sábado, 14 de diciembre de 2013

Universidad de Sonora ¿cómo evitar que sigan atropellando estudiantes?

Esta foto nos muestra el Teatro Degollado en Guadalajara Jalisco. Quiero aprovecharla para sugerir algunas ideas nada caras que podrían ayudar a disminuir el riesgo que corren nuestros jóvenes en las calles que circundan la Universidad de Sonora.

El objetivo de esta contribución es proponer una solución parcial que podría disminuir el riesgo de atropellamientos de estudiantes de la Universidad de Sonora a un costo relativamente barato. Este tema lo traté el 25 de marzo de 2012 y puedes leerlo en la siguiente dirección:

Obviamente ninguna autoridad me hizo caso, y desde entonces, han atropellado a varios jóvenes. Recuerdo a una joven deportista que murió a causa del golpe recibido, y pocos días después, un sujeto con poca alma atropelló a dos estudiantes de medicina en la calle Reforma.

Parto de la base de que los automovilistas no harán algo de su parte para respetar la vida de los jóvenes que asisten cada día hábil a atender sus clases, exámenes, etcétera en el campus de la Universidad de Sonora, Unidad Centro.

Trataré únicamente el caso de la Calle Colosio, ubicada como frontera sur del campus universitario. Los riesgos diarios enfrentados por los jóvenes amerita hacer algo con urgencia.

La misma solución puede ser aplicada en todas las demás calles circundantes a la Universidad. En todos los casos se trata de falsas vías rápidas, como hice ver en la contribución antes citada.

Otra premisa fundamental para esta propuesta es la siguiente:

No es lo mismo agilidad y fluidez en el tránsito que velocidades permitidas muy altas.

Explicaré ahora por qué. Todo parte de que el cálculo del tiempo utilizado en un recorrido a rapidez constante se calcula mediante la siguiente expresión:

donde t indica el tiempo, d la distancia recorrida y v la rapidez de un móvil.
De modo que cuando las distancias son pequeñas, como en una ciudad, las diferencias de tiempo tampoco son muy grandes.

Supongamos un automovilista que va desde la calle Rosales, a lo largo de la calle Colosio y avanza hacia el poniente, para llegar hasta un costado del seminario donde se forman sacerdotes de la iglesia católica. La distancia es de aproximadamente 4 800 metros.

Supongamos ahora un diseño vial en el cual los semáforos están sincronizados para que un automovilista los encuentre en señal verde mientras viaja a una velocidad de 60 kilómetros por hora. Son 16.6 metros por segundo y lo llamaremos conductor rápido.

El tiempo que el conductor rápido de un automóvil necesita para llegar desde la calle Rosales hasta el seminario para sacerdocio católico (Hermosillo) es de 4 minutos y 49 segundos.


En cambio, si el diseño vial consiste en sincronizar los semáforos para favorecer a los conductores que viajan a 40 kilómetros por hora (conductor lento), tenemos que viaja a 11.11 metros por segundo y necesita de 7 minutos con 12 segundos para recorrer esa misma distancia.

La diferencia de tiempo entre el conductor rápido y el conductor lento es de 2 minutos con 23 segundos.

La conclusión es que aumentar la velocidad máxima de 40 a 60 kilómetros por hora sólo mejora el tiempo de traslado en menos de dos minutos y medio. Demasiado poco para tanto incremento del riesgo. Si la gente se atrasa, en los atascamientos, se debe a la mala sincronización de los semáforos, y también, a la necedad de quienes sabiendo que a una velocidad anunciada encontraran los verdes, insisten en conducir a una rapidez muy superior. No reflexiona en que, así, lo único que consiguen es llegar antes al siguiente cruce importante, frenar y quedarse estacionados frente a un semáforo en rojo. Cuando por fin se pone verde, tardan en arrancar y son alcanzados por los que no condujeron tan rápido como ellos, quienes a cambio, se ven obligados a frenar.

Sobre la base de la consideración anterior, propongo una velocidad de sincronía de 40 kilómetros por hora en el tramo de la calle Colosio con semáforos bien sincronizados y medidas para evitar velocidades superiores. Si es así, se puede pensar en un sistema de islas donde cada estudiante se pueda proteger de un atropellamiento.

