Un
mural y una estatua en Tucson
A
mediados de los años 1980-s se construían en el centro de Tucson
unos edificios muy altos que, como luego aprenderíamos, eran para
alojar las instalaciones de instituciones financieras. Se trataba de
un sitio donde el paso estaba prohibido por el grado de peligrosidad
que implicaba la maquinaria y los materiales para la construcción.
Ligeramente al oriente y al sur, el viejo centro de Tucson
languidecía en sus ruinas porque los comercios y la población
habían emigrado de allí.
En
algún momento posterior se realizaron una serie de mejoras en el
centro de esa ciudad, y ahora, se siente en ese sitio un ambiente que
resulta agradable para muchos habitantes que gustan de asistir a
diversas actividades nocturnas al alcance de sus bolsillos.
La
autopista que llaman el freeway 10 pasa a menos de quinientos metros
al occidente de ese lugar, y cuando uno sale de esa vía rápida para
tomar hacia el oriente la calle de nombre Congress, se encuentra un
mural por enfrente del cual había pasado muchas veces, pero sin
percatarme de su existencia. Es el que se ve en estas fotos. Se ubica
donde inicia la avenida Broadway y está entre un hotel de nombre
Radisson y una calle orientada casi de norte a sur que se llama
Church Street.
Escribí
a un sitio en el que presentan la obra artística de muchos pintores
de Tucson, pero el responsable me contestó que ignoraba quién había
realizado esa pintura, y que al parecer, estaba desde su llegada a
esa ciudad, diecisite años antes. El mural nos muestra el encuentro
de los indios con los conquistadores españoles, lo cual sucedió
aproximadamente en el año 1600. Seis décadas antes había pasado
Marcos de Niza por los territorios donde ahora se encuentra Tucson.
Buscaba las siete ciudades de oro que los relatos indios habían
hecho creer a los españoles y lo había llevado allí el seguimiento
del ahora llamado río Santa Cruz, que nace en el valle de San
Rafael, en Arizona, avanza hacia el sur internándose en Sonora, para
dar vuelta en U y volver hacia el norte para pasar por el sur de
Tucson y avanzar hacia el noroeste hasta acercarse al río Gila.
Al
suroeste de Tucson, en las márgenes del río Santa Cruz, se ubica la
misión de San Javier del Bac, fundada por Francisco Eusebio Kino en
1697 y por allí paso también Juan
Bautista de Anza siguiendo las
márgenes del mismo para buscar el Gila y caminar después hacia
Yuma, acercarse a la sierra Nevada, que corre a lo largo del estado
de California. Las tierra donde
se encuentra ahora Tucson y Phoenix
fueron habitadas por los indios Hohokam durante los primeros mil años
de nuestra era. Como he contado en otra ocasión, ellos desarrollaron
una gran civilización que tenía obras de irrigación en la región
donde ahora se encuentra Casa Grande, Chandler, Meza y Phoenix.
El
mural nos muestra que éstas eran tierras indias que fueron
invadidas, y nos dice también, con sus cactos al pie de la pared,
que el pavimento invasor también pretende desplazar a la naturaleza
terca que sigue tratando de crecer donde quiera que puede
No
se conoce con claridad cuál es la razón por la cual desapareció la
estructura organizativa de los Hohokam, pero se piensa que son sus
descendientes los Tohono O'odham, que habitaban la región en la
época en que aparecieron los españoles, quienes los llamaban
pápagos. El dominio de estos se consolida con la labor desarrollada
por el jesuita Francisco Eusebio Kino pero se debilita lentamente
tras la expulsión de ellos por orden del rey Carlos III en 1767.
A
un poco más de cien metros hacia el oriente del mural se encuentra
una estatua de Francisco Villa que fue donada por el gobierno
mexicano a la ciudad de Tucson.
Lo
presentan con el caballo levantando una de sus patas, señal de que
se le considera muerto cuando era hombre activo, a diferencia de
quienes murieron en batalla, en cuyo caso se muestra a los caballos
con las dos manos delanteras en el aire, o bien, cuando murieron de
enfermedad, en cama, con las cuatro patas en el suelo.
