jueves, 16 de febrero de 2012

Una vez La Bemba




Desarrollo este comentario considerando tres principios básicos:
El primero es que en la vida hay que saber ser agradecidos y decir muchas gracias cuando la ocasión lo amerita.
El segundo es que lo más humano es darle el beneficio de la duda a quienes tratamos muy de cerca alguna vez.
El tercero es que no podemos renunciar a la esperanza.

El miércoles 15 de febrero de 2012, cuando abrí mi correo electrónico en mi oficina en la Universidad de Sonora, encontré un mensaje recién llegado. No eran todavía las ocho de la mañana y me dí el tiempo para leerlo con cuidado y enterarme de que se trataba de una protesta debido a los cambios que ocurrirán en la estación de radio que transmite en los 95.5 megahertz, para el área urbana de la Ciudad de Hermosillo.

Lo firmaban una cantidad de personas que recuerdo, además de otras que nunca conocí, pero todos ellos, en algún momento, hicieron programas de radio a través de la estación.

Yo estuve en Radio Bemba durante casi tres años porque un día del año 2007 llegó a mi oficina en la Universidad mi amigo Ángel Cárdenas para invitarme a participar en un programa sobre difusión de la ciencia, traía un proyecto escrito con el nombre, la justificación y los objetivos.

Aunque siempre he tenido cuidado de cumplir puntualmente con mi obligación de difundir la ciencia, nunca me imaginé a mi mismo haciendo un programa de radio. Sin embargo, el interés de Ángel (el Tatle para sus amigos del bachillerato) era tanto que decidí ayudarle. Pasaron varios meses, y por fin, un día me visitó de nuevo para informarme que empezaríamos en diciembre de 2007, un miércoles a las seis de la tarde y estaríamos al aire una hora, pero luego se aplazó para enero de 2008. Así nació Vox Populi de la Ciencia y transmitimos mientras la radio tuvo energía eléctrica y mi amigo tuvo vida.

Cuando cumplimos dos años allí se me ocurrió abrir un blog para publicar los contenidos presentados en el programa. Lo tomaba casi como un archivo, hasta que un día Rodrigo Arturo Rosas y el Tatle me dijeron que había personas preguntando por el contenido del blog y me recomendaron que lo actualizara. Me sorprendió, pero lo actualicé y aprendí a consultar la cantidad de visitantes al blog. Eran muchos y la frecuencia iba creciendo.

El día que las neuronas del Tatle se apagaron comprendí que el programa se había terminado. La Bemba nunca tuvo entre sus ejes temáticos la difusión de la ciencia y lo comprendo. Vivimos en México, un pobre país mal gobernado que tiene necesidades más elementales. Sin embargo, en la radio siempre tuvieron la amabilidad de tener ese espacio para nosotros, a pesar de que no ayudábamos en el pago de la corriente eléctrica, y de que usábamos las instalaciones contribuyendo a su deterioro paulatino.

Repito por segunda vez: en la vida hay que saber ser agradecidos. Algo hemos aprendido haciendo programas de radio. Yo escucho los primeros quince programas que hicimos allí, y enseguida los últimos quince, y encuentro una notable diferencia. Al final yo sabía lo que estaba haciendo y esa ganancia solamente se perderá cuando mis neuronas también se apaguen.

Hemos aprendido allí, y en lo que a nosotros respecta, quienes hacíamos el Vox Populi de la Ciencia haremos algo con ese aprendizaje. Un día terminaremos un libro con los contenidos científicos que difundimos y llevará un disco adjunto para quienes lo quieran adquirir. Se llamará algo así como “Difusión Científica a Través de una Radio Comunitaria” y escribiremos nuestro agradecimiento a todos los jóvenes que nos ayudaron, pero sobre todo, a la radio que nos abrió las puertas sin cobrarnos por el uso de sus instalaciones y sin reclamarnos por no pagar el pedazo de corriente que nos tocaba.

Guardo un buen recuerdo de todos los jóvenes que nos ayudaron, a pesar de que se aburrían operando los aparatos porque, individualmente la ciencia no era de su interés. Sin que les diéramos nada a cambio estuvieron siempre allí, como si fuera una obligación para ellos.

Es triste verlos ahora enfrentados. Pienso que hay un cúmulo de razones personales que yo ignoro y que prefiero no saber. Como casi siempre ocurre, puede tratarse de caminos sin retorno, pues la amistad convertida en enemistad no suele presentar senderos de regreso.

En lo que a mi respecta no participaré ni de los reclamos airados, o moderados, ni recurriré a la frase que he leído en el facebook: “la radio es de todos”. Eso no es verdad. Si así fuera, hubiéramos estado todos allí para ayudar a juntar el dinero para pagar el enorme costo del recibo de corriente eléctrica. Pero en esos casos, se muy bien que eran solamente dos personas las que andaban a las prisas tratando de reunir los recursos para el pago correspondiente.

No es posible que algo sea de todos cuando se trata de tomar decisiones y de tirar línea, pero nos hagamos el que no ve, ni oye, ni está enterado, de que está cortada la corriente eléctrica y las transmisiones han cesado. Tan solo por esa razón puedo afirmar que la radio nunca fue mía. Porque el esfuerzo era muy desigual, y en consecuencia, yo no pretendería un lugar en ninguna parte de la toma de decisiones.

No se cuáles son los cambios que se están elaborando. Los estaré esperando. No se si van a acertar, o si se van equivocar, pero sin andar para un lado y para otro hablando con el Dios y con el Jesús en mi boca, prefiero optar por la esperanza y por el beneficio de la duda.

Lo humanamente correcto es darles el beneficio de la duda en los cambios que están intentando. Y si se equivocan, estar dispuestos para ayudarlos con la crítica constructiva.

La esperanza de que acierten es mía, porque si no la tengo estoy perdido.

Hay señales de que, en México, a veces hay aciertos, y en otras ocasiones hay errores terribles. Recuerdo cuando en la Revista Proceso Don Julio Scherer García despidió a Carlos Marín. Ahora sabemos dónde está cada uno de ellos. Sabemos que el diario La Jornada sigue allí, contra viento y marea, haciendo su trabajo y arrojando luz sobre este país desgobernado. También sabemos que un día el diario Uno más Uno se entregó al poder y que las cabezas visibles de Canal 40 se brincaron la barda para acomodarse en el regazo de Televisa.

Pero yo pregunto, ¿por qué se adelantan juicios? ¿No es lo más humano desear que acierten? Comprendo que los jóvenes que se alejaron a causa de algún conflicto personal estén molestos. Solamente puedo decirles que mi deseo habría sido que esas diferencias tan graves no hubieran surgido nunca. Lo que no puedo comprender es cómo quienes hablaban al micrófono, repito, con Dios en cada frase, no sean ahora capaces de darle a los encargados de la radio el beneficio de una duda y el deseo de que acierten.

1 comentario:

Francisco Javier Ruiz Valenzuela dijo...

maestro, cuando en la causa ceusista nos empató, allá por el inicio en la década de los 90´s. Su esfuerzo lo tuve bien valorado, nunca desestime sus aportes intelectuales, en los cuales me toco respaldar en mas de una ocasión. En verdad, conocí en usted a alguien con un sano interés por mejorar las circunstancias.
Sigue siendo de las reservas morales mas importantes que he conocido y coincido en el saber agradecer y abonar a la esperanza de una solución.
Arnulfo, gracias