El diseño de estas islas se puede explicar revisando cómo se procedió enfrente del Teatro Degollado de la Ciudad de Guadalajara Jalisco, cuya foto presento enseguida

En ellos puede verse los carriles separados por cilindros que impiden el paso brusco de un carril a otro. Se trata de una calle de 13 metros de ancho, dividida como se ve en la foto.

Para el caso de la calle Colosio, al sur de la Universidad, sugiero la construcción de cuatro rectángulos en el carril central, con un área de 21 metros cuadrados cada una. Tomando en cuenta que la vialidad mencionada tiene cinco carriles, es posible diseñar las islas para que sean tan anchas como el carril mencionado y con aproximadamente 6 metros de largo.

En 742 metros desde el Centro de las Artes hasta la calle Reforma es factible colocar seis de estas islas. Aproximadamente una cada cien metros, tal que los estudiantes podrían avanzar dos carriles, protegerse en medio de los cilindros para evitar ser atropellados y esperar el tiempo necesario para terminar de cruzar la calle.

La costumbre de cambiarse de carril solamente porque el conductor juzga que por la línea vecina podrá ir más rápido también podría ser eliminada a base de esta clase de cilindros. No es muy caro y la seguridad de los estudiantes peatones crecería.



domingo, 6 de octubre de 2013

Las plazas de tiempo completo en la Universidad de Sonora (laberinto de ilegalidad)



Los romanos usaron las modificaciones al calendario para apresurar el cobro de los impuestos y destrozaron la razón de ser del mismo. Su objetivo inicial era funcionar como medida del tiempo para la orientación necesaria de las actividades agrícolas.

En un sentido similar, la autoridad de la Universidad de Sonora viene manejando la ocupación de las plazas de tiempo completo como un asunto que se puede tratar con el dedo, al margen de toda la legislación aplicable al respecto.

Ocurre que todavía no se jubila alguien y ya existe el presunto sustituto.

Llevado al extremo, se podrían dedicar a hacer una lista de los más enfermos y achacosos para escribir en otra columna quién va a sustituirlos si fallecen.

Esto es especialmente preocupante para los profesores de asignatura que aspiran a ocupar una plaza de tiempo completo alguna vez y también es materia de ocupación del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora (STAUS), donde las direcciones sindicales han creído que impulsando la jubilación de profesores se abrirán espacios para el personal que trabaja por horas.

Es tiempo de que todo el personal de asignatura comprenda que la dinámica de los hechos muestra que las plazas no serán para ellos, sino para los repatriados y retenidos que la autoridad tenga a bien incluir en las convocatorias que ha venido sacando periódicamente.

Se trata de convocatorias en las que se incluyen restricciones peligrosas que luego no son respetadas. Porque después resulta que de manera discrecional se aceptó tramitar repatriaciones y retenciones sin el requisito de tener una plaza disponible.

Los hechos demuestran que esa esperanza del personal de asignatura no pasa de ser una ilusión, pues la autoridad viene designando, a través de una comisión especial que es ilegal, quienes van a ocupar las plazas próximas a desocuparse.


El contexto legal es muy claro, pero se han empeñado en enredarlo. En el punto 1 de las referencias que agrego a esta contribución a mi blog cito que la Constitución Mexicana especifica que las universidades rigen sus relaciones de trabajo conforme al Apartado A del Artículo 123 Constitucional, de acuerdo a las características propias de un trabajo especial.

En el punto 2 muestro que la Ley Federal del Trabajo obliga a que los profesores que ingresan sean aprobados conforme a una evaluación académica que efectúe el órgano competente que la propia universidad establece.

En el punto 4 hago ver que la ley orgánica obliga a que dicha evaluación sea por opisición y en el punto 8 hago ver que, de acuerdo a dicha ley, el órgano pertinente es el Consejo Divisional.

