Desarrollo este comentario considerando
tres principios básicos:
El primero es que en la vida hay que saber
ser agradecidos y decir muchas gracias cuando la ocasión lo amerita.
El segundo es que lo más humano es darle
el beneficio de la duda a quienes tratamos muy de cerca alguna vez.
El tercero es que no podemos renunciar a
la esperanza.
El miércoles 15 de febrero de 2012, cuando
abrí mi correo electrónico en mi oficina en la Universidad de Sonora, encontré
un mensaje recién llegado. No eran todavía las ocho de la mañana y me dí el
tiempo para leerlo con cuidado y enterarme de que se trataba de una protesta
debido a los cambios que ocurrirán en la estación de radio que transmite en los
95.5 megahertz, para el área urbana de la Ciudad de Hermosillo.
Lo firmaban una cantidad de personas que
recuerdo, además de otras que nunca conocí, pero todos ellos, en algún momento,
hicieron programas de radio a través de la estación.
Yo estuve en Radio Bemba durante casi tres
años porque un día del año 2007 llegó a mi oficina en la Universidad mi amigo
Ángel Cárdenas para invitarme a participar en un programa sobre difusión de la
ciencia, traía un proyecto escrito con el nombre, la justificación y los
objetivos.
Aunque siempre he tenido cuidado de cumplir
puntualmente con mi obligación de difundir la ciencia, nunca me imaginé a mi
mismo haciendo un programa de radio. Sin embargo, el interés de Ángel (el Tatle
para sus amigos del bachillerato) era tanto que decidí ayudarle. Pasaron varios
meses, y por fin, un día me visitó de nuevo para informarme que empezaríamos en
diciembre de 2007, un miércoles a las seis de la tarde y estaríamos al aire una
hora, pero luego se aplazó para enero de 2008. Así nació Vox Populi de la
Ciencia y transmitimos mientras la radio tuvo energía eléctrica y mi amigo tuvo
vida.
Cuando cumplimos dos años allí se me
ocurrió abrir un blog para publicar los contenidos presentados en el programa.
Lo tomaba casi como un archivo, hasta que un día Rodrigo Arturo Rosas y el
Tatle me dijeron que había personas preguntando por el contenido del blog y me
recomendaron que lo actualizara. Me sorprendió, pero lo actualicé y aprendí a
consultar la cantidad de visitantes al blog. Eran muchos y la frecuencia iba
creciendo.
El día que las neuronas del Tatle se
apagaron comprendí que el programa se había terminado. La Bemba nunca tuvo
entre sus ejes temáticos la difusión de la ciencia y lo comprendo. Vivimos en
México, un pobre país mal gobernado que tiene necesidades más elementales. Sin
embargo, en la radio siempre tuvieron la amabilidad de tener ese espacio para
nosotros, a pesar de que no ayudábamos en el pago de la corriente eléctrica, y
de que usábamos las instalaciones contribuyendo a su deterioro paulatino.
Repito por segunda vez: en la vida hay que
saber ser agradecidos. Algo hemos aprendido haciendo programas de radio. Yo
escucho los primeros quince programas que hicimos allí, y enseguida los últimos
quince, y encuentro una notable diferencia. Al final yo sabía lo que estaba
haciendo y esa ganancia solamente se perderá cuando mis neuronas también se
apaguen.
Hemos aprendido allí, y en lo que a
nosotros respecta, quienes hacíamos el Vox Populi de la Ciencia haremos algo
con ese aprendizaje. Un día terminaremos un libro con los contenidos científicos
que difundimos y llevará un disco adjunto para quienes lo quieran adquirir. Se
llamará algo así como “Difusión Científica a Través de una Radio Comunitaria” y
escribiremos nuestro agradecimiento a todos los jóvenes que nos ayudaron, pero
sobre todo, a la radio que nos abrió las puertas sin cobrarnos por el uso de
sus instalaciones y sin reclamarnos por no pagar el pedazo de corriente que nos
tocaba.
Guardo un buen recuerdo de todos los
jóvenes que nos ayudaron, a pesar de que se aburrían operando los aparatos
porque, individualmente la ciencia no era de su interés. Sin que les diéramos
nada a cambio estuvieron siempre allí, como si fuera una obligación para ellos.
Es triste verlos ahora enfrentados. Pienso
que hay un cúmulo de razones personales que yo ignoro y que prefiero no saber.
Como casi siempre ocurre, puede tratarse de caminos sin retorno, pues la
amistad convertida en enemistad no suele presentar senderos de regreso.
En lo que a mi respecta no participaré ni
de los reclamos airados, o moderados, ni recurriré a la frase que he leído en
el facebook: “la radio es de todos”. Eso no es verdad. Si así fuera, hubiéramos
estado todos allí para ayudar a juntar el dinero para pagar el enorme costo del
recibo de corriente eléctrica. Pero en esos casos, se muy bien que eran
solamente dos personas las que andaban a las prisas tratando de reunir los
recursos para el pago correspondiente.
No es posible que algo sea de todos cuando
se trata de tomar decisiones y de tirar línea, pero nos hagamos el que no ve,
ni oye, ni está enterado, de que está cortada la corriente eléctrica y las
transmisiones han cesado. Tan solo por esa razón puedo afirmar que la radio
nunca fue mía. Porque el esfuerzo era muy desigual, y en consecuencia, yo no
pretendería un lugar en ninguna parte de la toma de decisiones.
No se cuáles son los cambios que se están
elaborando. Los estaré esperando. No se si van a acertar, o si se van
equivocar, pero sin andar para un lado y para otro hablando con el Dios y con
el Jesús en mi boca, prefiero optar por la esperanza y por el beneficio de la
duda.
Lo humanamente correcto es darles el
beneficio de la duda en los cambios que están intentando. Y si se equivocan,
estar dispuestos para ayudarlos con la crítica constructiva.
La esperanza de que acierten es mía,
porque si no la tengo estoy perdido.
Hay señales de que, en México, a veces hay
aciertos, y en otras ocasiones hay errores terribles. Recuerdo cuando en la
Revista Proceso Don Julio Scherer García despidió a Carlos Marín. Ahora sabemos
dónde está cada uno de ellos. Sabemos que el diario La Jornada sigue allí,
contra viento y marea, haciendo su trabajo y arrojando luz sobre este país
desgobernado. También sabemos que un día el diario Uno más Uno se entregó al
poder y que las cabezas visibles de Canal 40 se brincaron la barda para
acomodarse en el regazo de Televisa.
Pero yo pregunto, ¿por qué se adelantan
juicios? ¿No es lo más humano desear que acierten? Comprendo que los jóvenes
que se alejaron a causa de algún conflicto personal estén molestos. Solamente
puedo decirles que mi deseo habría sido que esas diferencias tan graves no
hubieran surgido nunca. Lo que no puedo comprender es cómo quienes hablaban al
micrófono, repito, con Dios en cada frase, no sean ahora capaces de darle a los
encargados de la radio el beneficio de una duda y el deseo de que acierten.
1 comentario:
maestro, cuando en la causa ceusista nos empató, allá por el inicio en la década de los 90´s. Su esfuerzo lo tuve bien valorado, nunca desestime sus aportes intelectuales, en los cuales me toco respaldar en mas de una ocasión. En verdad, conocí en usted a alguien con un sano interés por mejorar las circunstancias.
Sigue siendo de las reservas morales mas importantes que he conocido y coincido en el saber agradecer y abonar a la esperanza de una solución.
Arnulfo, gracias
Publicar un comentario