Más difícil que una aguja en un pajar
De acuerdo al
astrónomo matemático Erland Myles Standish (hijo), Plutón fue
fotografiado catorce veces antes de ser descubierto por Clyde
Tombaugh el 18 de febrero de 1930.
Más aún, Greg
Buchwald, Michael DiMario y Walter Wild, publicaron en una revista
científica, en el año 2000, que también había sido fotografiado
en 1909 desde el Observatorio Yerkes, fundado en 1897, y situado a un
lado del Lago Geneva, Bahía Williams, a 60 kilómetros al suroeste
de Milwaukee.
En el recuento de E.
M. Standish (hijo), Plutón fue fotografiado dos veces, el 23 de
enero de 1914, en el Observatorio Konigstuhl, en Heidelberg,
Alemania. Ese mismo año fue fotografiado en el Observatorio de
Harvard, el 12 de noviembre. Menos de diez meses después.
Al año siguiente,
los días 19 de marzo y 7 de abril de 1915, fue fotografiado en el
Observatorio Lowell, en Flagstaff, Arizona. El único sitio donde sí
lo estaba buscando, de manera personal, el fundador de esa
instalación para observación astronómica: Percival Lowell, quien
murió repentinamente siete meses después, sin saber que había
tenido acceso a las fotografías donde se encontraba la imagen del
“planeta X”, motivo de su búsqueda hasta el punto de haber
fundado el centro de observación, que ahora lleva su nombre. Lowell
tenía el doble propósito de estudiar el planeta Marte, donde él
creía que había vida, y también, descubrir un planeta que se
encontraría más allá de Neptuno, que había sido descubierto en
1846.
Según Standish,
Plutón volvió a ser fotografiado cuatro veces más entre el 28 y el
29 de diciembre de 1919 en el Observatorio Monte Wilson, situado en
la parte norte de las montañas de la mancha urbana de Los Ángeles,
California.
De acuerdo al mismo
Standish, el 29 de enero de 1921 volvió a aparecer en una fotografía
tomada en Yerkes, Alemania. El 23 de diciembre de 1925 fue
fotografiado en dos ocasiones más, en Monte Wilson. De nuevo en
Yerkes el 6 de enero de 1927. Y por último, en el Observatorio Real
de Bélgica, en Uccle, el 27 de enero de 1927.
¿Por qué nadie se
enteró de la existencia de ese cuerpo celeste, que hasta el año
2006 fue considerado como el noveno planeta del sistema solar? Vamos
a contar aquí un poco de esa historia.
Ubicación del observatorio y cómo llegar en automóvil
El sitio donde fue
descubierto es un observatorio que se encuentra en la parte norte de
una ciudad llmada Flagstaff, en el estado de Arizona, Estados Unidos,
a más de 400 kilómetros hacia el norte de la frontera de México
con ese país. A un poco más de 100 kilómetros hacia el noroeste se
encuentra el Gran Cañón del Colorado. Se encuentra a más de 2 100
metros de altura sobre el nivel mar y forma parte de una región
donde crecen pinos y abetos como si se tratara de un paisaje típico
de la carretera desde la ciudad de México hasta Puebla, o bien, como
los que tanto abundan en el sur de Canadá.
Flagstaff se une por
autopista a la capital de Arizona, Phoenix. Se llama freeway número
17 y es un recorrido de aproximadamente 235 kilómetros, que implica
aproximadamente dos horas de camino, si se conduce de acuerdo a los
límites de velocidad marcados en los señalamientos de la carretera.
El paisaje cambia en ese tiempo como se ve en la siguiente
fotografía, tomada en las afueras de Phoenix, a casi 400 metros
sobre el nivel del mar. Se observa la flora verde como consecuencia
de las lluvias de verano, pero en realidad, se trata del clima semi
desértico de la zona, con una precipitación anual que es del orden
de 200 milímetros anuales.
En menos de dos
horas cambia el panorama y se empiezan a observar
En Flagstaff se
encuentra uno un clima muy benigno en verano, al menos para los
parámetros de temperatura de alguien que ha vivido toda su vida en
el estado de Sonora, México. En esa ciudad se encuentra uno la
Northern Arizona University (NAU), con un campus bastante amplio y
muy bello
Si vas al Observatorio Lowell, te puede convenir llevar lo necesario para comer algo allí y pasar un rato agradable. Hay donde sentarse a digerir alimentos
Supongo que en el invierno esto está seco y lleno de nieve, pero en verano hay flores
La vista es bella en cualquier sitio hacia donde dirijas la vista
y el techo está hecho de hojas, y a veces, también de nubes
¿Cómo surgió Flagstaff?
