martes, 18 de marzo de 2014

Las puntas hirientes del algodón



Al occidente de la ciudad de Hermosillo, Sonora, a doce kilómetros del campus de la Universidad de Sonora, se ubica un estadio de béisbol que, por ahora, se llama estadio Sonora.


Hay dos accesos al estadio y uno de ellos se llama calle Héctor Espino, en recuerdo del mejor bateador que alguna vez jugó para el equipo de los Naranjeros de Hermosillo.

Siendo una construcción nueva, alejada de la ciudad, todavía se respira allí cierta tranquilidad que pronto será destruida por los proyectos de fraccionamientos que ya están en desarrollo. Todavía se siente el ambiente del campo pero no se puede transitar por esos terrenos porque están llenos de letreros amenazantes.



Un caballo y un burro pastan apaciblemente a casi dos kilómetros del estadio. El asno es muy confiado y se acerca a los transeúntes que van a pasear en bicicleta cuando el Sol empieza a caer.



Extrañamente, encontré sobre un montón de basura unas plantas de algodón y las fotografié para que quienes lean estas líneas conozcan la planta de la cual salen una buena cantidad de sus prendas de vestir.



Pero quiero contar además otra historia. Vean la foto que sigue, donde hubo antes un capullo de algodón, se aprecian las puntas agudas (como espinas) de la planta.



Aunque la primera máquina exitosa cosechadora de algodón se inventó en el año de 1943, en la década de los años 1960 todavía se recurría a la mano del hombre para recoger el algodón. Era más barato y no se desperdiciaba nada.


Los campesinos mexicanos viajaban hasta Estados Unidos para ganar algunos dólares y, entre otros trabajos, uno de ellos era la cosecha de algodón. Un tío mío, hermano de mi padre, fue uno de esos muchos braceros que estuvieron allá. Una vez me contó que terminaban con las manos sangrando con esas puntas agudas, y como no debían manchar el algodón, tenían que limpiarse con cuidado y con frecuencia. Con el paso de los días, los dedos se les llenaban de cicatrices y el problema “se resolvía”.

lunes, 3 de marzo de 2014

La Escuela de Altos Estudios y su fracaso ante las politicas del SNTE



En estos primeros días de marzo de 2014 se recuerdan los cincuenta años de la creación de la Escuela de Altos Estudios en la Universidad de Sonora. Inició actividades el 3 de marzo de 1964 y fue oficialmente suprimida en mayo de 1983, semanas después de la creación de los Departamentos de Física, de Humanidades y de Matemáticas. ¿Donde se ubicaba físicamente?



Desde los malos olores de los vendedores de Hot Dogs y el polvo generado por los dirigentes de una construcción en la Universidad de Sonora, se percibe el edificio de la foto anterior. Ahora le llaman el edificio 3A.

La mayoría de las personas que pasan por allí desconocen que allí se albergó un proyecto académico que el 4 de marzo de 2014 es celebrado porque llega al cincuentenario de su fundación.



Es nuestro gusto por los números múltiplos de diez. Es nuestra exageración por el encanto del sistema decimal, como cuentan que una vez dijo Jorge Luis Borges a uno de los asistentes del funeral de su madre.

En el acto protocolario de su celebración se contarán cosas lindas y se reunirán algunos de los protagonistas de antes para tomarse la foto con los protagonistas de ahora. Al día siguiente un diario cualquiera, y la gaceta universitaria, por supuesto, darán la noticia de que la autoridad en turno asistió a la celebración de un cincuentenario. Los celebrados serán un nombre en una lista.

No se hablará de una realidad que debería ser punzante por todo lo que significa. La Escuela de Altos Estudios fue un proyecto académico que fracasó en uno de sus objetivos más importantes: la formación de profesores de enseñanza media básica y de enseñanza media superior. Éste es el punto que me interesa ahora.

Por la puerta de la foto siguiente entraron profesores de esos niveles durante varios años. Ellos tenían la esperanza de aprender los contenidos de física, matemáticas y literatura que necesitaban para su trabajo de enseñanza, pero con el tiempo, dejaron de venir.



La pregunta que procede es: ¿por que se fueron?

Sucede que con el paso de los años el aprendizaje de contenidos para trabajar con sus asignaturas de Física y de Matemáticas se mostraron como irrelevantes para la obtención de un sueldo mejor, o para la obtención de un empleo.

Aprender estas ciencias no tenía ninguna repercusión laboral favorable y era simplemente un quebradero de cabeza que les restaba tiempo que necesitaban para su familia.