Obviamente
no hay consenso sobre cómo presentar una estatua de Villa a caballo,
por ejemplo, en Zacatecas, se puede ver una representación con las
dos manos del caballo al aire.
Aunque
el centro de Tucson es por si mismo bullicioso y lleno de tráfico, y
de que es claramente identificable por la altura de los edificios que
se encuentran a un costado, a quinientos metros al sur de ese sitio
se extiende una zona sumamente interesante de la ciudad. Allí se
conserva, en condiciones aparentemente buenas, el pasado del viejo
pueblo de Tucson. Pasamos por sus calles cuando eran las nueve de la
mañana, cuando el frío de 0 grados centígrados mantenía a la
población en sus casas. En la foto que sigue vemos una iglesia al
estilo católico y si alguien busca en Internet con la frase “old
Tucson”, o bien “old pueblo”, hallará dibujos de una
construcción similar a ésta.
Las
construcciones son muy diferentes del estilo estadounidense, basado
en madera y con líneas típicas de una costumbre en la construcción
que no es para la permanencia durante siglos. Como puede apreciarse,
parecería que uno se encuentra en cualquier pueblo mexicano (limpio)
Solamente
los letreros en Inglés permitirían al observador cuidadoso ubicar
que no son fotos tomadas en México
La
calle de la foto que sigue se llama W Cushing y su orientación es
casi de oriente a occidente, con una ligera inclinación hacia el
suroeste. La cámara está mirando hacia el sur, y se miran las
sombras de los árboles, el lector puede comprender que se proyectan
con una componente norte muy marcada, lo cual tampoco ocurre a fines
de diciembre en los pueblos de México. Esto se debe a que la latitud
norte de Tucson es más de 32 grados . Estos se miden con respecto al
ecuador.
El
estilo mexicano se descubre hasta en los nombres de los negocios
signo
de una cultura arraigada e imborrable donde la ingeniería social
estadounidense se ha estrellado. Pudieron aculturar a los
afroamericanos y a gran parte de las etnias originarias de esas
tierras, pero México se encuentra demasiado cerca y el corazón de
la población mexicana no lo olvida.
El
estilo desenfadado y la pobreza también se descubren en esa zona.
Los árboles de pino han crecido junto a los mezquites originarios
del clima semi árido de Tucson.
Eran más de las nueve de la mañana y parecía que estaba amaneciendo. Así son los últimos días de diciembre en estas latitudes. La sombra de los árboles y de las casas nos muestran que el Sol está más inclinado que la misma hora en Hermosillo, o en cualquier otro sitio de México.
Para
disponer de estas fotografías recibí la ayuda de mi hermano y del
menor de mis hijos, ambos de nombre Miguel, en honor a mi padre,
quienes soportando una temperatura de cero grados centígrados,
caminaron a pie más de un centenar de metros para tomar las imágenes
del mural.
Hacía
apenas unos minutos que habíamos puesto en condiciones de
visibilidad el auto en que viajábamos
pues
durante la noche había ocurrido un fenómeno de condensación del
agua que, al contacto con la superficie fría del automóvil, había
ido formando trozos de hielo. En términos científicos se explica
como el efecto del dipolo eléctrico del agua, lo cual hace a las
moléculas pegarse a casi todas las superficies visibles para
nosotros. El proceso de condensación hace que el vapor de agua de la
atmósfera pase directamente a sólido.
El
parque “La Tucson” de Guadalajara
¿Pero
por qué tratar juntas las ciudades de Tucson y Guadalajara?
En
línea recta las separan 1 500 kilómetros, la primera está en el
paralelo 32 y la segunda en el paralelo 21, pero por alguna razón,
hace varios años que la ciudad de Tucson regaló a Guadalajara una
instalación deportiva francamente bella
allí
se puede ir a hacer deporte, en medio de una naturaleza de árboles
grandes, síntoma de la tierra fértil donde crecen.