Dicho de otro modo, en noviembre de 1991 el Congreso del Estado de Sonora pasó por encima de la Ley Federal del Trabajo y no le dejó a la Universidad de Sonora la oportunidad de decir cuál sería el órgano encargado de tales evaluaciones. Especificó que serían los consejos divisionales, y además, les dijo cómo: por oposición.

Las autoridades de la Universidad de Sonora que juran respetar la ley deberían tener esto muy en cuenta.

No lo han hecho así. Parecen ignorar que hace más de 21 años que desapareció el Consejo Universitario, cuerpo colegiado que tenía la facultad de atender y resolver en última instancia cualquier conflicto, y podía también interpretar la ley orgánica.

No es el caso del Colegio Académico. Éste está limitado a los criterios que le proponga el Consejo Jurídico, como señalo en el punto 5.

Como señalo en el punto 7, la ley orgánica le permite al Colegio Académico atender y resolver sobre aquellos asuntos que no sean competencia de otros órganos. En consecuencia, no tiene derecho a nombrar ninguna comisión especial que asigne plazas, como tampoco debe hacerlo el Rector.

Como señalo en el punto 10, el artículo 40 de la ley orgánica establece que es el Consejo Divisional el que procesa el ingreso del personal académico.

Los procedimientos están en el Estatuto de Personal Académico pero no se respetan, peor aún, hay autoridades que pretenden seguir violando esta norma jurídica con el pretexto de que ya ha sido violado antes.

Aunque acuerden con el STAUS procedimientos, las autoridades de la Universidad de Sonora tienen la obligación de ceñirse a las normas anteriores. Esconderse detrás de una serie de hechos ocurridos en el pasado no le da derecho a nadie a violar la legislación.

No existe en México una sola norma jurídica realmente aplicable, que respalde el proceso de asignación de plazas que se viene realizando.





REFERENCIAS:

Punto 1:
Constitución Política de los Estados Unidos. Artículo 3o, Fracción VII

"Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la ley otorgue
autonomía, tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas; realizarán sus
fines de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los principios de este artículo,
respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre examen y discusión de las ideas;
determinarán sus planes y programas; fijarán los términos de ingreso, promoción y permanencia
de su personal académico; y administrarán su patrimonio. Las relaciones laborales, tanto del
personal académico como del administrativo, se normarán por el apartado A del artículo 123 de
esta Constitución, en los términos y con las modalidades que establezca la Ley Federal del
Trabajo conforme a las características propias de un trabajo especial, de manera que
concuerden con la autonomía, la libertad de cátedra e investigación y los fines de las
instituciones a que esta fracción se refiere;"

Punto 2:
Ley Federal del Trabajo:
"Artículo 353-L.- Corresponde exclusivamente a las universidades o instituciones autónomas por ley
regular los aspectos académicos. Para que un trabajador académico pueda considerarse sujeto a una relación laboral por tiempo indeterminado, además de que la tarea que realice tenga ese carácter, es necesario que sea aprobado en la evaluación académica que efectúe el órgano competente conforme a los requisitos y procedimientos que las propias universidades o instituciones establezcan."

Punto 3:
Exposición de motivos de la ley 4, Orgánica de la Universidad de Sonora:
"En los artículos 51, 52 y 53, con sus respectivas fracciones, se especifican los requisitos que deberán reunir los componentes de la comunidad universitaria, así como los derechos y obligaciones que tendrán los mismos."



Punto 4:
Ley 4:
Artículo 52, Fracción II:
"Los nombramientos del personal académico podrán ser de carácter definitivo o interino. Los nombramientos definitivos deberán hacerse mediante oposición abierta."

Ley 4:
Consejo Jurídico
Punto 5:
"ARTÍCULO 49.- Compete al Consejo Jurídico proponer criterios de interpretación en la aplicación de esta ley, de sus reglamentos y del estatuto general."

Punto 6:
Colegio Académico
Ley 4:
Artículo 21, Fracción III:
"Expedir las normas y disposiciones reglamentarias para la mejor organización y funcionamiento académico de la Universidad, previo dictamen técnico del Consejo Jurídico."