Peor aún, cuando la disminución de sueldos del magisterio fue enfrentada con el derecho a ocupar dos plazas de profesor. Una en el turno matutino y otra en el vespertino, la posibilidad de aprender contenidos quedó completamente cancelada.

Lo anterior no fue una casualidad, sino una consecuencia de las decisiones tomadas por las autoridades del sistema educativo mexicano.

El origen de la idea y la Escuela de Altos Estudios como un atrevimiento

El propósito inicial de la fundación de la Escuela de Altos Estudios en la Universidad de Sonora se basaba en el enfoque que se estaba intentando en la Universidad de Michoacán, donde se había fundado la Facultad de Altos Estudios el 17 de noviembre de 1961, a iniciativa del entonces Rector Eli de Gortari.

Se llamaba Facultad de Altos Estudios Melchor Ocampo, en conmemoración del centenario de la ejecución de este destacado liberal mexicano, quien había sido fusilado el 3 de junio de 1861 por órdenes de los generales conservadores Leonardo Márquez y Félix Zuloaga. De Melchor Ocampo se pueden escribir muchas cosas, pero solamente me referiré a una sección de su testamento, donde dejó escrito: “... muero creyendo que he hecho por el servicio de mi país cuanto he creído en conciencia que era bueno ...” Más adelante agregó: “... Lego mis libros al Colegio de San Nicolás, de Morelia, después de que mis señores albaceas y Sabás Iturbide tomen de ellos los que gusten.”

La Facultad de Altos Estudios llegó a incluir la carrera de Físico-Matemáticas, la de Historia, la de Ciencias Biológicas y también la de Letras Españolas. Se esperaba que sus egresados se dedicaran a la enseñanza universitaria. Éste es un punto que deseo desarrollar más adelante, pues allí se centraron en los contenidos, más que en temáticas relacionadas con la didáctica.

Antes de esta idea de Eli de Gortari, se había creado en la Universidad de Guadalajara la Facultad de Filosofía y Letras, por acuerdo del Consejo General Universitario, tomado el 12 de septiembre de 1956.

En el caso de la Universidad de Guadalajara se trató de una sugerencia hecha por el literato y político mexicano Agustín Yañez, quien entonces era Gobernador del Estado de Jalisco y después fue Secretario de Educación Pública en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz.

Quiero subrayar el fondo que respalda estas dos propuestas. Se entendía aquí que para enseñar física era indispensable saber física, y también, para enseñar matemáticas, había que saber matemáticas. En consecuencia, el manejo de los contenidos de estas ciencias era fundamental si lo que se buscaba era mejorar la enseñanza.

El planteamiento desarrollado en la Universidad de Guadalajara, a través de la Facultad de Filosofía y Letras, logró madurar una propuesta de desarrollo académico variado y con opciones diversas para la formación del pensamiento organizado y el fortalecimiento del análisis. A manera de ejemplo, la Licenciatura en Historia fincaba su plan de estudios iniciando un proceso para saber reflexionar con base en la comprensión de la Filosofía. Era el punto de partida para disponer de una visión del mundo que podría llevar al estudiante al análisis de los eventos históricos entendidos como un devenir sujeto a diferentes concepciones del mundo. La idea era sencilla, tenía dos cursos de Filosofía en el primer año de estudios, dos cursos de Español y dos de Historia. Además de los necesarios cursos de Historia de México y de Historia Universal, agregaba Historia de América Latina, ubicando la oportunidad de comprender el desarrollo de esta región del mundo como una unidad. Se incluía: Arqueología, Paleografía, Historia General del Arte, Historia del Arte Mexicano, pero también: Historia de la Ciencia y la Tecnología.

Contaba con un curso de Didáctica de la Historia, lo cual será motivo de reflexión más adelante en esta contribución.

Eran 44 asignaturas obligatorias y una cantidad de optativas entre las cuales se podrían considerar: Geografía Histórica Universal, Arqueosofía (que brindaba un acercamiento a las religiones), Arqueología de Occidente, Antropología, Problemas Socioeconómicos del México Contemporáneo, Filosofía de la Historia, Filosofía de la Ciencia, y sorprendente, hasta un Seminario de Relatividad.

Tomando las palabras de la obra publicada por la UNESCO: “LA FILOSOFÍA, UNA ESCUELA DE LA LIBERTAD” se impulsaba el estudio de la Filosofía como una “... garantía fecunda de la libertad y de la autonomía ...” Se entendía ésta como la base fundamental para que los espíritus jóvenes llegaran a ser los “... ciudadanos activos del mañana.”



