La
fotografía anterior es la Calle Colosio, antiguamente conocida como Calle
Yucatán, después como Calle Norberto Aguirre Palancares, para recuperar después
su primer nombre y tomar finalmente con el que la conocemos ahora. Esta calle
es la colindancia sur de la Universidad de Sonora y la barda que vemos es el
límite del campus de esa institución, a donde asisten cerca de 20 mil
estudiantes cada día, de lunes a viernes, según lo indica el calendario
escolar.
Cada uno de
esos días, miles de jóvenes arriesgan su vida para cruzar esta calle. No es
exageración, el 8 de octubre de 2011, el Doctor en Física Gustavo A. Vázquez
Polo falleció mientras esperaba laoportunidad de cruzar esta calle y ocurrió en
un sitio que se encuentra al fondo de esta barda. La noticia se puede leer en
la dirección que agrego al final de este párrafo. La frialdad del reportero
habló de “un sexagenario”, dejando de lado que se trataba de un investigador
científico con una carrera brillante, que se encontraba de visita en la Ciudad
de Hermosillo para llevar a cabo una investigación con el grupo de Estado
Sólido del Departamento de Investigación en Física (DIFUS).
Como puede
verse en la siguiente fotografía, las banquetas (o aceras) han desaparecido con
motivo del constante recarpeteo para mantener transitable una calle de uso
constante.
Nada se
interpone entre los autos que pasan a gran velocidad, y la senda que está
destinada a las personas que transitan a pie. El riesgo de ser atropellado es
permanente, mientras camines por esta banqueta.
La
situación se vuelve grave porque los automóviles se estacionan sobre la
banqueta sin que exista autoridad que haga algo.
No hay un
solo sitio por el cual se pueda salir con seguridad del campus de la
Universidad de Sonora, la calle de la fotografía siguiente nos muestra la
colindancia de la institución por el oeste. Paradójicamente, es más ancha
porque las autoridades de la Universidad
han cedido terreno allí para hacer más amplia la calle, incluyendo un carril de
supuesta desaceleración.
En una
prolongación del campus, hacia el oeste de la Calle Reforma, se encuentra una
unidad deportiva muy utilizada por la población de la Ciudad de Hermosillo. Están,
además, las instalaciones de las Licenciaturas en Medicina, en Cultura Física y
Deportes, además de la Maestría en Administración. Hace menos de un mes, una
joven estudiante fue atropellada un poco más allá de los árboles que se
aprecian a la derecha de la siguiente foto.
Hace 20
años la calle era más angosta allí, pero a sugerencia de un gobernador, la
Universidad de Sonora cedió terreno para que fuera más ancha.
Por el
norte y noroeste del campus de la Universidad ocurre lo mismo. Tenemos una vía
rápida que se llama Boulevard Luis Encinas. El lector puede imaginar la
dificultad que significa cruzar por allí en horas hábiles.
Por el lado
Este del campus se encuentra la Calle Rosales, que presento en la siguiente
fotografía. Es posible apreciar a una persona que cruza apresuradamente, casi
corriendo.
¿Pero por
qué corría, en la siguiente fotografía se aprecia que apenas se abrió un
intervalo de tiempo de unos pocos segundos, porque inmediatamente venían los
automóviles que se pueden ver en la siguiente foto:
Si se
compara la posición del carro pipa de las dos fotos, se puede comprender la
pequeña cantidad de tiempo disponible para la persona que corría. Cruzó verdaderamente
sin respiro, porque cuando pasaron los
que venían del Boulevard Rodríguez siguieron los que daban vuelta por el
Boulevard Luis Encinas
También
aquí, la Universidad de Sonora ha contribuido a esta situación, cediendo esquinas
para que pasen más rápido los automóviles.
Después de
la muerte del Doctor Vázquez Polo,
mencioné en una reunión de la Delegación de Física del Sindicato de
Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora, varias propuestas para
prevenir la muerte de personas, o de atropellamientos que pueden provocar que
quienes se salvan sean después personas inválidas.
La
siguiente ocasión que me enteré de algo al respecto fue porque en la prensa
local se mencionó que la autoridad municipal decía que no podía tomar las medidas
solicitadas porque se trataba de vías rápidas.
¿Qué tan
rápidas son esas vías?
Es
sorprendente la ausencia de reflexión sobre lo inútil que resulta circular a
grandes velocidades por la Ciudad de Hermosillo, creyendo que realmente se
ahorran tiempo.
Para no
dejar esta afirmación desnuda, hice algunos cálculos sencillos y medí el tiempo
que se va en los semáforos en rojo.
Manejando
conocimientos muy elementales de cinemática, de la primera, y a veces la única
temática que se enseña en los cursos de Física de bachillerato, se puede saber
que para convertir las velocidades de kilómetros por hora a metros por segundo,
basta multiplicar por 0.27778. Así, alguien con una calculadora a la mano puede
saber que viajar a 36 kilómetros por hora equivale a 10 metros por segundo.
Sobre esa
base, es suficiente con saber que del cruce de las calles Rosales y Colosio,
frente al Centro de las Artes de la Universidad de Sonora, hasta el cruce de
las calles Reforma y Colosio, hay una distancia de 764 metros. Por lo tanto, un
auto que transite a velocidad constante a 30 kilómetros por hora, empleará 91.679
segundos en transitar por la Colosio desde Calle Rosales hasta Calle Reforma.