El estado de Arizona
dejó de ser territorio mexicano después de la invasión de Estados
Unidos a éste país. El congreso estadounidense declaró la guerra a
México el 13 de mayo de 1846 y avanzó hasta tomar la capital en
septiembre de 1847. Enseguida hubo voces que propusieron adoptar una
estrategia de guerra de guerrilas para desangrar al invasor, toda vez
que su pérdida de combatientes por enfermedad sumaban varios miles
de soldados. El gobierno conservador, temporalmente en manos de Don
Manuel de la Peña y Peña, mantuvo un punto de vista diferente y se
apresuró a firmar un tratado de paz el 2 de febrero de 1848, con lo
cual la frontera se recorrió casi 980 kilómetros hacia el sur,
aproximadamente desde el paralelo 42 de latitud norte, hasta el río
Gila, que bordea por el sur los límites actuales de la ciudad de
Phoenix. Con la venta de la Mesilla, entre el 24 de junio y el 30 de
diciembre de 1853, la frontera se recorrió más de 200 kilómetros
al sur, aproximadamente donde se encuentra ahora. A mediados del
siglo XIX había cuando menos diez etnias de nativos americanos en lo
que ahora es Arizona, pero nadie los tomó en cuenta. El número de
esos pobladores es difícil de precisar, pero sí he encontrado que
en 1890 eran el 34% de la población. Por el contrario, con la visión
racista de ambos gobiernos, la representación mexicana se cuidó de
que hubiera en el Tratado de Guadalupe Hidalgo un artículo en el que
Estados Unidos se comprometía a proteger, de la amenaza de los
indios, a los nacionales de México que quedaban al otro lado de la
frontera y de impedir las incursiones de ellos hacia tierras
mexicanas. Años después se quejarían del incumplimiento de ese
acuerdo, pero únicamente en la parte ubicada al sur de la nueva
línea divisoria.
Con el objetivo de
explorar la posibilidad de construir un ferrocarril entre Colorado y
Arizona, el gobierno estadounidense envió al General de Brigada
Edward Fitzgerald Beale, entre los años de 1857 y 1860, a
inspeccionar el territorio que ahora es el norte de Arizona. Al
comisionado le pareció atractiva la zona al sur del Gran Cañón
debido a la existencia de agua, madera, leña y pasto. Allí se
ubicaron varios rancheros que producían básicamente para el auto
consumo debido a la dificultad para comercializar cualquier producto.
Esa situación de aislamiento se modificó con la llegada del
ferrocarril en 1880.
Flagstaff se llama
así porque en el año de 1876 llegaron varios colonos provenientes
de Boston, en el este de los Estados Unidos, y trataron de asentarse
en las márgenes de Little Colorado River, cerca de donde ahora se
encuentra Winslow, Arizona. Debido a que encontraron ocupado esa
área, optaron por moverse 90 kilómetros hacia el oeste, en el sur
del Pico de San Francisco, una montaña de más de tres mil metros de
altitud sobre el nivel del mar. Cuenta la leyenda que cortaron un
brazo de pino ponderosa para atarle una bandera de su país y
colocarla como distintivo del lugar que habían escogido. El sitio
donde está la bandera (Flagstaff) quedó finalmente como el nombre
oficial.
Subiendo la colina para llegar al Observatorio Lowell
La zona del primer
asentamiento, donde se fundó Flagstaff, se encuentra a la derecha de
la siguiente fotografía
y justo al centro de
la misma se puede distinguir el anuncio de la existencia del
Observatorio Lowell si das vuelta a la izquierda.
Enseguida se toma
una calle que lleva a una colina de aproximadamente 100 metros de
altura. La vegetación que rodea el trayecto es muy bella
El Observatorio
Las instalaciones
del recibidor tienen en el techo una gran cantidad de celdas solares.
En un cálculo elemental, me parece que podría producir más de 2
500 kilowatts hora mensuales. Para darse una idea de cuánta energía
es, diré que de acuerdo a la Comisión Federal de Electricidad, se
trata de un consumo muy alto, que permite mantener refrigerada una
casa de más de 150 metros cuadrados de construcción, en veranos con
temperaturas de más de 40 grados centígrados, como en la ciudad de
Hermosillo, Sonora.
En Estados Unidos te
venden hasta el servicio de aire para las llantas de tu auto,
entonces, no es de suponerse que entres gratuitamente al Observatorio
Lowell
Para mexicanos el
costo es alto, pues constituye más de dos días de salario mínimo.