Una visión como ésta jamás fructificó en la Escuela de Altos Estudios de la Universidad de Sonora, y aunque hubo interés de parte de sus profesores en la década de los años 1970, ésta no pasó de la invitación a conferencistas que los encargados de invitar consideraban importantes.

El impulso a una concepción de las actividad humanas desde la perspectiva de la Filosofía no fue posible por varias razones:
  1. La ausencia de un ambiente culturalmente rico en el cultivo de la Filosofía. No había talleres filosóficos sostenidos cuando nació Altos Estudios, ni conferencias dirigidas hacia la población. La prensa era especialmente pobre, y como ahora, tenía una visión parcial de la cultura que la llevaba a confundirla (igual que hoy) con el arte.
  2. Había algunos profesores amantes de la Filosofía, pero no existía una masa crítica de pensadores interesados en ella que permitiera disponer de una base sólida y heterogénea de maestros que ofrecieran un espectro tan amplio como he tratado de proyectar con el listado de asignaturas optativas.
  3. En consecuencia, siendo numéricamente tan pequeño el conjunto de profesores que cultivaban la enseñanza de la Filosofía, se habría hecho necesario el apoyo económico decidido y poderoso de parte de quienes manejaban el dinero, pero esto no ocurrió.


Y no podía ocurrir porque el dinero era manejado por un grupo de empresarios interesados en el aspecto utilitario de la educación, quienes no podían entender a la cultura (en su significado amplio) como piedra angular del desarrollo de una sociedad.

Los empresarios sonorenses nunca comprendieron que la formación de numerosos cuadros intelectuales da forma a una clase de mercado importante para ellos. La oportunidad de disponer de librerías bien surtidas, de espacios donde charlar mientras se consume un buen café, la atracción generalizada por las obras de teatro, presentaciones musicales, venta de instrumentos y accesorios, etcétera, estuvo (como está ahora) al margen de las consideraciones de los negociantes.

El problema ahora es mucho peor, pues contamos con cientos de miles de jóvenes que han egresado de las primarias, secundarias, bachilleratos y universidades, que no leen. Peor aún, hay cientos de profesores de estos niveles (incluyendo el nivel superior) que tampoco leen.

Esto es muy delicado, pues contamos con sectores muy grandes de la población que se conducen como analfabetas funcionales.

Dados los tres puntos que he señalado previamente, la creación de Altos Estudios en la Universidad de Sonora fue un atrevimiento.



La concepción de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sonora entendía la formación de profesores como una serie coordinada de actividades en las cuales, para enseñar, se hacia necesario saber qué es lo que ibas a enseñar. Le daba importancia a la didáctica, pero sin poner en peligro los contenidos.

En los primeros años de la década de los años 1970, los bachilleratos federales proliferaron en México. Para la contratación de profesores se disponía de una tabla de equivalencias en las que se establecía cuáles asignaturas podrían ser impartidas por cuáles egresados de carreras universitarias. Así de simple. Todo esto funcionó bien en varias partes de México, pero como puedo constatar con mi propia experiencia, no fue así en las instalaciones federales de Hermosillo, Sonora.

En todo caso, la posición política era clara, disponer de egresados de las universidades para trabajar como docentes en los bachilleratos. Si querías enseñar, debías tener contenidos con los cuales iniciar tu trabajo. En los hechos la capacitación para la didáctica venía después.

Como abundaré más adelante, el camino que se siguió no fue ése. Se pueden decir discursos (que para eso sí son muy buenos) hablando de la conveniencia, la bondad, lo “pertinente” de la enseñanza de la didáctica en cantidades masivas de asignaturas. Sin embargo la realidad está a la vista y a nadie se puede engañar. Los profesores de Filosofía ya casi no existen, los profesores de Matemáticas las desconocen y los profesores de Física no saben Física.

Como declaró el Doctor Luis de la Peña A. A los niños se les enseña de forma desastrosa física y matemáticas en México. Por eso le tienen miedo y no se interesan en estas ciencias productivas, creativas y placenteras”



¿Quiénes son los responsables de este desastre? Indudablemente quienes han venido tomando las decisiones, y una de ellas, se basa en suponer que se puede improvisar un buen profesor con abundantes cursos de didáctica, pedagogía, etcétera, dejando de lado los contenidos.

Cargados de esta clase de cursos, la Física y las Matemáticas no pasan de ser una manita de pintura o de barniz brilloso.