Punto 7:
Colegio Académico
Fracción XVI:
"Conocer y resolver sobre los asuntos administrativos que no sean competencia de otro órgano de la Universidad;"

Punto 8:
Consejo Divisional
Artículo 40, Fracción :
"Evaluar, dictaminar y resolver en definitiva sobre el ingreso y promoción del personal académico, para lo cual nombrará comisiones dictaminadoras;"

Punto 9:
Estatuto General
Facultades del Colegio Académico
Artículo 17, Fracción V
"Ejercer las demás atribuciones que le confieran las normas y disposiciones reglamentarias de la Universidad."

Punto 10:
Facultades de los Consejos Divisionales:
Ley 4
Artículo 21, Fracciones VIII y IX
"Nombrar las comisiones dictaminadoras para evaluar, dictaminar y resolver sobre el ingreso y promoción del personal académico.

Resolver en definitiva sobre las evaluaciones para el ingreso y promoción del personal académico en caso de impugnación."

sábado, 22 de junio de 2013

Recuerdos sobre Arnoldo Martínez Verdugo (memorias de un ciudadano)



Algunos antecedentes

Existe en Japón un concepto que se llama: tesoro viviente. Se refiere a las personas destacadas en determinadas actividades artísticas o técnicas que se encuentran en peligro de extinción.



Si las normas morales en la política mexicana están en proceso de desaparecer, entonces podría haberse desarrollado una iniciativa tendiente a hacer de Arnoldo Martínez Verdugo un tesoro viviente mexicano.

Sin embargo ocurrió exactamente lo contrario. Cuando Jesús Ortega tomó la dirección del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en noviembre de 2008, le retiró a Don Arnoldo la pensión mensual que recibía de ese partido. La medida se hizo extensiva a todos los consejeros eméritos de esa organización política. Tenía entonces 84 años de edad y era su único ingreso.

Don Arnoldo murió el viernes 24 de mayo de 2013 a la edad de 88 años, y aunque ya no será para los mexicanos un tesoro viviente, podría ser considerado como la esencia de una izquierda mexicana en la cual la honestidad debería venir aparejada de la actividad política de los hombres de izquierda. Ésta es una concepción muy diferente a la conducta esgrimida por la dirección del PRD que es conocida como los chuchos.

Don Arnoldo fue el dirigente del Partido Comunista Mexicano desde 1963 hasta su desparición en 1981. Una organización política proscrita en México por orden de diversos presidentes del país, quienes veían necesario congraciarse con los empresarios y facilitar su control de los trabajadores. Estuvo en Lecumberri solamente porque sí, pues nunca fue promotor de ninguna vía violenta. Vestía de manera pulcra y sin pretensiones, no se dejaba barba de intelectual, ni usaba lentes, ni trajes caros.

El PCM, el ambiente en su contra, y la reforma política de José López Portillo

El partido que le tocó dirigir estaba terriblemente vilipendiado en México, a pesar de que Don Arnoldo impulsaba una línea independiente de la casta dirigente de la Unión Soviética, se le colgaban todos los crímenes de Stalin. Se le acusaba de pretender arrebatar a los niños del seno familiar para llevarlos a adoctrinar en las escuelas ateas del estado. Se pretendía que desde el poder declararía que todas las mujeres serían socializadas sexualmente, entre otros embustes en los que ya solamente faltaban las recetas de cocina por medio de las cuales los niños serían azados.

Como relata Enrique Semo, en el año de 1963, cuando Gustavo Díaz Ordaz era Secretario de Gobernación en México, tuvieron que realizar un congreso del partido en una casa a oscuras, cuidando de no hablar en voz demasiado alta y durmiendo durante las noches en el piso. Otros militantes del PCM me contaron alguna vez que la repartición del periódico tenía que realizarse llevándolo escondido adentro de otro periódico de circulación nacional, pues la simple posesión del mismo generaba detenciones.

El PCM había intentado participar electoralmente en 1967, pero el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz prohibió la realización de la asamblea donde tomaría los acuerdos conducentes a su actividad electoral. De todos modos, el 14 de abril de ese año presentaron a la Comisión Federal Electoral una lista de candidatos a diputados para 178 distritos electorales del país, pero estos no fueron registrados.