Son doce dólares por persona, mientras que en Estados Unidos se paga
a 7.25 dólares la hora en el año 2014. Así, con dos horas de
trabajo tienes para la entrada.
Te muestran también
su lista de agradecimientos a quienes los han apoyado económicamente,
y además, en el interior del campus hay diversas placas recordando
personajes de la vida del Observatorio.
Tan pronto como
pagas te dan información impresa de las actividades del día y un
mapa señalando los sitios donde se realizarán éstas. A la
izquierda hay una tienda de recuerdos en la que te pueden vender
desde una sudadera hasta un par de imanes de forma alargada. Por una
cantidad cercana a 10 dólares, podrías comprar (empaquetados) dos
piedras grises de imanes permanentes que he visto en Tlaquepaque a 2
pesos mexicanos cada una. Saca tus cuentas.
Inmediatamente
después, hay un pedazo de meteorito tomado del cráter Barringer,
que se encuentra al este de Flagstaff. Tiene del orden de 150 metros
de profundidad y fue provocado por un meteorito que impactó allí
hace aproximadamente 50 mil años.
Al lado derecho hay
un pequeño museo donde tienen en exhibición algunas piezas de las
que han usado los astronautas de ese país en los montajes de
diversos objetos en la estación espacial internacional que viene
orbitando el espacio desde hace varios años, y tienen, además, un
montaje en el que de pronto ves las estrellas en el suelo
Cuando sales del
recibidor al campus hay un reloj de sol muy bien montado, con la
advertencia de que no te rijas por éste para poner a tiempo tu reloj
de pulsera.
Avanzando unos
cuantos metros, te encuentras más adelante la montura del que fuera
un telescopio de 11 toneladas de peso, con un espejo reflector de 42
pulgadas (1 metro con 6.68 centímetros).
Fue construido en
Masachussets e instalado en el Observatorio Lowell en 1909. Disponía
de una combinació de cuatro espejos secundarios y podía trabajar
con cuatro longitudes focales.
El Doctor Vesto
Melvin Slipher utilizó una de estas modalidades del telescopio para
realizar estudios de espectroscopía durante dos años. A su vez,
Earl C. Slipher, hermano de Vesto, tomó fotografías de planetas con
éste.
Desde 1909 hasta
1950 fue operado por el Doctor Carl Otto Lampland para tomar
fotografías de diez mil galaxias, nebulosas difusas y racimos de
estrellas.
Según descubrió en
el año 2013 J. N. Marcus, revisando archivos del Observatorio
Lowell, Lampland fue el primer astrónomo que observó un cometa en
la sección infrarroja de las ondas electromagnéticas. Para quienes
no saben qué son los rayos infrarrojos, les diré que son los mismos
que puedes sentir su pones la mano cerca de un sartén caliente
recién retirado de la estufa. No los puedes ver, pero tu piel si los
puede sentir.
Según el mismo
Marcus, Vesto Slipher fue uno de los primeros en descubrir el
corrimiento al rojo de las galaxias, en particular, de una llamada:
spiral nebulae.
Curiosamente el dato
sobreel descubrimiento de Lampland es desconocido porque no publicó
esos resultados.
http://arxiv.org/pdf/1301.7269.pdf
En 1922, ayudado por
el físico especialista en radiometría y espectroscopía, William
Weber Coblentz, el Doctor Carl Lampland midió la superficie de
Marte, de Venus y de otros planetas, y después del descubrimiento de
Plutón, el 18 de febrero de 1930, usó este telescopio para obtener
posiciones precisas y determinar la posición de su órbita.
Dejó de utilizarse
en el año 1969, cuando se optó por montar los lentes en una
estructura más moderna y trasladar el telescopio a otro sitio, en
Anderson Mesa, a 19 kilómetros al sureste de Flagstaff. En noviembre
de 1999 lo removieron de su domo original y en mayo de 2001 lo
colocaron en este sitio.
La construcción más
importante, de las que están disponibles para el público, es la
llamada Rotunda Museum, donde se guarda una cantidad interesante de
objetos para ponerlos a la vista, pero únicamente cuando inicia una
de las presentaciones sobre Plutón y su descubrimiento.
En su interior está
la máquina que usó Clyde Tombaugh para encontrar Plutón. Le llaman
“Blink Comparator”. Fue construida en Jena, Alemania, por una
empresa fabricante de aparatos ópticos llamada Carl Zeiss
Al parecer, la
propuesta para su adquisición se debió a Carl Lampland y es la que
usó Clyde Tombaugh para estudiar las placas tomadas mediante un
aparato llamado astrógrafo que mostraremos más adelante.