Las ramas que priorizan la pedagogía hasta el grado de eliminar el conocimiento de los contenidos han proliferado en México, pero no lo han hecho convenciendo con resultados, sino procediendo de la misma forma que hizo la religión católica en el imperio romano. Se ligó al poder para expandirse.

Pero igual que hizo la religión católica en España y en México, donde castigó a los herejes; en el caso de la Física lo hicieron ignorando y desplazando a quienes son algo más que contenedores de conocimiento. Son especialistas con cerebros entrenados pero los dejan sin trabajo, o con muy pocas horas si los admiten, y en su lugar, las autoridades de los bachilleratos son capaces de habilitar hasta a egresados de Administración Pública como profesores de estas asignaturas de Física y de Matemáticas.

¿Qué fue lo que ocurrió? Más adelante buscaremos la respuesta en las acciones del SNTE.

La maduración del cerebro


Pero estudiar física o matemáticas es muy diferente de recibir una capa de barniz para hacer que brille un título de profesor como si se tratara de un mueble y enseguida habilitarlo para que se encargue de la educación en física y matemáticas a nivel de secundaria, o de bachillerato, armado únicamente con una buena dosis de cursos de pedagogía y otros temas relevantes para el caso.

Los estudios más recientes sobre el funcionamiento del cerebro mientras se aprende, en los cuales se ha recurrido a herramientas como las imágenes basadas en resonancia magnética, apuntan hacia dos conclusiones:
1) Aprender matemáticas con facilidad se puede predecir porque existe una alta correlación entre el tamaño de una sección del cerebro llamada hipocampo y la magnitud de las conexiones de ésta con el resto del mismo.
2) Tomando en cuenta que conforme se usa el cerebro se van creando nuevas conexiones entre las neuronas (wiring en Inglés) para desarrollar su trabajo, es de esperarse que próximos estudios demuestren que los niños que aprenden más lento matemáticas terminarán por obtener niveles muy buenos de conocimiento en matemáticas.


Vale la pena ligar el aprendizaje de Física y de Matemáticas con los cambios en el cerebro, teniendo cuidado, por supuesto, de no exagerar para terminar enredados en el así llamado dualismo Cartesiano y pretender la incorporación de los conceptos psicológicos a la mente, seguidos (modernamente) de consideraciones resultantes de los hallazgos de la neurociencia,

El hecho real es que el aprendizaje de la ciencia utiliza la plasticidad del cerebro y su capacidad para responder a nuevas exigencias. No se puede improvisar a base de cápsulas informativas en cursos cortos de unas cuantas semanas. Los especialistas sabemos que saber Física implica la maduración de los conceptos; sí, pero también implica, y esto es menos conocido, el fortalecimiento del cerebro hasta el nivel en que las neuronas que tenemos disponibles se ven en la necesidad de crear nuevas dendritas para incrementar su número de conexiones con otras neuronas. Esto genera un esfuerzo que implica más oxígeno y más glucosa para alimentar las nuevas actividades que se busca realizar.

Esta actividad es una demanda extraordinaria para cualquier organismo. El cerebro tiene apenas 1.5 kilogramos de masa, que es solamente el 2% de toda la masa de una persona promedio de 70 kilogramos; sin embargo, esta parte pequeña de nosotros consume el 20% del oxígeno molecular (O2) disponible en nuestro cuerpo y el 25% de la glucosa.

Por la razón anterior, crear dendritas no es solamente un asunto de acumular más cadenas proteínicas en cierta región del organismo, obliga también al desarrollo de la glía para responder a las nuevas exigencias de trabajo intelectual. El tejido formado por las células gliales es el encargado de mantener las condiciones de flujo de oxígeno y de nutrientes a las distintas partes del cerebro, entre otras actividades importantes.

En consecuencia, cuando tenemos frente a nosotros a un joven de aproximadamente 22 años que ha estudiado Física y Matemáticas durante cuatro años de manera sostenida, se trata de una persona que ha desarrollado un esfuerzo intelectual que ha incidido en cambios importantes en su cerebro. Entre otras regiones de ese órgano, hablamos del hippocampus y de varias secciones de la parte frontal del cerebro.

Por eso no deberían sorprendernos los hallazgos que se vienen sucediendo en el uso de las imágenes de cerebros activos obtenidas mediante resonancia magnética. Con diferentes objetivos todos, apuntan hacia la existencia de un vínculo muy importante entre el desarrollo del cerebro y cómo y en qué lo usas.