Ocho años después, en diciembre de 1975, el XVII Congreso Nacional del PCM decidió que en 1976 presentaría como candidato presidencial al líder obrero Valentín Campa y así lo hizo. Don Valentín recorrió el país y estuvo en Hermosillo Sonora en un momento álgido para el estado, y en particular, para la Universidad de Sonora. En octubre de 1975 el presidente Luis Echeverría había ordenado la renuncia del gobernador del estado. Un joven protegido suyo que por alguna razón había caído de su gracia. En su lugar, cubría el interinato Alejandro Carrillo Marcor, un integrante del PRI con una trayectoria personal que bordeaba la centro izquierda, pero que para los empresarios sonorenses era algo así como un comunista infiltrado en el patio de su casa. Los cambios en la vida local eran notables: menos de veinte meses antes, por traer entre tus libros alguno de los ejemplares escritos por Lenin, te hacías acreedor a una represión policiaca, pues la portación de esas obras era catalogada como literatura subersiva en la prensa, que justificaba tu detención por ese solo hecho. En cambio, en los primeros meses de 1976, comprendiendo el negocio que tenía enfrente, la empresa Librolandia tenía al menos una mesa llena de libros de color rojo, entre los cuales podías comprar, en pleno centro de Hermosillo, uno de los ejemplares que menos de dos años antes debías esconder cuidadosamente. Los grupos de la ultraderecha sonorense estaban alarmados, no querían a ese sujeto en la gubernatura, y para colmo, en la Universidad de Sonora había estallado una huelga de trabajadores que a la semana ya estaba desalojada por un grupo de choque conocido coloquialmente como “los micos”. Los huelguistas agredidos fueron a instalarse en la Plaza Zaragoza, enfrente del Palacio de Gobierno, desde el 19 de marzo de 1976. Allí estaban en mayo de ese año, y hasta esa plaza llegó Valentín Campa con un discurso en el que se hablaba sin tapujos. De acuerdo a los conteos del mismo PCM, en julio de ese año obtuvo un millón seiscientos mil votos.

La realidad de la reforma política que surgió a partir de 1978 era ésa. En 1976 el Partido Acción Nacional había decidido boicotear las elecciones, mientras el PCM participaba, al margen de la ley, con votos recibidos que luego no fueron reflejados en las actas. Contrario a la historia de los columnistas promovidos por las revistas apropiadamente financiadas, más sus pregoneros en la radio y la televisión, la ultraderecha en México dormía en el momento en que la izquierda presionaba por una apertura democrática.

El concepto de partido en la práctica de Arnoldo Martínez Verdugo

La primera vez que el PCM participó en elecciones como un partido legalmente reconocido fue en 1979. Fue posible gracias a la reforma electoral que discute apropiadamente Miguel Castellanos Moreno en un blog que se encuentra en la siguiente dirección:

Era un partido que traía documentos para presentarse en lugar de frases escuetas sin contenido




En esa ocasión el PCM pidió ayuda para ir a vigilar las casillas y yo me ofrecí como uno de tantos voluntarios. Además del terrible calor que se abatió sobre nosotros, hay tres hechos que nunca olvidaré de ese día. El primero fue la cara de espanto del presidente de casilla cuando me presenté diciendo que llegaba en representación del partido comunista. El segundo fue cuando encontré que habían votado dos muertos, pues como la casilla se colocaba a 150 metros de la casa donde había pasado parte de mi niñez, yo conocía a los habitantes de los alrededores. El tercer hecho se presentó cuando traté de declarar que ese día habían venido a votar (desde el más allá por supuesto) una señora a quien apodaban Doña Chepita y su hijo Abdón. El presidente de casilla pretendió negarme el derecho a anotarlo en el acta de cierre correspondiente, y como durante la tarde habían ido a llevarle alimentos dos de sus hijas, mismas que me saludaron afectuosamente porque habían sido estudiantes mías en el bachillerato, se preocupó cuando le pregunté qué iría a pensar de él su familia si sabía que me había negado algo establecido en la ley.