El procedimiento era
como sigue: en el lado izquierdo se colocaba una de las placas y en
el lado derecho la otra. Si entiendo bien, se trataba de un negativo
tal que un pequeño disco, o punto, que aparecía brillante cuando se
veía con los ojos, pasaba a ser un objeto blanco en la placa
fotográfica. Un sistema óptico llevaba la luz a un sistema de
binoculares como el que puede apreciarse en la fotografía siguiente.
El mecanismo de la máquina alternaba ambas imágenes para que el
observador detectara si había un punto que se movía. Si era así,
entonces podría ser un objeto girando en torno al Sol. Si se trataba
de un planeta cercano a la Tierra, la separación entre los dos
puntos sería grande, pero si estaba muy lejos, la separación sería
pequeña.
En las fotografías
que presento se puede ver, abajo a la derecha, las dos fotos que
permitieron encontrar Plutón. ¿Cómo? Eso se presentará más
adelante.
También se
encuentra allí una especie de computadora mecánica llamada The
Millonaire, donde
Ésta fue una de las
primeras máquinas calculadoras motorizadas. La construyeron en Suiza
y fue usada en el Observatorio Lowell desde 1914 hasta 1930.
En esas fechas la
"computadora" era en realidad una persona y frecuentemente
se contrataba a mujeres para ese propósito. De acuerdo a la persona
que impartió la plática acerca de Plutón, bajo la dirección de
Percival Lowell se calcularon diferentes órbitas posibles por las
cuales podría moverse el "planeta X", cuya existencia
había postulado él.
La persona que
realizaba los trabajos se llamó Elizabeth Langdon Williams. Una dama
que aparece en una fotografía sin fecha en la placa que se encuentra
arriba. Bajo la dirección de Lowell, ella trabajó desde 1905 en
diversos trabajos de cómputo necesarios para el observatorio y llegó
a ser la jefa de cómputo, ayudando en varios proyectos astronómicos.
El sitio donde se encontraba la máquina se puede apreciar en la
siguiente foto. Se trata de la ventana que se puede ver donde están
unas bicicletas.
Esta mujer ha sido
olvidada por la historia del observatorio mismo, toda vez que las
menciones a ella son mínimas.
En general, esa fue
la conducta de los hombres de ciencia hacia las mujeres en el siglo
XVIII y XIX, por ejemplo, poca gente sabe que Hershell, el
descubridor de Urano, era ayudado por su hermana, quien tallaba los
lentes y hacía los cálculos matemáticos. Así mismo, a su muerte,
ella cuidó al hijo de éste, quien también llegó a ser un
astrónomo muy notable.
Detalle de la foto para hacer énfasis en Elizabeth Langdon Williams
El trabajo para descubrir Plutón
Las placas
analizadas en la máquina comparadora se tomaron en un telescopio que
tenía acoplada una cámara fotográfica. Éste se encuentra en el
siguiente edificio
La puerta es
pequeña, como puedes ver enseguida
y cuando entras
subes por las escaleras que ves ahora
Cada placa se
colocaba en el sitio que se indica en la siguiente fotografía
se aflojaban los
tornillos que pueden verse en el rectángulo de lámina de color
gris, se abría como si se tratara de una puerta, se acomodaba la
placa para captar la fotografía.
La luz a captar era
demasiado tenue, de modo que se necesitaba abrir la exposición
durante una hora mientras la Tierra giraba en torno a su propio eje.
Para contrarrestar ese movimiento era necesario mover el telescopio
(astrógrafo debido al uso de la placa) en sentido opuesto, lo cual
se hacía con un motor eléctrico que se presenta en las fotos
siguientes:
Para orientar el
telescopio se abría el domo que se muestra enseguida
los rieles para
moverlo se aprecian en la siguiente fotografía
Por supuesto, era
posible rotar el telescopio, como se puede ver en las dos fotografías
que siguen:
Así quedaba
formalmente resuelto el problema de la orientación, pero hubo varios
aspectos prácticos que fue necesario resolver y que son relatados
por Clyde Tombaugh en su artículo de divulgación “Struggles to
find the Ninth Planet” (La lucha por encontrar el Noveno Planeta)
que puedes encontrar en línea.
Para tomar las
placas escogía que la región de búsqueda estuviera siempre tan
cerca del cenit como fuera posible para evitar que la luz proveniente
de las estrellas viajara una distancia más larga cruzando la
atmósfera. Sin esa medida cuidadosa, explica Clyde Tombaugh, habría
necesitado compensar la pérdida de energía de la luz de las
estrellas en cada ocasión, dando diez o quince minutos más de
tiempo para la exposición de la placa. Asunto que solamente podría
arreglar a prueba y error, con el consecuente gasto de materiales.
