domingo, 27 de junio de 2010

Los próximos terrenos que perderá la Universidad de Sonora pertenecen al espacio del Centro de Desarrollo Infantil

Cuando regresemos de vacaciones, en agosto de 2010, encontraremos disminuida el área de juegos de los niños de muchos profesores y trabajadores de la Universidad de Sonora.

En la confluencia de la calle Colosio con la calle Galeana se abrirá un espacio para facilitar el acceso de los automóviles que transitan por la primera para que tomen la segunda.

¿El pretexto? Facilitar el acceso de los padres a dejar a sus hijos y a recogerlos al medio día.

¿El precio? El espacio para juegos de los niños.

Obviamente los universitarios ignoramos si lo que se piensa hacer es legal. Sabemos que en su Artículo 9 la ley orgánica de la Universidad de Sonora establece que “...Los bienes inmuebles podrán desincorporarse del servicio a que se encuentran destinados mediante declaraciones de la Junta Universitaria y del Colegio Académico aprobadas por las dos terceras partes, cuando menos, de la totalidad de los miembros de cada organismo, caso en el cual los bienes desincorporados quedarán sujetos a las disposiciones del derecho común.”

Creo que eso no sería ningún problema, basta que el Rector lo proponga en cualquier reunión del Colegio Académico para que éste lo apruebe por unanimidad.

El espacio que será, o quizá ya fue, cedido al Ayuntamiento de Hermosillo es el que aparece en las fotos que siguen:




El espacio que será cedido a su majestado el automóvil se ve enseguida a la derecha


En la siguiente se aprecia mejor


La lógica es simple, primero son los automóviles, los niños son después. Es lo mismo que hizo el Gobernador de Sonora saliente, quien mandó destruir la guardería “Beatriz Velasco de Alemán” para abrir espacio al puente a desnivel que ha sido bautizado como “el puente 2010” porque por abajo pasan 2 000 y por arriba pasan 10.
Ver en mi blog: http://fisicahistoriayasuntosuniversitarios.blogspot.com/2009/06/el-estado-cede-su-obligacion-los.html

Aparte de la reducción del espacio de los niños, nos encontramos dentro de otra lógica: la reducción paulatina de los terrenos de la Universidad de Sonora, como es el caso de la Plaza Zubeldía, que adecuadamente es documentada por el Historiador Miguel Castellanos Moreno, ver por ejemplo:
http://historiadelauniversidaddesonora.blogspot.com/2010/03/paso-paso-avanza-la-destrucion-de-la_15.html

La explicación histórica del origen de esa plaza también se debe a Miguel Castellanos Moreno y puede encontrarse en:
http://www.bublegum.net/hisunison/26197/LA+GRAN+PLAZA+UNIVERSITARIA*.html

domingo, 20 de junio de 2010

¿Terrenos perdidos de la Universidad de Sonora?

El 6 de agosto de 1986, en una conferencia dictada por Gabriel García Márquez en Ixtapa, México, describió lo que sería el futuro de la humanidad si un lunes cualquiera estallaba una guerra nuclear. Era el aniversario número 41 de la bomba lanzada por el Gobierno de los Estados Unidos sobre Iroshima y vivíamos bajo la sombra de la guerra fría.

Al final del primer párrafo presentó un conjunto de frases inolvidables, escribió: "La Creación habrá terminado. En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas"

Me vino a la mente porque pasé por lo que fueron los terrenos presuntamente donados a la Universidad en lo que fue la rastreadora de satélites estadounidenses mientras estos trataban de llegar a la luna. Encontré que, hasta donde mi información alcanza, la Universidad de Sonora perdió, o va a perder, o cedió, o algo así, más de siete hectáreas de terrenos cerca de Empalme Sonora, donde estuvo la estación rastreadora de la NASA.

Me quedé pensando que de toda aquella acumulación de tecnología solamente va quedando el polvo del desierto y la buñiga de las vacas. Lo que había en esos terrenos era algo como esto


y lo que quedan son cosas como las siguientes:



La posibilidad de llevar a la práctica un polo de desarrollo tecnológico en esa zona se fue perdiendo en el inmediatismo, en la falta de ideas, en la obediencia con la Secretaría de Educación Pública y en el profundo interés por administrar una educación superior sin herir los intereses de los grupos privados mercaderes de la educación, que han venido expandiéndose desde el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz.