La campaña del PCM en 1979 no fue sencilla, acostumbrados al régimen previo a la reciente reforma política, los policías interceptaban a las personas que repartían su propaganda o pintaban bardas en la forma que estaba autorizada. Había recibido el registro condicionado en 1978 y debía refrendarlo en las elecciones de julio del siguiente año mediante la obtención de cuando menos el 1.5% de los votos.

El PCM desapareció en 1981 para dar lugar al Partido Socialista Unificado de México y Don Arnoldo participó como candidato a la presidencia de la república en 1982. Visitó Hermosillo, Sonora, como parte de su campaña. Realizó un mítin bastante numeroso en el Jardín Juárez, con el templete colocado en el entronque de la calle Matamoros y Yucatán, enfrente del Cine Sonora.



Venía promoviendo el programa y la ideología del partido, y como consecuencia, aprovechó el acto para fijar la posición oficial del mismo acerca del papel de la iglesia y de los curas en la política de México. Me llamó la atención que proponía la vigencia de derechos civiles de los sacerdotes, a la vez que insistía en la libertad de credo religioso de cada mexicano. Me pareció excelente la seriedad de su postura y sentí que era paradójico que justamente un comunista estaba planteando el voto como uno de los derechos de los curas.
Escaneo Arnoldo candidato en 1982



Aquella era una izquierda que no jugaba a las moderaciones y proponía soluciones profundas. Se apoyaba en volantes sin frases vacuas y en su programa contemplaba los siguientes puntos:
Respeto a las garantías individuales.
Vigencia de los derechos de expresión, reunión y manifestación.
Disolución de cuerpos policiacos anticonstitucionales.
Alto a la represión.
Democracia y libertad sindicales.
Derecho efectivo de huelga.
Escala móvil de salarios.
Control de precios.
Control de cambios.
Nacionalización de la banca.
Confiscación de capitales y bienes adquiridos al amparo de los cargos públicos.



En el caso de la Universidad de Sonora había varios grupos pequeños de estudiantes que se habían asociado para enfrentar a la ultraderecha que dirigía la institución. Se llamaban comités de lucha y eran un conjunto de muchachos con ideas muy diversas que simpatizaban con la izquierda, pero no tenían una idea orgánica de ella. Una cantidad significativa de estos jóvenes que se decían de izquierda se la pasaban criticando la actitud electorera del PCM, y después, también la del PSUM. Varios de ellos mantuvieron esa mentalidad hasta que se vieron obligados a enfrentar sus necesidades y aspiraciones de diversas maneras. Por ejemplo, en 1986, uno de los integrantes del Comité Ejecutivo del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora, expresaba que la izquierda electorera había vendido su ideología a cambio de un plato de lentejas. Otros se la pasaban escribiendo en las paredes: “luchar contra el imperialismo donde quiera que esté”, sin usar la ortografía correcta, sin importarles si los destinatarios del mensaje sabían quién era ese tal imperialismo y tampoco si estaban de acuerdo en que anduvieran embarrando las paredes.


En los primeros años de la década de 1980 se destacaban en Sonora los herederos del Partido Comunista Mexicano y del Partido del Pueblo Mexicano (PPM), además de un par de grupos troskistas y un conjunto de personas cuya actividad política era pintar paredes y firmarse CS. Al interior del PSUM chocaron dos visiones distintas de partido, unos (los del PCM) acostumbrados a una supuesta clandestinidad y a mantenerse en una estructura de cuadros y de células que tenían el ADN averiado, pues casi no lograban reproducirse. Otro (el PPM) ligado a un sistema clientelar de liderazgo y obtención de metas muy concretas y específicas. Ante el riesgo de ruptura en el naciente partido Don Arnoldo y Alejandro Gazcón Mercado hicieron acto de presencia con relativa frecuencia. Entonces tuve la oportunidad de conocer a ambos.