Sabiendo que el mes
más frío en Flagstaff es enero, uno puede apenas imaginar las
condiciones de trabajo en que se encontraban para captar las
imágenes, con un promedio de 8 grados centígrados por debajo de
cero, sin posibilidad de prender ninguna fogata, ni un calentador de
carbón manual, porque el calor despedido podría afectar la
instrumentación. La primera de las dos placas decisivas fue tomada
el 23 de enero de 1930 y la segunda seis días después, el 29 de
enero. Cuenta C. Tombaugh que el proceso de comparación de ambas lo
llevó a encontrar un punto que se había movido 3.5 milímetros
contra el fondo de estrellas que aparecían en las placas. Recuerda
que eran aproximadamente las cuatro de la tarde del 18 de febrero de
1930. concluyó que con ese corrimiento, en seis días, debía
tratarse de un objeto que estaba “un billón de millas más allá
de la órbita de Neptuno”.
Para corroborar la
imagen recuperó una placa tomada el 21 de enero previo. La había
desechado porque era de mala calidad y esperaba encontrar el punto a
una distancia proporcional de la que tenía en la placa del 23 de
enero (un tercio de los 3.5 milímetros). Realizó la comparación y
encontró que efectivamente así era. Cuenta Tombaugh que “...la
comprensión casi inmediata de que éste era el noveno planeta fue
una emoción tremenda.”
En la actualidad las
dos imágenes se encuentran en línea en muchos sitios. Las presento
enseguida con la fuente de donde yo las tomé para que el lector se
haga una idea de la magnitud del trabajo de comparación. Y eso sin
tomar en cuenta todo el trabajo previo para la obtención de las
placas, que ya he relatado, más una gama enorme de dificultades que
enfrentaron durante más de 25 años. Las figuras son las siguientes
¿Puede el lector
imaginar lo que significa comparar una por una cada par de pequeñas
manchas blancas (casi puntos) e ir recorriendo toda el área de las
dos placas?
Si la paciencia del
lector no le permite localizar las dos flechas con que han señalado
las dos posiciones de Plutón, agrego ahora la misma imagen pero con
sendas cruces blancas para facilitar la vista
Varios párrafos
atrás hice la pregunta: si habían fotografiado Plutón cuando menos
quince veces, que ya han sido documentadas por los especialistas ¿Por
qué nadie se enteró de la existencia de ese cuerpo celeste antes?
La respuesta la tenemos ahora, era tan complicado que se requería:
primero, la intención de encontrarlo; segundo, la maquinaria y la
estrategia correcta; y tercero, la disciplina meticulosa de un joven
como Clyde Tombaugh.
La primera de las
condiciones se debió a Percival Lowell, y después, a sus familiares
cercanos, excluida su esposa como haré ver más adelante. La segunda
se debió a la sabiduría y la experiencia de Vesto Slipher, ayudado
por el equipo de colaboradores del Observatorio. Ésta es la historia
que quiero relatar ahora.
Un recuento breve
sobre Percival Lowell
El Observatorio Lowell recibe este
nombre debido a que su fundador fue Percival Lowell. Un hombre nacido
en Boston en el seno de una familia adinerada. Su madre lo dio a luz
el 13 de marzo de 1855 y un hermano suyo, de nombre Abbott Lawrence
presidió la Universidad de Harvard y su hermana Amy fue poetiza y
crítica literaria. Percibal viajó por oriente durante varios años
y escribió algunos libros sobre los sitios que visitó,
aprendió japonés y coreano. Escribió varias obras en las que
describía lo que había visto y entre ellas se encuentran:
Cho-sön,
the Land of the Morning Calm (Chosön,
la tierra de la calma matutina)
The Soul of the Far East (El alma
del oriente lejano)
Noto:
An Unexplored Corner of Japan (Noto:
una esquina de Japón no explorada)
Regresó
a Estados Unidos en 1893 y se interesó en la astronomía. Creía que
en Marte había vida y se asesoró con astrónomos profesionales,
quienes le recomendaron la instalación de un gran telescopio en una
zona condiciones de baja humedad y altitud considerable. Debido a que
éstas son las condiciones que prevalecen en Arizona (que entonces no
era Estado, sino Territorio), despachó una comisión dirigida por el
Doctor Andrew Douglass con el propósito de encontrar el sitio ideal
para fundar un observatorio. Ellos visitaron Tombstone, Tucson,
Tempe y Prescott, antes de decidirse por Flagstaff. En el telegrama
enviado a Lowell, Douglass decía: “He encontrado nuestra
localización en Flagstaff Arizona”. El
sitio seleccionado fue la Colina Mars, que he fotografiado antes y
desde donde se ve ahora la ciudad y la llegada del tren
fotos con la llegada del tren, la
NAU y etc.
