En atención al 6 de agosto de 1945.
Consideraciones iniciales:
Cuando son las cuatro de la
tarde del 5 de agosto en Hermosillo, Sonora, en Hiroshima son las ocho de la
mañana del 6 de agosto. Por esa razón, publico esta contribución a mi blog en
esta fecha.
Hay un comentario terrible de
Enrico Fermi acerca de la prueba que se hizo de la bomba en Alamogordo el 16 de
septiembre de 1945. Dijo que se había tratado de “un experimento bonito”.
Fermi fue un físico de altísimo
nivel. Excelente como teórico y magnífico como experimental, pero en asuntos de
humanismo, el comentario que menciono no muestra mucha calidad.
En consecuencia, solamente diré
que la bomba probada en Nuevo México usaba fisión de plutonio y que tenía una
forma esférica porque la manera de lograr la implosión así lo requería,
mientras que la lanzada sobre Hiroshima era de forma cilíndrica, porque para
unir dos pedazos de uranio 235 se usaba el método de cañón. No daré detalles
ligados a la física porque no forma parte de mi escala de valores la promoción
de la ciencia para usos militares.
Voy a relatar qué era Hiroshima
y a contar la muerte que se abatió sobre ella como consecuencia de una decisión
inaceptable.
El 6 de agosto de 1945, a las 8 de la mañana
con 16 minutos hora local, explotó sobre la ciudad de Hiroshima la primera
bomba atómica que funcionaba a base de partir el uranio 235.
Había sido apuntada sobre un
puente que pasa sobre uno de los brazos del Río Ota, pero falló en el blanco
por varios centenares de metros y terminó estallando 500 metros arriba de un
hospital. Instantáneamente mató a más de 70 mil personas y destruyó todo en un
círculo de casi 500
metros de diámetro. La altura de la explosión había sido
decidida para que causara el mayor daño posible. Si hubiera explotado más
abajo, se habría “desperdiciado” energía en abrir un cráter. Mientras que, en el caso de una
explosión más arriba, se hubieran notado los efectos de la dispersión de la energía radiada. Se buscó prevenir la disminución de ésta como el inverso del cuadrado de la distancia.
Cuando la bomba estalló, desprendió una
cantidad de energía cercana a las 16 mil toneladas de TNT, que el aire
circundante absorbió parcialmente, generando una bola de fuego de 16 metros de
radio, con una temperatura de 300 mil grados centígrados.
La expansión de la bola caliente generó
una onda de choque que portaba el 50% de la energía. La radiactividad inicial
desprendida por la bomba generó segundas formas de radiación, dando lugar a una
radiactividad residual de modo que, con la combinación de ambas, había allí 200
clases diferentes de isótopos radiactivos. Estos se combinaron con el carbón
producido por los incendios causados y dieron lugar a partículas de ceniza que
cayeron sobre la ciudad formando una lluvia negra mortal. De aquí el nombre de
varias películas, tanto estadounidenses como japonesas: Black Rain. Esas
cenizas envenenaron el agua.
El uso de las matemáticas a favor de la
máxima destrucción en contra del enemigo ya había sido aplicada varias veces en
los bombardeos de los estadounidenses sobre Japón. Del 9 al 10 de marzo de 1945
volaron 334 aviones B-29 cargados con bombas incendiarias y las lanzaron al
azar sobre el centro de Tokio.
Usando la teoría de la probabilidad,
específicamente la distribución de Poisson, habían calculado la cantidad de
bombazos necesarios para promediar al menos una bomba por cada acre de la
superficie de la ciudad. Eso era suficiente para provocar un incendio
generalizado. Los aviones pasaron durante 30 minutos lanzando su carga y
provocando incendios que alcanzaron temperaturas de mil grados, hicieron hervir
el agua en los canales y también en el sistema de cisternas. Más de 100 mil
personas murieron, hombre, mujeres y niños.
La misma acción se repitió sobre Nagoya el 11 de
marzo, sobre Osaka el día 13 y sobre Kobe, matando a cuando menos 150 mil
personas.
Antes, en Alemania, entre el 13 y el 15 de febrero,
habían probado la misma técnica. Por esa razón, y contrario a lo que nos
cuentan las historias baratas sobre la rendición final de Japón, cuando las
autoridades japonesas se enteraron de la destrucción ocurrida en Hiroshima, no
sabían que se había utilizado una clase nueva de bomba.
¿cómo surgió y se desarrolló Hiroshima?
Hiroshima nació en el año 1589,
cuando un señor feudal, de nombre Terumoto Mori, ordenó la construcción de una
fortaleza en una de las islas que se forman cuando el Río Ota se abre para
formar cinco brazos que semejan una mano.Inicialmente se llamó el Castillo de la
Isla Ancha , que en japonés es
Hiro-Shima-Jo.