Don Arnoldo recorría las células del antiguo PCM una por una. Enseñaba que el papel de los universitarios era: como profesores, enseñar bien, y como estudiantes, estudiar mucho. Analizar la realidad y comprenderla para ponerla al alcance de nuestro pueblo en palabras claras. En cuanto a la política, era necesario aprender la teoría y aprovecharla para actuar en forma consecuente con el ideal de una democracia practicada por todos los mexicanos.

Para Don Arnoldo, un pueblo que no era capaz de luchar por la democracia tampoco tendría la habilidad para construir el socialismo. Don Arnoldo asistió a varias de nuestras reuniones cargado de una paciencia que parecía infinita. Se sentaba con nosotros en torno de una mesa y pedía que alguien organizara la reunión otorgando la palabra. Presentaba un informe breve de la razón de su presencia y buscaba enterarse de los eventos políticos locales más recientes, deseaba saber nuestra opinión al respecto y promovía la realización del análisis de la situación que se estaba presentando. Preguntaba cómo veíamos las cosas y qué pensábamos hacer. Contrario al dicho de los detractores de esa izquierda a la que llamaban electorera, jamás daba línea.

En una ocasión contó una broma. Dijo:
- Los trabajadores de la Unión Soviética dicen que su ministro de agricultura es mago – guardó silencio.
No faltó quien preguntara:
- ¿Por qué? – entonces Don Arnoldo completó:
- Porque manda sembrar el trigo en Ucrania pero lo cosecha en Canadá.

Fue su forma de recordarnos, sin entrar en polémicas, que él no se creía el cuento de la Unión Soviética como el paraíso de los trabajadores.

Alejandro Gazcón Mercado, líder del PPM, asistía también a las reuniones oficiales y en una ocasión conversó con nosotros acerca de la situación de la Universidad de Sonora. Era un hombre dicharachero, simpático y probablemente bohemio, pues en una ocasión, mientras lo trasladaba al sitio donde se quedaría a dormir, me invitó a una cantina que, al parecer, conocía bien, pues me habló maravillas de lo bien que lo podrían tratar a uno allí.

Arnoldo escribía entonces su libro Historia del Comunismo en México y se iba todas las mañanas con su máquina de escribir a buscar información que le fuera de utilidad. Su interés en ese momento se centraba en Luis G. Monzón, un profesor originario de San Luis Potosí que había sido impulsor del pensamiento de los hermanos Flores Magón. Éste es un dato importante porque nos muestra cómo funciona el sistema sonorense de limpieza ideológica, se oculta la actividad política de este profesor que respaldó el movimiento de Francisco I. Madero en 1910 y fue uno de los cuatro representantes por Sonora en el Congreso Constituyente que llevó a la redacción de la Constitución de 1917. Después sería uno de los creadores de la Liga Nacional Campesina en noviembre de 1926 y senador por Sonora, pero como nunca fue promotor de las ideas agradables para los oídos de los empresarios, es un personaje olvidado. Hay en la colonia Nuevo Hermosillo una calle con su nombre, pero no se de una escuela que lo tenga, a pesar de que terminó sus días como inspector de escuelas en el Distrito Federal, viviendo de su trabajo, y de ser el promotor de un sistema educativo unificado en la Constitución de la República, contraviniendo la línea planteada por Venustiano Carranza, quien no la contempló en su proyecto.

Para establecer en Sonora un concepto de partido, Don Arnoldo no fue a teorizar, nos mostró que a los congresos se llegaba con análisis estructurados en documentos y propuestas de acción que debían discutirse. El mismo PSUM nació haciendo el trabajo de esa forma, siguiendo los lineamientos del PCM. Hubo en la campaña un documento impreso que se intitulaba: Basta de Miseria en México (una política económica en beneficio de los trabajadores)


Se contaba con otro llamado: Una alternativa democrática y revolucionaria para transformar la frontera norte de México.

Uno más de nombre: El PSUM y la política ecológica



Y así sucesivamente. El propósito era que fueran leídos y discutidos a profundidad para normar la forma en que se expresarían las ideas frente al conjunto de pobladores de cada sitio.