Andrew Elliot Douglass era
astrónomo y compartía con Percival Lowell la afición por la
botánica. Él estudió la influencia del Sol sobre el clima
estudiando los ciclos de las manchas solares, y también, es el
fundador de la dendrocronología, una técnica que permite datar la
edad de los árboles por medio del estudio del grosor de sus anillos
El interés de Percival Lowell por la botánica es poco conocido, pero lo cierto es que la practicaba bastante y ahora se ha escrito que era hábil en ese aspecto. De hecho, es el descubridor de una especie exclusiva de Arizona. Se trata de una planta llamada Fraxinus Lowelli Sarg. En los terrenos del observatorio tienen una de ellas:
Por cierto, el fotógrafo inexperto no supo prevenir que su imagen estorbaría la lectura de la placa.
Con el tiempo Douglass se
distanciaría de Lowell porque encontró argumentos en contra de la
presunta existencia de vida en Marte. Se trasladó a Tucson y trabajó
activamente en el desarrollo de la Arizona University.
El
primer telescopio que se alojó en
el Observatorio Lowell
fue el Telescopio Alvan Clark, de 24 pulgadas (60.96 centímetros) y
que todavía está en el Observatorio Lowell, aunque se encuentra
cerrado para reparaciones desde el primero de enero de 2014 hasta una
fecha estimada de mediados del año 2015. El
anuncio se encuentra aquí: http://www.lowell.edu/visit_clark.php
Mientras tanto, una línea
amarilla nos indica a los visitantes que no se puede cruzar. Ni
siquiera para acercarse a la instalación.
La
historia de Alvan Clark es interesante, fue un pintor de retratos
estadounidense que vivió de 1804 a 1887. En una ocasión visitó el
Observatorio de Harvard y al mirar por el ocular encontró algunos
defectos que consideró que podían mejorarse. Estudió el fundido y
el tallado de lentes para construir los suyos, pero cuando lo logró,
no pudo convencer a nadie de la calidad de los aparatos que él
fabricaba, de modo que se dedicó a usarlos personalmente. Sus
observaciones llegaron a manos de astrónomos europeos, quienes
reconocieron la calidad de los instrumentos fabricados por Clark. A
partir de allí se inició la construcción de telescopios por parte
de una empresa que se llamaba Alvan Clark & Sons. El
telescopio instalado en 1896 en el Observatorio Lowell, fabricado por
la empresa fundada por Clark, era el cuarto más grande del mundo en
ese tiempo.
Una
vez instalado en Flagstaff, Percival Lowell se dedicó a estudiar
Marte y realizó una serie de trazos de los canales que veía a
través del ocular. Paradójicamente, esta insistencia suya le valió
el descrédito entre los astrónomos profesionales de casi todo el
mundo, pues la mayoría rechazaron sus planteamientos. Otro de los
intereses de Lowell fue la búsqueda del “Planeta X”, que es el
tema central que nos ocupa en esta contribución. Ésta era una idea
que prevalecía desde los tiempos en que había sido descubierto
Neptuno, en
1846. Se pensaba que más allá de este astro debía haber uno o más
planetas. Se aducían argumentos basados en: la distribución de los
afelios de los cometas, la distribución de estas posiciones en el
cielo, la circularidad de la órbita de Neptuno, las perturbaciones
en la órbita de Urano, entre otros argumentos.
En
1877 el astrónomo David Picker Todd localizó el presunto planeta a
52 unidades astronómicas de la Tierra y lo buscó con un telescopio
refractor de 26 pulgadas en 1880 y varias veces más entre noviembre
de 1887 y marzo de 1888. Más
información se puede consultar aquí:
http://science.jrank.org/pages/5347/Pluto-discovery-Pluto.html
En
1880, el científico inglés George
Forbes estudió las órbitas de varios cometas y planteó que debía
haber otro planeta más allá de Neptuno. Dio la posible localización
y lo buscaron, sin encontrarlo.
En
1899, el
astrónomo danés
Hans
Emil Lau
estudió
la órbita de Urano desde 1690 hasta 1895 y concluyó que un solo
planeta más allá de Neptuno no era suficiente para explicar las
discrepancias con respecto a la curva predicha por medio de la
mecánica celeste. Postuló entonces que debía haber al menos dos
planetas.