Especialmente a partir de noviembre de 1991, la administración de la Universidad de Sonora tiene dos características fundamentales: es muy cara y tiene una productividad que no se percibe cuando se trata de defender las propiedades universitarias.

En las universidades públicas está de moda la frase: "evaluación académica", pero deberíamos continuar con la frase: "evaluación administrativa", al margen de todos esos criterios oscuros de los ISO 9000 y anexas, que se parecen muchísimo a las empresas calificadoras de riesgos en el sistema financiero internacional. A esas que actúan con base en intereses políticos desnudos, al margen del supuesto propósito de medición técnica.

En una evaluación administrativa simple se vería cuánto cuestan y que ofrecen a cambio. Así de sencillo.

En el caso de la administración de la Universidad de Sonora tenemos un caso: el concepto de Abogado General y el de Consejo Jurídico tienen sus ojos vueltos hacia el interior de la Universidad, sin mirar los tiburones que se encuentran en el exterior. Ellos son algo así como los intérpretes oficiales de la ley 4 pero nada más.

La descripción de la historia de los discos que se encuentran en el Departamento de Física me llevó inicialmente a la intención inicial de escribir algunas explicaciones técnicas sobre la forma en que se rastreaban las naves espaciales y satélites en los tiempos en que se desarrollaron los viajes a la luna (década de los años 1960). Éstas me resultaban interesantes porque el 12 de abril de 2010 se cumplieron 50 años del acuerdo entre México y Estados Unidos para establecer una estación rastreadora en la vecindad de Empalme. Le llamaron la Estación Rastreadora Guaymas-Empalme.

Sin embargo, he tenido necesidad de modificar mi idea inicial porque al visitar los que fueron los terrenos de la estación rastreadora, presuntamente donados a la Universidad de Sonora, los encontré invadidos y en propiedad de un grupo de comuneros que han formado un supuesto ejido en la región este de la CIudad de Empalme.

Como ya escribí, la administración de la Universidad de Sonora es extremadamente cara, especialmente a partir de la implantación de la ley 4 en noviembre de 1991, pero la experiencia nos permite agregar que además de eso es ineficiente en la defensa de las propiedades de la Institución. Resulta que los terrenos parecen haberse perdido, como posiblemente viene ocurriendo con otras edificaciones universitarias sin que ningún profesor de la Universidad esté enterado.

La nómina de la Universidad de Sonora tiene una oficina para ser atendida por quien ocupe el cargo de Abogado General, y además, tiene algo que se llama Consejo Jurídico. Sin embargo, de allí no parece deducirse la obligación de defender las propiedades de la Institución, pues la búsqueda no permite encontrar eso en el Estatuto General. Entonces, la defensa de propiedades universitarias podría no ser responsabilidad de nadie. Obviamente quisiera equivocarme.

Es probable que el punto que estoy tocando ni siquiera se considere importante, pero de cualquier forma, se trataba de terrenos emblemáticos porque fueron muchos los escolares que alguna vez visitaron las instalaciones de la rastreadora y se impresionaron con el funcionamiento de la computadora que se encontraba disponible en ese lugar.



Más aún, como está estadísticamente demostrado, los viajes espaciales trajeron un crecimiento muy notable en el interés de los jóvenes por esas ciencias que llaman duras. Me refiero a la física y a las matemáticas.

Así que va el relato de los terrenos que ya parecen haberse perdido, con la promesa de dejar para después la intención original de describir por qué la rastreadora era importante y por qué es en la actualidad una reliquia innecesaria. Esto era




y esto es en la actualidad





Como ya relaté en una contribución previa a este blog, mi conocimiento de la existencia de esos terrenos como propiedad de la Universidad de Sonora se basa en una conversación personal con el Ingeniero Manuel Rivera Zamudio, quien en una ocasión me comentó sobre la existencia de unos discos que adornaban las instalaciones de la rastreadora de la NASA en Empalme. Como parte de la conversación resultó que estaban en propiedad de la Universidad porque los terrenos habían sido donados a ésta.

Fuera de eso, el único dato extra con el que puedo contar es el comentario personal de testigos que afirman haber visto un letrero en esos terrenos, que establecía que se trataba de una propiedad de la Universidad de Sonora. No he ido al registro público de la propiedad, ni nada semejante. Es algo que está fuera de mi oficio.

