jueves, 8 de mayo de 2014

El Parque Los Colomos de Guadalajara Jalisco.




Esta imagen que ves corresponde al parque Los Colomos, localizado en Guadalajara, Jalisco, en los límites con Zapopan, otro municipio fusionado con la capital, de modo que forma parte de la misma mancha urbana.

Si visitas Guadalajara, trata de realizar una visita al parque Los Colomos. Verás un bosque con árboles muy altos que proyectan su sombra sobre las rutas por las que puedes caminar y respirar un aire lleno de oxígeno y de aromas agradables. Te servirá para olvidar la pesadez del tráfico de la ciudad y recordarás siempre el gusto de andar por en medio de esas arboledas. Aquí te presentaré algunas de las vistas que capté en los primeros días de diciembre de 2013, y también, un poco de su historia.

El parque Los Colomos tiene forma similar a una media luna con una punta orientada hacia el noroeste y la otra hacia el sureste. La parte más densa de su bosque se encuentra en un óvalo de cuando menos 650 metros por casi 460 y tiene varias diversiones (todas saludables) que valen la pena la visita.

Cuenta con una página oficial y la puedes encontrar en la siguiente liga: http://www.bosquecolomos.org.mx/




En su reglamento explican que se trata de un organismo público descentralizado de la administración municipal de Guadalajara. Tiene personalidad jurídica y patrimonio propio. En el pasado fue la fuente más importante para surtir de agua a la ciudad. Un poco de esta historia la relato enseguida:

Los palos de ciego

De acuerdo al libro cuyas imágenes presento, la ciudad de Guadalajara ha necesitado aportaciones de agua desde hace muchos siglos. El libro se intitula: “Los Colomos de antaño”, Editorial Agata/Fotoglobo.

La carencia de agua en Guadalajara es una afirmación sorprendente, porque cuando uno escucha a quienes conocieron Guadalajara hace apenas seis o siete décadas, escucha que por donde está ahora la Calzada Independencia corría el río San Juan de Dios, nacido en un venero del parque Agua Azul, el cual fluía ligeramente hacia el noreste por lo que ahora es la calzada, para girar hacia occidente y luego avanzar hacia el norte rumbo a la barranca que limita Guadalajara por ese rumbo.

Entre las cosas que nos cuentan está el hecho de que todavía existen al menos 60 manantiales de agua desaprovechados debido al mal manejo de las fuentes naturales de este líquido. También se entera uno de que, a dos cuadras al norte del Hospital Civil de Guadalajara, donde antes hubo unas cañadas pequeñas y ahora es una zona urbanizada, hay todavía pozos con el espejo del agua muy cerca del nivel de la tierra.

En un parque para ir a ejercitarse llamado entre la población como: “la Tucson”, hay un nacimiento de agua que corre lentamente hasta alimentar un lago en donde nadan los patos y por un lado pasa la gente trotando o caminando.





La abundancia del agua es tal que a trescientos metros al sur de este parque conocido como la Tucson hay nacimientos de agua que la gente usa para lavar automóviles. Siendo así, es difícil entender por qué desde el siglo XVIII se buscaban opciones para llevar agua a Guadalajara, pero el caso es que la buscaban y lo hacían mal.

Según el sitio de Internet: http://guadalajara.net/html/ciudad/03.shtml, en la primera mitad del siglo XVIII se dispuso de la presencia de Fray Pedro Antonio Buzeta, un arquitecto que exploró las posibilidades y encontró que el agua subterránea de la ciudad era abundante a once varas de profundidad (9 metros con 19 centímetros), sin embargo, la decisión final orientó un gasto de 75 mil pesos de aquella época para la construcción de una serie de pozos que permitieron llevar agua a la ciudad en el año de 1740.



De acuerdo al libro que presento en varias fotografías, en el año de 1811 se ordenó traer agua desde Mexicaltzingo, un pueblo fundado en 1542 para aglutinar indios trasladados desde la ciudad de México, y ahora un barrio del mismo nombre que se encuentra casi un kilómetro al sureste de la catedral de Guadalajara. El proyecto fracasó porque hay una diferencia de 29 metros de altura sobre el nivel del mar y el agua no podía correr por gravedad. Se había propuesto un sistema de norias para subirlo. Éstas son maquinarias similares a las ruedas de la fortuna que vemos en los juegos mecánicos, pero en lugar de sillas para las personas, llevaban cazos para tomar el agua en un nivel bajo y derramarla en uno más alto. La siguiente figura así lo indica.

Dibujo en bmp

El proyecto se inició pero se canceló porque todo era un fiasco. Evidentemente, el sistema de norias necesitaba una fuente de energía que hiciera girar la rueda, pero además, los tubos de barro que usaron para las conexiones eran muy anchos y poco resistentes. Se fracturaban.

En el año de 1803 pasó Alexander von Humboldt por el territorio mexicano, y entre las muchas opiniones que planteó estaba que el entonces llamado Río Grande, ahora conocido como Río Santiago, se podía canalizar para hacerlo navegable. En el año de 1833 el Ingeniero Samuel Trant, opinó que el proyecto era viable y unió la aspiración de los habitantes de Guadalajara por más agua a la posibilidad de construir dicho canal. Sin embargo, resultó que involucraba una obra de 17 leguas de longitud, lo que equivale a 75.4 kilómetros de la actualidad. En aquellos años el dinero público se gastaba en ejércitos de diferentes bandos en pugna por el poder y, aparte, el clero católico atesoraba una gran riqueza que no utilizaba para financiar esta clase de cosas. Así, en el ambiente político reinante la propuesta de Trant quedó en el olvido.