Percival Lowell
inició la búsqueda de un planeta más allá de Neptuno en 1905 pero
mantuvo esa labor en secreto porque sabía que otros astrónomos
también estaban buscando algo similar. Usaba un telescopio de 5
pulgadas y esperaba encontrarlo a 1.6 grados de la eclíptica. Como
escribió Clyde Tombaugh en 1996, Plutón estaba fuera de ese campo
visual, pero además, su luz era demasiado débil como para
encontrarlo con ese aparato.
En la búsqueda que
realicé para la escritura de esta contribución a mi blog, encontré
que es poco mencionado que Lowell tenía una fuerte formación
matemática. Pero aún, hay casos en que se le considera como un
charlatán que se inventó la existencia de los marcianos para ganar
publicidad. También es poco sabido que desde 1908 hasta 1915
desarrolló una labor de cálculo para tratar de determinar dónde se
encontraba el planeta buscado. Contrató los servicios de Elizabeth
Williams, a quien ya he mencionado antes, y también, consiguió la
instalación de un telescopio mucho más poderoso. El telescopio de
42 pulgadas que ya he mencionado antes.
Para finales de 1915
no había aparecido ningún planeta.
Más aún, el ánimo
de Lowell decayó cuando la American Academy of Arts and Sciences
(Academia estadounidense de artes y ciencias) rechazó publicar su
artículo sobre los esfuerzos teóricos y observacionales para la
búsqueda de un planeta más allá de Neptuno.
Sus resultados se
encuentran ahora en una colección especial en: Arizona Archives
Online
Escribiendo sobre
las dos placas que habían sido tomadas en marzo y en abril de 1915,
Clyde Tombaugh dijo: “Me sorprendí cuando supe que esas placas
fueron tomadas el 19 de marzo y el 7 de abril de 1915,
respectivamente, el peor tiempo para su detección. ... Considerando
la posición de Plutón en 1915, esas placas deberían haber sido
tomadas en diciembre. Una actitud de búsqueda rápida pareció
dominar aquellas exploraciones iniciales, lo cual resultó en
procedimientos inapropiados y en la ausencia de una búsqueda
exhaustiva del planeta cuya existencia se sospechaba. También, ellos
buscaban un planeta de magnitud 13 (diez veces más brillante que la
de Plutón).”
La búsqueda del
planeta terminó en julio de 1916 y Lowell murió el 12 de noviembre
de 1916. Nunca supo que él había tenido en sus manos las dos placas
donde aparecía Plutón.
Un litigio y el interés final de los familiares consanguíneos por que se alcanzara el objetivo de Percival Lowell
Lowell tenía 53
años en el año de 1908 y permanecía soltero. Se pensaba que
mantenía una unión no oficial con su secretaria Wrexie Louise
Leonard. Se conocían desde 1893, compartían la misma casa en
Flagstaff y atendían entre ambos el jardín de la casa de Lowell.
Pero en 1908 él contrajo matrimonio con Constance Savage Keith, una
dama de Boston que había acumulado recursos económicos comprando
propiedades que mandaba reparar para venderlas a un precio superior.
A la muerte de
Lowell, esta decisión repercutió sobre los recursos económicos del
observatorio que él había fundado, porque enterada de que la mayor
parte de la herencia iba a la institución, ella interpuso una cadena
de demandas que consumieron diez años y una cantidad de dinero en
abogados que afectó las finanzas que debían dedicarse a la
observación astronómica.
Resuelto el
conflicto, Guy Lowell pasó a ser el administrador único de las
propiedades en litigio y tomó la decisión de respaldar el esfuerzo
de Percival Lowell por encontrar el planeta transneptuniano. En 1925
mandó comprar un conjunto de discos de vidrio de 13 pulgadas que no
habían sido terminados. Tenía el proyecto de que se terminara de
construir una cámara fotográfica para el observatorio. Murió en
febrero de 1927 y su sucesor en la encomienda de administrar los
recursos pasó a ser Roger Lowell Putnam, un sobrino de Percival.
Según relata Clyde Tombaugh, él tenía la determinación de que se
encontrara el famoso “Planeta X” y agotó todos los recursos en
el propósito. Entonces logró convencer a Lawrence Lowell, entonces
Presidente de la Universidad de Harvard, de que proporcionara 10 mil
dólares para montar el equipo y completar el instrumento de
búsqueda. A partir de este punto es que Vesto Slipher diseña el
astrógrafo que ya hemos descrito y mostrado fotografías más arriba
en esta contribución.