En la actualidad los terrenos son un polígono irregular de casi siete hectáreas, con aproximadamente 350 metros de largo por 200 de ancho, que como ya dije, se mencionaban como propiedad de la Universidad de Sonora en 1985. Estos están ahora invadidos por supuestos precaristas y por una empresa trasnacional que ha instalado allí unos invernaderos para generar semilla para tomate.












Colocados en los 27.58 grados de latitud norte por 110.42 grados de longitud oeste, a 800 metros de un poblado reciente de nombre "Ejido San Fernando" y a 1 300 metros del entronque de la carretera Guaymas-Obregón con la salida a Estación Ortiz, los antiguos terrenos de la estación rastreadora de la NASA pasan del olvido a la ocupación ilegal que, de acuerdo a la ley, les dará tarde o temprano el derecho a reclamar la propiedad.

Nada más para citar un ejemplo, el ocupante de este sitio afirma con plena convicción que ese terreno es suyo




y es el sitio donde antes estaba la siguiente instalación



Esta foto fue publicada por GODDARD NEWS, Vol. II, number 12, el 15 de junio de 1962. En ella se informaba que la empresa Bendix acababa de obtener un contrato por 10 millones de dólares para seguir construyendo instalaciones rastreadoras.

Los detalles de cómo nació todo eso que se llamaba Proyecto Mercurio, y algunos de los sentimientos locales contra la ubicación de esa rastreadora, los dejaremos para otra ocasión.

domingo, 13 de junio de 2010

Los discos del Departamento de Física de la Universidad de Sonora

Colocados en desorden por indicaciones de algún ignorante, y poco apreciados por quienes cruzan por enfrente del edificio 3F del campus central de la Universidad de Sonora, se pueden apreciar seis discos cuyo origen es interesante, por eso quiero contar un poco acerca de ellos.

Desde 1961 hasta 1970 hubo hacia el este de la Ciudad de Empalme, Sonora, una estación rastredora de lo que ahora es conocido simplemente como la NASA y que en la década de los años 1960 era conocido en la región de Guaymas y de Empalme como el proyecto Mercurio.

Esa estación rastreadora fue construida para la NASA por una empresa que ahora conocemos como Bendix porque es, o fue, la marca de unas lavadoras de ropa. La empresa era la misma, y no se dedicaba solamente a esa clase de electrodomésticos que llamamos: línea blanca. Hacían, además, diversos servicios de telecomunicaciones que llevaron a esa organización industrial a trabajar para el proyecto Mercurio.

La estación rastreadora de Guaymas era muy importante para el sistema de seguimiento de los vuelos espaciales estadounidenses. No existía el que ahora llamamos sistema de navegación GPS y los vuelos de satélites con o sin tripulación que orbitaban la tierra eran de trayectorias muy bajas. Del orden de 150 a 200 kilómetros de altura.

Debido a lo cercano a la tierra de esos vuelos, ésta tapaba las señales electromagnéticas que se utilizaban para comunicar a las naves espaciales con el centro de control ubicado en Houston, Texas. Así, cuando las naves espaciales estadounidenses cruzaban el Océano Pacífico, perdían contacto con la estación rastreadora de las Islas Hawai y esperaban varios minutos antes de volver a contactar al astronauta, o astronautas después.

El primer contacto con Houston se realizaba a través de la estación colocada al este de Empalme. Los discos cuya historia estoy relatando parcialmente se ubicaban allí.

En 1970 ya estaban cumplidos los principales objetivos del proyecto apolo, habían llegado a la luna en junio de 1969 y estaban colocándose en órbita los primeros satélites de órbita alta, a más de 35 mil kilómetros del centro de la tierra. El sistema que se usaría en lo sucesivo sería el satelital y el método de estaciones colocadas en tierra pasaba a la obsolescencia. Por esa razón, la rastreadora de Guaymas Empalme se canceló, dejando todo en buenos términos entre los dos países: Estados Unidos y México. Los terrenos donde se ubicó la rastreadora pasaron a propiedad de la Universidad de Sonora por disposición de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en los primeros años del gobierno de Luis Echeverría, con Eugenio Méndez Docurro como Secretario de Comunicaciones y Transportes.