Oficialmente
le llaman “Unidad Deportiva Tucson”, también como “Parque
Tucson”, pero la población le dice simplemente “la Tucson”.
En
la Tucson hay un lago natural
cuya
agua brota de mantos subterráneos sin que nadie gaste electricidad
ni diesel para sacarla de allí
corre
pendiente abajo por una construcción que busca controlar la erosión
pero
la conducta indecente de algunos ignorantes ensucia este regalo de la
naturaleza
En
la Tucson vi gente corriendo, trotando, caminando, ejercitándose a
esa hora de la mañana, mientras a unos cuantos cientos de metros, en
cualquier dirección, el tráfico de autos iba y venía con sus
ruidos infernales y sus humos contaminantes.
A
los árboles los amenaza la muerte por asfixia que proviene de la
contaminación de la ciudad, pero también peligran la presencia de
una planta trepadora que en Guadalajara le llaman “muérdago”.
Llega de alguna manera a sus troncos y se aferra a ellos, les extrae
la savia y los seca. En la siguiente foto se ve un pino afectado de
esa manera:
Después
empiezan a verse como el árbol de la foto que sigue
y
terminan como el tronco que se puede ver en la siguiente imagen:
Caminando
y trotando por los senderos de “la Tucson” aprecié las
instalaciones del verdadero tartán. Un recubrimiento que se empezó
a utilizar para las pistas de atletismo en las olimpiadas de 1968 en
México. Ha evolucionado mucho con el desarrollo de la física de
materiales y sobre ese tema escribí hace varios años en un blog
sobre ciencia que mantengo:
Las
siguientes imágenes muestran algunos de los senderos de “la
Tucson”
Sin
embargo, debido a que el agua brota del subsuelo casi por cualquier
parte
ha
aparecido deterioro que requiere inversión para conservar este lugar
tan bello
Pero
como decía mi madre: “no hay que por bien no venga”, o como la
versión rusa del mismo proverbio: “nunca hay una gran pérdida sin
una pequeña ganancia”, ese deterioro me sirvió para aprender algo
que ya me imaginaba, que el auténtico tartán es un material grueso,
como podemos ver en la siguiente foto, donde puede compararse con las
dimensiones de un teni común y corriente
Una
decepción en la Universidad de Sonora
Hace
varios años creí que en Hermosillo tendríamos una instalación con
pista de tartán. Es una a la que ahora llaman le “la milla”.
Durante
muchos años hubo aquí un enorme potrero vacío, lleno de arena,
polvo y piedras, donde se podía trotar tomando las prevenciones
adecuadas. Es una propiedad de la Universidad de Sonora donde había
únicamente una alberca de dimensiones similares a las olímpicas.
Nunca ha tenido techo ni forma de calentar el agua para usarla en el
invierno, de modo que es de utilidad únicamente en el verano.
Fuera
de eso ha sido una cantina de casi 19 hectáreas de extensión donde
los jugadores de béisbol y softbol celebraron que ganaron o que
perdieron. En determinado momento se agregó un bonito estadio para
este juego (que no deporte aunque se enojen sus practicantes).
Aproximadamente en
el año 2008, en una entrevista radiofónica en la XEDM, el entonces
rector de la institución anunció que se estaba construyendo una
pista de tartán. Dijo que se haría “con todas las de la ley”.
Quien
sabe a qué se refería con esa frase, pero cuando la terminaron se
veía muy bonita
Pronto
descubrí que
se trataba de asfalto pintado con un material que parecía ser el
sistema novacrylic, del
cual traté en otra contribución a este blog, hace varios años:
Donde
había solamente tierra aplicaron pavimento y enseguida le agregaron
ese material que parece ser novacrylic. Por esa razón, en el año
2010 yo publiqué una opción mejor: el sistema de los senderos del
parque Los Colomos de Guadalajara.
Ahora
está muy claro que se trató de algo similar a una pintura que se ha
empezado a desprender
Todo
con cargo a nuestras rodillas. Ni hablar, como decía Chava Flores.
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