El agua de los Colomos

Es en el año de 1834 cuando el ingeniero Samuel Trant estudia la posibilidad de traer agua desde Los Colomos, donde había un manantial con agua en abundancia y con características que expondré más adelante. El problema detectado por  Trant era que desde el sitio del manantial hasta la sección occidental de la ciudad había una diferencia de solamente cincuenta pulgadas (un metro con 27 centímetros) lo cual daba por consecuencia que la pendiente del acueducto que se planeaba sería muy pequeña, razón por la cual el agua fluiría con demasiada lentitud.



Basado en sus mediciones, Trant concluyó que la toma de agua debía hacerse desde un lugar más alto. Así nació la idea de traer a Guadalajara agua desde Los Colomos.

La situación interna del país no permitió concretar esta clase de proyectos, demasiado costosos para la inestabilidad política, con recursos gastados en guerras intestinas y cuartelazos, además de dos invasiones extranjeras, una de los Estados Unidos entre 1846 y 1847, más otra de Francia desde 1862 hasta 1867.


En esas condiciones, es hasta 1895 cuando los ayuntamientos de Zapopan y de Guadalajara empiezan a dar forma al proyecto que finalmente tendrá éxito. Inicialmente, un funcionario del gobierno de la ciudad de Guadalajara realiza el procedimiento legal con el que pretende que los terrenos del sitio donde se encuentra el manantial, llamado El Colomo Grande, pasen a ser propiedad del ayuntamiento.

En el proceso que se desarrolla después aparece una acción legal del año 1856 que adjudica esos terrenos a Gregorio Dávila. Resulta también la manifestación de desacuerdo por parte de los propietarios de las fábricas (presuntamente de telas y de ropa) de Atemajac, El Batán y La Experiencia, además del Molino del Salvador.

En junio de 1896, alguien de nombre María Gil Romero afirma tener escrituras que la hacen propietaria de los terrenos de El Colomo Grande y con fecha 7 de junio de 1898, son compradas por el Gobierno del Estado de Jalisco en cincuenta mil pesos para iniciar enseguida las obras de colección de agua para enviarla por acueducto a la ciudad de Guadalajara.


Según Enrique García Becerra, citado en el blog de la dirección que agrego al final de este párrafo, aquella transacción, así como las que vinieron después, estuvieron muy lejos de ser tersas. En el blog se dice que, inicialmente, María Gil Romero fue despojada de los terrenos “... por Zapopan ...”. Uno supone que se refieren al ayuntamiento correspondiente. Enseguida los vendió al gobierno de Jalisco, pero la mujer se fue a juicio y lo ganó, dando lugar a que el gobierno los comprara de nuevo.

En las afirmaciones que en el blog se atribuyen a García Becerra, eran 258 las hectáreas adquiridas por el gobierno para captar agua y de allí se destinaron 160 a lo que sería el bosque, pero de esas, hay en la actualidad solamente 91 o 92 hectáreas.


Llenarse de aire los pulmones
Caminar por el parque es un remanso increíble en el ir y venir del tráfico de la mancha urbana que ya unió a Guadalajara con Zapopan y otras poblaciones que ahora han sido convertidas en zonas conurbadas.






Dependiendo por dónde ingreses, te encuentras diversas sorpresas. Una de ellas es el oportunismo de las ardillas, que apenas te ven, esperas que les des algo de comer








Entre las instalaciones del parque todavía te encuentras las que una vez fueron las proveedoras del agua para la ciudad, aunque por supuesto, han dejado de ser suficientes desde hace muchos años.








Caminando entre los árboles y percibiendo sus aromas, de pronto llegas al Jardín Japonés, que te recibe  con una figura tradicional de ese país






Pasas caminando por en medio de un laguito



y ves correr el agua que lo alimenta




Ves los peces nadando, en un desorden que no entiendes, pero te puedes sentar un rato a verlos








Todo en torno del lago se ve verde, y por supuesto que mantenerlo así de bello cuesta trabajo. Está allí para que tú lo admires





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Hay muchas rutas por donde puedes caminar, o trotar y ejercitarte con la mayor cantidad de oxígeno que el entorno puede darte.






Y allí se te puede acabar la luz del día sin darte cuenta.




Ver los patos mirando su estanque






Y hasta ver a dos novios tontos discutiendo, desperdiciando el agradable panorama



La luz del Sol se nos fue rápidamente. Eran los días más cortos del año





La oscuridad nos inundó y regresamos caminando por una de las orillas del bosque, viendo con preocupación, a la izquierda de la foto, como la mancha urbana se ha empezado a meter hasta este lugar tan hermoso



Cuando vayas a Guadalajara no te conformes con las tiendas, los cafés y demás cosas que hay en todas las grandes ciudades. Te invito a que te tomes una mañana, o una tarde de tu tiempo, y te regales algo agradable para los sentidos