El caso de los jóvenes preparados en Física y en Matemáticas es el de personas con cerebros fortalecidos en un sentido poco común. Es similar al caso de los cuerpos especializados de los corredores de velocidad en el atletismo de alto rendimiento (musculosos y fuertes), o de los corredores de largas distancias (delgados y resistentes). La diferencia es que para apreciar eso en los cerebros vivos se necesita hacer un estudio de resonancia magnética, lo cual resulta extremadamente caro. ¿A quién se le ocurriría examinar el potencial en Matemáticas de un joven mediante un gasto de diez mil o quince mil pesos mexicanos? A nadie por supuesto.

Entonces son los papeles los que sustituyen a la habilidad: una constancia de cursos de sistematización de la enseñanza, otra de redacción por objetivos (en desuso por decreto en la actualidad), otra constancia sobre conocimiento significativo, una más sobre enseñanza por competencias, etcétera. Y así, hasta alcanzar una certificación donde el conocimiento sobre lo que se pretende enseñar es irrelevante.

Las maniobras del SNTE

Jesús Martín del Campo publicó un artículo en el diario La Jornada del 26 de abril de 2013, se intitulaba: “SNTE y cacicazgos charros: historia sin fin.

Narra las direcciones sucesivas de José Robles Martínez, desde 1949 hasta 1972, de Carlos Jonguitud Barrios entre ese año y 1989. y después, de Elba Esther Gordillo desde 1989 hasta febrero de 2013.

El primero fue desplazado por el segundo mediante la irrupción de un grupo armado en las instalaciones sindicales. A su vez, Jonguitud Barrios fue expulsado del sitio que había ocupado durante casi 17 años como resultado de un manotazo presidencial. Posteriormente, la misma Elber Esther seguiría una suerte similar para ir a parar a la cárcel acusada de una serie de acciones ilícitas.

Según Martin del Campo, Jonguitud fue impuesto por Luis Echeverría, y a su vez, Elba Esther fue impuesta por Carlos Salinas de Gortari. En conclusión, las acciones del SNTE tienen detrás las manos de los presidentes de la República Mexicana, pero terminaron conviviendo, y consecuentando, “... la exigencia de una cuota cada vez más grande de cargos políticos y, de manera muy señalada, el uso de métodos violentos contra los disidentes.”

Por otra parte, Gilberto Guevara Niebla, publicó un artículo en El Universal”, el 23 de noviembre de 2010, intitulado: “El SNTE contra la educación”, en el que citó a Jaime Torres Bodet para decir que '''La unificación sindical no parecía favorecer de manera muy positiva a la calidad del trabajo docente de los maestros. Habíamos perdido contacto con la realidad de millares de escuelas sostenidas por el gobierno, desde Sonora a Yucatán. Nuestros informantes directos eran inspectores que, como socios activos del sindicato, encubrían a tiempo las faltas y las ausencias de los maestros, pues no ignoraban que la gratitud de sus subalternos les sería, a la larga, más provechosa que la estimación de sus superiores'''

En ese cuadro de cosas, las acciones emprendidas desde ciertos sectores del mismo gobierno, como es el caso de Agustín Yañez en el Gobierno de Jalisco, se encontraron con un sistema de liderazgo ambiciosos que veía como un peligro la intromisión de los egresados de las universidades en el ramo educativo. Muy especialmente en el de la educación media superior.

Las acciones que emprendieron son claramente tabuladas en la obra en línea: “La formación docente en México 1822 2012”, donde se enumeran las acciones que fueron llevando al SNTE a apropiarse de las plazas de docentes en el nivel de bachillerato.

Así se dejó de lado la importancia de los contenidos cuando se trata de enseñar algo, para sustituirlo con una verborrea en la que se multiplican y bifurcan nuevos términos y conceptos supuestamente novedosos, ninguno de los cuales ha sido previamente probado en la práctica.



La actitud es tan burda como absurda. Mientras que para construir una planta de producción de fármacos se sigue un procedimiento riguroso que va desde la investigación básica hasta una serie de etapas de pruebas de las presuntas medicinas; en la educación pasan a la aplicación generalizada una gama de ideas que están muy bien para ser discutidas en los seminarios de estudio, en los congresos y en otros ámbitos académicos donde son acariciados como opciones posibles para el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

No se pide una sola prueba científica que demuestre la conveniencia de proceder como indican los tomadores de las decisiones. Cambian los sexenios y desfilan las propuestas como ocurrencias de individuos o juegos de intereses. Se llena a los maestros de cursos de esto y de aquello, sin la existencia de argumentos basados en estudios estadísticos convincentes.