El principio del fin de un concepto

En los congresos compartidos con el PPM aprendimos que había otra forma de pensar en el partido, una en la que los delegados no estaban a la hora de las presentaciones de conclusiones de las mesas, pero nunca se perdían las votaciones siguiendo las indicaciones de alguien que en broma le llamábamos el tira líneas.

El PSUM desapareció en 1987 para dar lugar al Partido Mexicano Socialista (PMS) y dejó para siempre el símbolo de la hoz y el martillo. En 1988 postuló al Ingeniero Heberto Castillo como candidato a la presidencia de la república, quien declinó ante el fenómeno de Cuauhtemoc Cárdernas.
La necesidad que tuvo el PRI de hacer un fraude para seguir en el poder mostró algo que nos habia dicho Don Arnoldo la primera ocasión que se reunió con nosotros. Abrió su presentación diciendo que los resultados de las elecciones, entre otros datos disponibles acerca de las luchas populares y el malestar de la gente, daban muestras claras de que estábamos ante la presencia de un partido (el PRI) que estaba en declive. Era 1983 y a muchos de los presentes nos sorprendió su optimismo. En julio vimos las caras de preocupación de los priístas declarando que ellos habían ganado, pero el lenguaje facial y corporal delataba lo contrario. Se impusieron con la ayuda de los panistas y entonces se inició este sistema de compartir el poder a la manera en que lo hacen los republicanos y los demócratas en Estados Unidos. Lo mismo con siglas y matices diferentes.

No vimos al PMS, ni al PRD (que usufructúa el registro del Partido Comunista Mexicano) elaborar documentos ni tratar de educar en escuelas de cuadros a su gente. Un día llegó Cuauhtemoc Cárdenas a dictar una conferencia en Hermosillo en las instalaciones de un hotel lujoso. Era la inauguración del sistema de recepción con algo similar a una alfombra roja. Con achichincles pegados a él desde que aparecía entre la muchedumbre. Reconocí entre el montón a dos de sus acompañantes, eran de aquellos pintadores de bardas que se firmaban CS antes de salir corriendo. Se parecían a los defensas de los equipos europeos de futbol, pegados al líder hasta el grado que casi no lo dejaban dar un paso. Habían empezado las cargadas ante la creencia de que el poder estaba cerca. No había documentos de partido alguno, ni propuestas discutidas en asambleas abiertas, ni nada similar. Ya se trataba de otra cosa y no era el tipo de organización política con principios claros y programa escrito que promovía Don Arnoldo.


sábado, 5 de enero de 2013

Camote cocido a la leña. (Una costumbre Mexicana)




En esta fotografía se aprecia un platillo mexicano. Es camote cocido usando leña como combustible y al servirlo se prepara con piloncillo diluido en agua, además de una leche condensada dulce.

Su nombre científico es ipomea batatas y en Inglés le llaman sweet potatoes.

En el centro de México hay personas que empujan por las calles carritos como el de la figura siguiente


Ocasionalmente llegan a Hermosillo, Sonora, donde se tomó esta fotografía.

En la parte inferior lleva leña encendida que mantiene caliente todo el sistema.

Revisando de abajo hacia arriba puedes ver un primer compartimiento con una asa para abrirlo si se hace necesario. Contiene leña que podría estar un poco húmeda, de modo que se va secando con el calor producido por la lumbre debajo.

Arriba se puede ver otra asa. Es la que contiene el camote cocido caliente. Arriba del aparato se ve claramente el tubo que funciona como chimenea y evita ahumar el alimento que se vende.

A la izquierda de los compartimientos descritos se aprecia un depósito de leña, donde también se transportan las botellas con miel hecha de piloncillo (o panocha de caña de azúcar).

Ligeramente arriba se ve un pequeño cilindro que lleva agua caliente para producir vapor. El vendedor empuja la carretita manualmente y se anuncia cuando abre ligeramente una llave para dejar escapar el vapor de agua, el cual pasa por una abertura pequeña y produce un silbido muy potente, de modo que no puede pasar desapercibido.

A precios de enero de 2013, uno de estos platillos cuesta treinta pesos mexicanos, lo cual es un poco menos de tres dólares estadounidenses.