que hacía era defender los intereses de los grandes hacendados.

Los yaquis perdieron dos apuestas, la primera fue a favor del imperio de Maximiliano, a quien nunca combatieron porque no estaba a favor de quitarles sus tierras, la segunda fue durante la Revolución Mexicana, se creyeron las promesas de un hacendado proveniente del Valle del Mayo y combatieron junto a él, llegaron hasta la Ciudad de México como parte de sus fuerzas, pero si algo les prometió, nunca les cumplió. Por el contrario, Álvaro Obregón se apropió de miles de hectáreas de las tierras de los yaquis, abriendo la puerta para que lo mismo hicieran sus parientes y amistades.

Ahora muchos yaquis viven en chozas construidas con varas tejidas para formar una pared y forrarlas luego con lodo, como se aprecia en las siguientes fotos




El gobierno del General Lázaro Cárdenas les reconoció la propiedad de todas las tierras a la derecha del Río Yaqui, así como las aguas que de allí se extraigan. Ocasionalmente, los gobiernos les facilitaron ganado de alto registro y hubo yaquis que supieron aprovecharlo, otros se sumieron el consumo del alcohol, que fluía y sigue fluyendo para embrutecerlos y mantenerlos ignorantes y divididos. Así los gobiernos locales se congraciaron con los dueños del dinero.

En su oportunidad, los abuelos y bisabuelos de estos indios no tuvieron la visión, ni la conciencia de clase, para depender de sus propias fuerzas, organización y estructura. Ahora sus nietos y bisnietos viven como Usted ve en estas fotos. Si ahora nosotros no tenemos eso que a ellos les faltó hace más de 90 años, puede ser que nuestros descendientes caminen también por otras calles, sin nada más que lo que llevan puesto.

En el trayecto entre Vícam y Empalme nos bajamos a tomar las últimas fotografías del ferrocarril, buscaba la toma de un puente cualquiera, construido de concreto meses antes de que Ernesto Zedillo lo vendiera. Quienes conocimos de cerca las vías de esos trenes sabemos que los puentes necesarios para cruzar todos los arroyos eran de madera, súbitamente, en los años 1990 empezaron a ser cambiados por otros mucho más fuertes, de concreto.
Para nuestra sorpresa, encontramos las siguientes condiciones. Las fotos hablan por si solas.







¿Pero cómo fue la venta de los ferrocarriles mexicanos?
Justo cuando su importancia crecería, debido a que el primero de enero de 1994 entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio, se empezó a definir su entrega a capitales privados.
El primer paso fue la modificación de la Constitución Mexicana, en marzo de 1995, cuando Ernesto Zedillo llevaba apenas cuatro meses en la presidencia. Al año siguiente,
Ferrocarriles Nacionales de México empezó a ser despedazado mediante concesiones a 50 años, que otorgó el mismo presidente de la República. Nacieron: TFM, que luego resultó ser Kansas City Southern de México (KCSM); además, surgieron Ferromex, Ferrosur y Ferrovalle.
La primera de ellas, KCSM, está ligada a Union Pacific a través de dos pasos fronterizos, uno en Matamoros y otro en Laredo. En realidad es propiedad de Kansas City Southern Lines.


El segundo, Ferromex, es la más grande de las ramas derivadas de lo que fue Ferrocarriles Nacionales de México, es la propietaria de los servicios de los trenes turísticos de los Mochis a Chihuahua, y de otro que funciona de Guadalajara a Tequila.
La tercera, Ferrosur, tiene líneas de México a Veracruz, a Tehuacan, a Coatzacoalcos, a Tula y a Pachuca. También es la propietaria de las líneas de Guadalajara a Nogales, uno de cuyos sitios se encuentra en las condiciones que se puede observar en las fotos.



La cuarta, Ferrovalle, funciona únicamente en los alrededores de la Ciudad de México y es en realidad propiedad conjunta de la KCSM, Ferromex y Ferrosur.
Antes de este sistema de chilaquiles, había un organismo público descentralizado de nombre Ferrocarriles Nacionales de México, que fue extinguido por decreto de Vicente Fox el 4 de junio de 2001, apenas seis meses después de tomar la presidencia. A partir de ese momento conservaría su personalidad jurídica únicamente para efectos de su liquidación.

El vendedor de los ferrocarriles mexicanos, Ernesto Zedillo, es ahora integrante del consejo ejecutivo de varias empresas estadounidenses, entre ellas: Procter and Gamble, Alcoa y Union Pacific. Esta última se llama Union Pacific Corporation y entre sus filiales se encuentra Union Pacific Railroad Company, con redes por 22 estados del país vecino, y también, con redes en México y Canadá.