Es en las
condiciones descritas arriba que llega a Flagstaff Clyde Tombaugh, un
joven con mucha iniciativa, nacido en Illinois pero creado en Kansas,
quien había construido por si mismo tres telescopios y había
realizado diversas observaciones capturadas en dibujos que envió al
Observatorio Lowell. Vesto Slipher se impresionó positivamente con
los logros del joven y su telescopio de 9 pulgadas, de modo que lo
invitó a trabajar con ellos. Llegó a su destino el 15 de enero de
1929 y al día siguiente se enteró de que su trabajo sería buscar
el “Planeta X”. La historia que vino después ya la he contado.
Un hecho curioso se
presentó días después del descubrimiento,la viuda de Lowell
propuso que el planeta fuera bautizado con el apellido de su finado
esposo, pero después, planteó que fuera nombrado: Constance. Es
decir, estaba proponiendo que, después del pleito legal que había
escenificado, le pusieran su nombre. De alguna manera, Vesto Slipher
evadió el tema y la decisión final se inclinó por la sugerencia de
una niña inglesa de 11 años de edad que vivía en Oxford,
Inglaterra: Venetia Katherine Douglas Burney. Una foto suya se
encuentra en las paredes internas del domo que aloja las partes del
astrógrafo:
Venetia se basó en
que el dios Plutón de la mitología romana, Hades en la griega,
tenía la habilidad de hacerse invisible cuando se ponía un casco de
piel de perro que los Cíclopes le habían regalado. Era, además, el
rey del inframundo. Así, si el planeta recién descubierto resultó
tan difícil de encontrar, y si estaba en una región tan lejana y
oscura del sistema solar, entonces el nombre venía bien. Al parecer,
en el observatorio les agradó porque, también, las primeras dos
letras correspondían a las dos iniciales de Percival Lowell.
El
29 de abril de 1930, Ernst W. Brown, del Departamento de Matemáticas
y Astronomía de la Universidad de Yale, publicó un artículo
intitulado “on the predictions of trans-neptunian planets from the
perturbations of uranus”. Hacía un análisis sobre los cálculos
realizados por varios científicos para tratar de saber dónde podría
estar el planeta que se buscaban
y escribió que no
era posible realizar la predicción con base en las perturbaciones
observadas en Urano, decía: “Por consiguiente, debemos considerar
como puramente accidental el hecho de que fuera encontrado cerca del
sitio predicho.”
En nota agregada el 5 de mayo, se
lee al final del artículo. “La órbita publicada por el
Observatorio Lowell para el nuevo planeta descubierto muestra,
definitivamente, que no tiene conexión con el que se había
predicho.”
En 1937, William Pickering, experto en
los cálculos para estimar la posible posición del planeta
transneptuniano, publicó una serie de análisis en los que comparaba
los resultados de varios investigadores, incluyendo los suyos y los
de Lowell. Llama la atención que allí se puede saber que la
distancia respecto al Sol que consideraba este último estaba en un
promedio de 45 unidades astronómicas UA (distancia de la Tierra al
Sol), cuando ahora se sabe que el perihelio es de 29.67 UA y su
afelio de 48.83 UA. También es de notarse que Lowell supuso una
excentricidad de 0.2 (una elipse muy alargada), cuando ahora se sabe
que es de 0.244. También, los cálculos que terminó en 1915 con la
ayuda de Elizabeth Langdon Williams, sí le sirvieron para apuntar el
telescopio hacia el lugar correcto, puesto que, como ahora se sabe,
Plutón aparecía efectivamente en esas fotografías, aunque él no
pudo distinguir la pequeña mancha que la luz proveniente de éste
generaba en la placa.
En la actualidad se considera que las
anomalías en las órbitas de Urano y de Neptuno son completamente
explicables sin la necesidad de Plutón, que ha resultado ser
demasiado pequeño para generar las desviaciones que fueron tomadas
para hacer los cálculos antes de buscarlo. De hecho, ahora se
considera que no hay tal planeta. Especialmente a raíz de que las
naves Pioneer no lograron encontrarlo.
Cerraré esta contribución comentando
que las dudas sobre los efectos gravitacionales en el exterior del
sistema solar continúan, pero por otras razones. Las naves Pioneer
10 y 11, lanzadas en los años 1970, que se encuentran en las afueras
del sistema solar, experimentaron una pequeñísima aceleración
hacia el Sol, que no debería existir. Los científicos no saben,
hasta ahora, si se debe a un ajuste mal hecho en sus aparatos, o
bien, si existe algún efecto gravitacional a gran escala que ahora
es desconocido.