Esos mismos métodos estadísticos que son tan bienvenidos, y exigidos, para la aprobación de medicinas, son totalmente irrelevantes en la educación.

Así, en la década de los años 1970 la Escuela de Altos Estudios de la Universidad de Sonora empezó a salir sobrando.

El reconocimiento final de una realidad

En 1967 el proyecto de Eli de Gortari ya había sido cerrado. En la Universidad de Sonora el Patronato Universitario siguió quejándose de lo caro que era mantener a la Escuela de Altos Estudios. Nunca les había gustado la idea, pero resultó que se fueron ellos primero porque ese órgano de decisión desapareció oficialmente en agosto de 1973. Los interesados en cerrarla se tardaron un poco más, pero en el año de 1978 encontraron el camino para aislarla de manera definitiva y desplazarla con lentitud pero sin pausa. El sistema departamental estaba ideado para ir sacando a Altos Estudios de la docencia universitaria en aras de unos departamentos que jamás pasaron por la votación de dos terceras partes del Consejo Universitario.

Finalmente, fue suprimida (así decía la Ley Orgánica de entonces) en mayo de 1983 como resultado de una iniciativa de los mismos integrantes de aquella escuela. Todo fue cuestión de comprender que habíamos sido acorralados por las distintas circunstancias tejidas desde los distintos poderes locales y nacionales. Había sobrevivido porque para suprimirla se necesitaba la votación de dos terceras partes del Consejo Universitario y al Rector le costaba mucho trabajo conseguirlos.

En mayo de 1983 surgieron tres departamentos donde distintas disciplinas han crecido, pero curiosamente, la mayoría de quienes llegaron después de 1983 tienden a olvidar, a mimizar, o a despreciar, una etapa de sobre vivencia donde se pudo correr la misma suerte que el proyecto de Michoacán pero las circunstancias lo aplazaron.

Los tres departamentos: Física, Letras y Matemáticas, siguen en la actualidad otros propósitos más variados y distintos.



Referencias sobre el impacto de la actividad intelectual en el fortalecimiento del cerebro

Ver por ejemplo la selección que se incluye al final de esta contribución:
UBC’s Shernaz Bamji y Stefano Brigidi han descubierto cómo las células del cerebro cambian durante el aprendizaje y la memorización:http://www.sciencedaily.com/releases/2014/02/140224133143.htm
"Brain activity can change both the structure of this protein, as well as its function," says Stefano Brigidi,

El estrés, la enfermedad y la depresión pueden generar inflamaciones en el cerebro:
http://www.sciencedaily.com/releases/2010/05/100503135428.htm



El entrenamiento del cerebro puede llevar a mejoras, pero solamente en la habilidad específica en la que se intenta:
http://www.sciencedaily.com/releases/2009/12/091223125139.htm


sábado, 1 de marzo de 2014

El día en que el Sol amaneció por el Oeste (la contaminación olvidada de las Islas Marshall)


Introducción al tema

Buscando una noticia hasta el otro lado del mundo, me encontré con una historia que ya conocía pero había olvidado.

El 30 de enero reciente, circuló por todo el mundo la aparición de un náufrago en el Atolón Ebon, parte de las Islas Marshall, en el Océano Pacífico. Viajaba en una lancha de fibra de vidrio de siete metros de largo. Se trataba de José Salvador Alvarenga, un pescador de tiburones que había salido de las costas de Chiapas en diciembre de 2012, junto con Ezequiel Córdoba y no había regresado.

Si la historia contada por José Salvador es cierta, estuvo más de trece meses en el mar y viajó más de doce mil kilómetros en la pequeña barca. Revisé dónde queda el Atolón Ebón, a un poco más de 500 kilómetros al norte del ecuador y a casi cuatro mil doscientos cincuenta kilómetros al suroeste de Hawaii.

El tema me interesó porque en el año 2006 se conoció la noticia de Lucio Rendón, Salvador Ordóñez y Juan Vidaña, pescadores de tiburón que se habían perdido en el Océano Pacífico después de haber zarpado de San Blás, Nayarit, con el objetivo de pescar. Según contaban, después de ser arrastrados por la corriente ante la falla del motor de su lancha, estuvieron diez meses en el mar hasta aparecer en las Islas Marshall, un conjunto de formaciones coralinas situadas a más de diez mil kilómetros de las costas mexicanas. La historia fue muy bien contada por Adriana Malvido en su libro, Los Náufragos de San Blás, publicado por Editorial Grijalvo.