La tierra cambió de manos
varias veces, entre señores feudales cada vez más poderosos que los anteriores,
pero el asentamiento poblacional creció debido a la posición estratégica de
ésta como puerto. En 1868, cuando ocurrió la revolución Meiji, Japón se
modernizó hasta llegar a ser una potencia industrial a principios del siglo XX,
con ella, la ciudad de Hiroshima llegó hasta cerca de 400 mil habitantes.
Para el 6 de agosto de 1945
diversas evacuaciones habían reducido la población de la ciudad a entre 280 mil
y 290 mil civiles, más cerca de 40 mil soldados. A las 8 de la mañana de ese
día la temperatura en Hiroshima era cercana a los 28 grados centígrados, con
80% de humedad y nubes aisladas.
Ese 6 de agosto caminaban por
las calles de la ciudad miles de personas que iban al trabajo o a la escuela.
Varios miles de niños realizaban en el centro de la ciudad, donde explotó la
bomba, una práctica de acarreo de escombros para formar callejones corta fuegos
que servirían para aislar los incendios en caso de un bombardeo con armas
incendiarias.
Desde las 7 de la mañana con 9
minutos hasta las 7 horas con 31 minutos, tres aviones B-29 habían estado
sobrevolando Hiroshima. Eran los aviones de reconocimiento climático para
confirmar a la ciudad como blanco del ataque con la primera arma nuclear a base
de uranio 235. La alarma aérea había sonado, pero después de las 8 de la
mañana, cuando apareció el avión Enola Gay, que cargaba la bomba, casi nadie se
preocupó por esconderse. Muchos ojos voltearon al cielo y algún sobreviviente
recuerda haber escuchado a alguien que decía: “el avión tiró algo”, menos de un
minuto después, la explosión generaría una lluvia de neutrones y de rayos
gamma, además de dos ondas de choque superpuestas que generaron vientos de casi
mil kilómetros por hora. Desde ese momento, los sobrevivientes envidiarían a
los muertos.
Contando la muerte
Algunas víctimas fueron
vaporizadas de inmediato, muchos sobrevivientes fueron desfigurados por las
quemaduras antes de morir a causa de los efectos de la radiación y su agonía
duró días, pero en otros casos, semanas, meses y hasta años.
El número inicial de muertos
fue estimado entre 42 mil y 93 mil, pero el cálculo fue realizado con base en
el conteo de los cuerpos disponibles. Los relatos de los sobrevivientes
permitieron considerar los familiares y los vecinos perdidos, y así, la
cantidad de muertos llegó a más de 130 mil para noviembre de 1945.
El punto de Hiroshima sobre el
cual explotó la bomba, a más de 500 metros de altura, porque los cálculos
mostraban que así se hacía más daño, fue llamado punto cero.
Los estudios posteriores
demostraron que, tomando ese punto cero como referencia, el 90% de las personas
que se encontraban en un círculo con radio menor o igual a 500 metros murieron.
Algunos fallecieron de inmediato, pero toros sobrevivieron unos cuantos días.
En el anillo con radio mayor de
0.5 kilómetros, y radio menor de 1.5 kilómetros, murieron la tercera parte de
las personas, pero el resto quedaron heridas con diverso grado de afectación.
En el anillo con radio mayor de
1.5 kilómetros, pero menor de 2 kilómetros, murieron el 10% de personas.
Los tipos de heridas fueron
clasificados en cuatro fases:
Primero, quienes fallecieron en
las primeras dos semanas tenían quemaduras debido a las ondas electromagnéticas
despedidas durante la explosión y a la flama de los objetos de madera
incendiados. Estaban además los golpeados porque la onda de choque los aventó,
haciéndolos viajar decenas de metros, hasta golpearse contra algo. O bien,
quienes murieron porque estaban dentro de construcciones que cayeron sobre
ellos.
Segundo: quienes murieron entre
la tercera y la octava semana, tenían síntomas de daño radiactivo, como pérdida
de cabello, anemia, falta de glóbulos blancos, sangrado y diarrea. Fueron el
10% de los casos fatales.
Tercero: quienes fallecieron
entre la tercera semana y el cuarto mes, mostraron algunas mejoras en sus
heridas por quemaduras, golpes y efectos de la radiación. Para ellos, vinieron
las heridas secundarias: desfiguración, deformaciones severas, anormalidades en
su sangre, estirilidad y desórdenes sicosomáticos.
Cuarto: los casos que se
presentaron durante las siguientes décadas. Leucemia, cáncer de tiroides, de
pecho, de pulmón, de glándulas salivales, defectos en recién nacidos,
incluyendo malformaciones o retado mental, miedo a tener hijos con defectos,
entre los más significativos.
Un diagrama que da idea de lo
relatado aquí la puedes ver en:
Los datos que describo, y
mucho más, los encuentras en:
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