Además de los terrenos de la Universidad, las autoridades de nuestra institución educativa recibieron también los discos de que vengo escribiendo. Supe de su existencia en 1984, cuando como integrante del Consejo Universitario conversaba con cierta frecuencia con el entonces Rector Manuel Rivera Zamudio. Me preguntó que si a nosotros nos interesaría conservarlos, porque estaban arrumbados en alguna bodega de la Universidad.

En esos años era Coordinador del recién fundado Departamento de Física el profesor Antonio Jáuregui, pero no fue sino hasta después de 1987, cuando Saúl Robles ocupaba la coordinación de este Departamento, que los discos fueron recuperados para ser instalados en algún lugar de las instalaciones de esta dependencia universitaria.

Desafortunadamente, la orden administrativa de instalación no tuvo ni la imaginación, ni el cuidado, para organizarlos en lugar visible, en el orden que les corresponde para proyectar la idea cronológica con la que el artista decidió expresar los proyectos de los vuelos espaciales. Están, como se aprecia enseguida, en pleno desorden.

Somos muchos quienes nos interesamos por la física y por las matemáticas a consecuencia de esas epopeyas espaciales, en algo que ingenuamente creíamos que era una carrera por llegar primero a la luna. Había algo misterioso que se llamaba: matemáticas, de las cuales solamente conocíamos la aritmética y la geometría, más otra cosa extraña que combinaba números con letras, en un orden que parecía ser muy importante y complicado. Pero de allí a saber cómo todo eso servía para algo, significaba un camino muy largo de entender, más largo de lo que pensé en un principio.

En todo el mundo se incrementó el interés de los niños y los jóvenes por la física y las matemáticas. Ahora las estadísticas muestran unas curvas de crecimiento de las matrículas de ciencias de esos años y todos los conocedores de esa parte de la historia coinciden en que el súbito incremento se debió a las proezas de la Unión Soviética y de los Estados Unidos en el espacio.

Por esa razón, siempre me pareció muy lógico que, al final, tanto los terrenos de la estación rastreadora, como los discos, pasaran a la Universidad de Sonora. El punto es que sería bueno contar con una construcción adecuada, con el consejo de especialistas en museografía, que nos permitieran presentar los discos de manera apropiada para quienes nos visitan, especialmente cuando se realizan los famosos concursos de Física y de Matemáticas a nivel bachillerato.

Los discos están hechos de pequeñas piedras planas, como mosaicos, organizadas para presentar las figuras que se aprecian en las fotografías. Se encuentran en la cara oeste del Edificio 3F, pero apenas se ven como puede notarse en la siguiente imagen, en la que encontramos al fondo los discos y a la izquierda a Don José María trabajando (como es costumbre en él) para conservar los jardines.






Con el crecimiento de la vegetación se aprecian menos, de modo que para presentar el conjunto de ellos tuve necesidad de ubicarme adecuadamente para tomar la foto.






El orden correcto parece ser el siguiente: primero una galaxia que se puede apreciar enseguida, aunque pensándolo bien, también podría ser el último de los discos, generando la idea de que, después de la luna, seguía la exploración de todo el cosmos.




El segundo, que podría ser el primero, es un avión de hélice de la década de los años 1910 a 1920.




después un cohete en pleno despegue




Enseguida un disco que
a la izquierda presenta a la tierra y debajo una nave del proyecto mercurio seguida de un astronauta. Las primeras misiones de los Estados Unidos en torno a la tierra.





Posteriormente un disco que presenta la tierra a la izquierda, debajo una nave géminis indicando los vuelos orbitales por parejas y una par de astronautas ligeramente a la derecha, el número de tripulantes en cada viaje en ese proyecto.





Por último, un disco presentando la tierra a la izquierda, la luna a la derecha y debajo de la tierra una nave con cuatro secciones que muestra: la nave apolo, el módulo de servicio, la sección donde portaban el módulo lunar y la tercera etapa del sistema de propulsión que servía para sacar al sistema de la órbita terrestre hacia una órbita más larga que permitía caer en el campo de gravedad lunar, además, en el disco se aprecia a tres astronautas, que era la cantidad de personas en esas tripulaciones de las naves apolo.






En esta secuencia, se antoja que el disco cuya imagen coloqué al principio podría estar al final, sugiriendo la exploración del universo.