En consecuencia, el caso de José Salvador Alvarenga era el segundo, pero en este caso saliendo desde las costas de Chiapas, para ir a parar, trece meses después, en la misma región de las Islas Marshall.

Empecé a buscar los datos más cercanos posibles al lugar de los hechos y encontré un periódico en línea llamado The Marshall Islands Journal. Me dediqué a buscar algo sobre el náufrago, pero como la publicación es semanal, no había nada allí, y en general, las noticias en la mayoría de otros diarios del mundo eran muy pocas. Decían que su salud era precaria, que caminaba con dificultad y era de origen salvadoreño. Nada nuevo en esos días, pero como encontré después, los responsables de la publicación citada arriba ya tenían a Suzanne Chutaro realizarndo el trabajo pertinente y dedicarle un espacio considerable en la publicación del 7 de febrero siguiente. La titularon “Miracle Man” y publicaron, además del texto de Suzanne, varias fotos de un hombre barbado, con el pelo ligeramente rubio rubio. Otra foto de sus piernas extremadamente delgadas y una de uno de sus dedos del pie con una herida notable. Publicaron también una foto donde aparece un bote blanco, con el nombre “Camaroneros de la Costa” en letras negras y la primera letra C ya casi borrada.

Pasado nuclear, futuro oscuro (las olvidadas islas Marshall)

Guardé la hoja en html para comentarla después, a propósito de otro fenómeno similar que ocurrió hace pocos años y seguí armando mi nueva historia, sugerida por el contenido del mismo diario. Cuando tuve acceso por primera vez a la versión en línea de The Marshalls Islands Journal, encontré en el lado derecho de la pantalla el anuncio de un libro intitulado: “Nuclear Past, Unclear Future”, de Giff Johnson. En el anuncio se afirmaba que el autor mostraba allí algunos datos sobre la contaminación ambiental y las enfermedades causadas por la radiactividad. Temas secretos porque el gobierno de los Estados Unidos los había mantenido ocultos después de la prueba nuclear realizada por ellos en marzo de 1954. Se podía leer, además, algo desconocido para mi, que ese país había realizado 67 pruebas nucleares en el Atolón Bikini y en el de Enewetak.

El asunto se refería a un hecho ocurrido hace sesenta años, cuando tratando de obtener una bomba termonuclear, basada en la fusión del hidrógeno con la participación de litio, el gobierno de los Estados Unidos instaló un dispositivo de casi once toneladas de peso, 4.56 metros de largo y 1.37 metros de diámetro.

Los diseñadores habían planeado una explosión cuya potencia sería de cinco megatones pero resultó ser de quince.

El error consistió en suponer que de la mezcla de litio en la que había litio 6 y litio 7, solamente el primero habría de contribuir al proceso de explosión. Hicieron sus cálculos pensando que el litio 7 permanecería inerte, pero no fue así. En los hechos, este último isótopo también contribuyó y la potencia esperada pasó a ser el triple.

En esa circunstancia, la destrucción fue muy superior. En el atolón Bikini (de donde viene el nombre de la prenda de vestir que usan algunas damas) se formó un cráter de dos kilómetros de anchura y setenta y seis metros de profundidad. Eran las 6:45 de la mañana del primero de marzo de 1954, los vientos soplaban desde el occidente hacia el este y llevaron una masa de contaminantes muy superior a la esperada, a una distancia mayor a la prevista. De esta forma, la zona de exclusión marcada por el

El caso del barco japonés Fukuryu-maru

Aproximadamente a 110 kilómetros al este de la zona donde se realizaba la prueba nuclear, pescaba atún un barco japonés de nombre Fukuryu-maru, lo cual traducen como Dragón de la Suerte.

Cinco meses antes de la realización de la prueba, el gobierno de los Estados Unidos había notificado a la Agencia Japonesa de Seguridad Marítima que la zona de exclusión en torno al atolón Bikini se extendería hasta los 166 grados de longitud este más 16 minutos. Sin embargo, Mark Schreiber, al escribir para el Japan Times el 18 de marzo de 2012, escribió que nadie a bordo del buque lo sabía. Lo delicado es que se encontraban en la posición de 166 grados de longitud este más 18 minutos, lo cual viene a ser aproximadamente cuatro kilómetros al este del sitio marcado como peligroso.

Se trataba de un barco pequeño, de 25 metros de largo y desplazamiento de 140 toneladas. Había salido el 22 de enero de 1954 del puerto Yaizu en la prefectura de Shizuoka, a 137 kilómetros al suroeste de Tokio. Después de intentar, sin éxito, la pesca de atún en las cercanías de las islas Midway, emprendieron su viaje hacia el sur, donde los sorprendió el estallido del dispositivo nuclear.