En cambio, otro que transite a 90 kilómetros por hora necesitará 30.56 segundos
en el mismo tramo.
La
inocencia empieza en creer que el automóvil más veloz se ha ahorrado 61.119
segundos, es decir, un minuto con casi dos segundos.
Esa
conclusión es falsa, porque si le toca el semáforo de Colosio y Reforma en
rojo, tendrá que esperar 1 minuto con 25 segundos a que se ponga el verde. Eso le
ocurrió a los autos que vemos en la siguiente foto:
Supongamos
ahora que los dos autos continúan por la Calle Colosio desde Reforma hasta
Calle Sahuaripa y pasan por enfrente de los edificios de la Maestría en
Administración, de la Licenciatura en Medicina y de la Licenciatura en Cultura
Física y Deportes.
Es un
trayecto de 573 metros, allí, el auto que viaja a 30 kilómetros por hora
necesitará 68.759 segundos, mientras que el bólido que se mueve a 90 kilómetros
por hora lo hará en 22.92 segundos.
Para quien
pretenda que se ha conseguido un ahorro de 45.839 segundos, le diré que el
semáforo de los cruces de Colosio con Calle Sahuaripa tarda 1 minuto con 35
segundos para cambiar de rojo a verde.
Si corre
con éxito y logra salvar los dos semáforos en verde, le espera frente al
Metrocentro un cruce cuyo semáforo tarda 1 minuto con 38 segundos en rojo.
En
consecuencia, la idea de las vías rápidas son una fantasía que alimenta
únicamente una sensación de felicidad que radica en el centro del cerebro y no
tiene relación alguna con el trabajo del neocórtex, donde se ubica la región
reflexiva de este órgano que, se supone, hace la diferencia entre los seres
humanos y el resto de integrantes del reino animal.
A la luz de
estos datos pregunto: ¿cuánto habrá de verdad en esa afirmación?
He
calculado las diferencias de tiempo por los demás tramos de muerte que rodean a
la Universidad de Sonora. No los incluiré aquí porque los resultados son
similares. Pasaré a mostrar una diferencia en el trato que reciben los más de
20 mil estudiantes de la Universidad de Sonora, con la atención a los alumnos
de la siguiente institución que se encuentra por la Calle General Piña de la
Ciudad de Hermosillo:
Allí había,
pero se gastaron, un sistema de topes pequeños de plástico, se puede ver la
huella que dejó su instalación en la foto que sigue
Sin
importar que es una de las vías más transitadas de norte a sur, en la Ciudad de
Hermosillo, allí si se reparó pronto el obstáculo para proteger a los
asistentes de esa pequeña escuela. En los primeros días de marzo se instalo un
sistema de topes que duraran mucho tiempo.
El vecino
que es dueño del automóvil blanco cuya cola aparece en la foto nos contó que
constantemente ocurren choques por alcance allí. Que los autos se golpean
fuertemente y que su mamá, que vive justo enfrente, no puede dormir porque los
ruidos que se producen por frenazos repentinos, o por las colisiones
mencionadas, es muy fuerte y frecuente.
Por qué no
cuidar en la Universidad de Sonora a más de 20 mil jóvenes que arriesgan su
vida diariamente?
Enseguida
agregaré un fragmento del Reglamento que se sigue en la Ciudad de Campeche,
donde la prioridad no es el automovilista convertido súbitamente en un
neurótico que cree en su ahorro de tiempo.
PASOS Y
PUENTES PEATONALES
Artículo 31.- Los conductores tienen las siguientes
obligaciones respecto de los pasos peatonales:
I. Deberán disminuir su velocidad al
acercarse a un paso peatonal;
II. Deberán realizar el alto total al llegar
al paso peatonal y cerciorarse de ambos lados que no cruce ningún peatón;
III. En caso de que una persona esté cruzando
el paso peatonal, deberán en todo momento esperar hasta que atraviese
completamente el mismo;
IV. Al transitar un peatón, no deberán tocar
el claxon o acelerar el vehículo;
V. Invariablemente deberán de ceder el paso
a las personas con discapacidad; y
VI. El peatón tiene el derecho de paso desde
el momento de intentar cruzar o al estar cruzando el paso peatonal.
Artículo 32.- Las personas tienen las siguientes
obligaciones al cruzar el paso peatonal:
I. Antes de cruzar deberán cerciorarse que
los conductores disminuyan su velocidad al
acercarse
al paso peatonal;
II. Al cruzarlo deberán cerciorarse que los
conductores hayan hecho su alto total;
III. Al transitar el paso peatonal lo deberán
de hacer en forma rápida;
IV. Al cruzar el paso peatonal, deberán de
llegar al otro extremo de la calle y nunca fuera del mismo; y
V. Los peatones están obligados a no cruzar
el paso peatonal cuando un vehículo de
emergencia
con sirena o torreta activada se acerque al mismo, ya que tienen preferencia de
paso;
Las
actitudes pueden ser distintas, como se aprecia en la siguiente foto de una
organización llamada procontreras, que promueve una actitud de respeto a
quienes se mueven a pie en la Ciudad de México.
Se puede
apreciar por ejemplo, la siguiente ciclocalle de Madrid
El ahorro
de tiempo es una fantasía, la vida y la tranquilidad de más de 20 mil
estudiantes de la Universidad de Sonora vale la pena.
No hay
minutos más valiosos que una vida humana.