Matakichi Oishi, uno de los tripulantes de la nave, quien entonces tenía 20 años de edad, escribió un manuscrito intitulado: “El día que el Sol salió por el Oeste”, publicado enel año 2011 y relató que vio un destello amarillo entrar por una de las aberturas circulares que permiten la entrada de luz al interior de los barcos (su nombre en Español es Ojo de Buey). Se levantó rápidamente para averiguar qué había ocurrido y encontró que el cielo y el mar se veían iluminados con una colección de luces fulgurante de colores.

Oishi relató que una nube se extendió sobre ellos y una lluvia persistente de polvo formado con partículas blancas empezó a caer sobre ellos dos horas después. Penetraba sin misericordia en sus ojos, narices, oídos y boca. “No sabíamos que era peligroso”, afirmó.

El polvo era coral levantado durante la explosión y estaba contaminado con los residuos radiactivos de la reacción que combinaba una explosión a base de fisión (bomba atómica) con una de fusión donde se usaba deuterio y líquido. La lluvia de ceniza cayó sobre la tripulación durante seis horas y por la tarde varios integrantes de la tripulación descubrieron quemaduras sobre la piel. Era la consecuencia del estroncio 90, el cesio 137, selenio 141 y uranio 237.

La velocidad del buque era de cuando mucho 5 nudos, es decir, 5 leguas marinas por hora, que convertidas a unidades comunes entre nosotros son 9.2 kilómetros por hora. Llegó a Yaizu el 14 de marzo siguiente. Anclado en el puerto, un contador geiger podía activarse a 30 metros de distancia, de modo que la tripulación fue puesta en cuarentena en un hospital. Su ropo y pertenencias fueron enterradas y 75 toneladas de pescado fueron destruidas por temor a su contenido radiactivo.

En el verano de 1954, Aikichi Kuboyama, el operador de radio del barco, enfermó del hígado y murió el 23 de septiembre siguiente.

Los habitantes de las islas Marshall olvidados

El caso de los pescadores japoneses fue bien conocido, pero los habitantes de las islas ubicadas a 150 kilómetros al este del punto de realización de la prueba nuclear ha sido olvidado. Y si a lo anterior agregamos que se realizaron 67 pruebas nucleares en esa área, podemos comprender cuál es la razón de que en las islas Marshall lo sigan recordando.

De acuerdo a un reporte técnico que puede ser consultado en la siguiente dirección:
en Rongelap, una de las islas situadas al este del atolón Bikini, dos tercios de la población sufrieron anorexia y náuseas en los días siguientes a la explosión, el 85% de los niños menores de 5 años sufrió náuseas y el 35% padeció vómitos. Un cuarto de la población mostró quemaduras en la piel expuesta y dos años después todavía había síntomas de trastornos gastrointestinales, entre otras perturbaciones a la salud.

Los problemas de tiroides, cáncer y otros efectos bien conocidos, continuaron más de 20 años después. Una de las grandes luchadoras a favor de las víctimas: Darlene Keju, autora del libro intitulado: “Don´t ever Whisper” (Nunca Susurres) murió de cáncer a la edad de 45 años.

Epílogo

Los efectos anteriores nunca fueron relevantes en la prensa estadounidense. Todo era justificable para defenderse de la amenaza comunista, pero en realidad, como hace ver David Holloway, en su libro Stalin & the Bomb (Stalin y la Bomba), pag. 329:

“... la amenaza nuclear sobre la Unión Soviética había crecido rápidamente en los primeros años de los 1950-s. El inventario de los Estados Unidos había crecido de 832 armas nucleares en 1952, a...”
mil 161 en 1953,
mil 630 en 1954,
2 mil 280 en 1955

y agrega enseguida: “En 1955 el arsenal nuclear soviético era ciertamente mucho menor...”

El siguiente sitio de la wikipedia:

indica que en el año 1950 la Unión Soviética tenía dos armas nucleares y 200 en 1955.
Según esa página, todavía en 1975 los soviéticos tenían un poco más de 19 mil armas nucleares contra 27 mil 519 de los Estados Unidos.

Resulta entonces que aquella amenaza eran mentiras, y en realidad, se trataba de la explotación de los sentimientos de paranoia en favor de un proyecto de negocios que devino en el complejo militar industrial del cual el Presidente Dwight Eisenhower advirtió en uno de sus últimos discursos como ocupante del cargo.