En estos primeros
días de marzo de 2014 se recuerdan los cincuenta años de la
creación de la Escuela de Altos Estudios en la Universidad de
Sonora. Inició actividades el 3 de marzo de 1964 y fue oficialmente
suprimida en mayo de 1983, semanas después de la creación de los
Departamentos de Física, de Humanidades y de Matemáticas. ¿Donde
se ubicaba físicamente?
Desde los malos
olores de los vendedores de Hot Dogs y el polvo generado por los
dirigentes de una construcción en la Universidad de Sonora, se
percibe el edificio de la foto anterior. Ahora le llaman el edificio
3A.
La mayoría de las
personas que pasan por allí desconocen que allí se albergó un
proyecto académico que el 4 de marzo de 2014 es celebrado porque
llega al cincuentenario de su fundación.
Es nuestro gusto por
los números múltiplos de diez. Es nuestra exageración por el
encanto del sistema decimal, como cuentan que una vez dijo Jorge Luis
Borges a uno de los asistentes del funeral de su madre.
En el acto
protocolario de su celebración se contarán cosas lindas y se
reunirán algunos de los protagonistas de antes para tomarse la foto
con los protagonistas de ahora. Al día siguiente un diario
cualquiera, y la gaceta universitaria, por supuesto, darán la
noticia de que la autoridad en turno asistió a la celebración de un
cincuentenario. Los celebrados serán un nombre en una lista.
No se hablará de
una realidad que debería ser punzante por todo lo que significa. La
Escuela de Altos Estudios fue un proyecto académico que fracasó en
uno de sus objetivos más importantes: la formación de profesores de
enseñanza media básica y de enseñanza media superior. Éste es el
punto que me interesa ahora.
Por la puerta de la
foto siguiente entraron profesores de esos niveles durante varios
años. Ellos tenían la esperanza de aprender los contenidos de
física, matemáticas y literatura que necesitaban para su trabajo de
enseñanza, pero con el tiempo, dejaron de venir.
La pregunta que
procede es: ¿por que se fueron?
Sucede que con el
paso de los años el aprendizaje de contenidos para trabajar con sus
asignaturas de Física y de Matemáticas se mostraron como
irrelevantes para la obtención de un sueldo mejor, o para la
obtención de un empleo.
Aprender estas
ciencias no tenía ninguna repercusión laboral favorable y era
simplemente un quebradero de cabeza que les restaba tiempo que
necesitaban para su familia.
Peor aún, cuando la
disminución de sueldos del magisterio fue enfrentada con el derecho
a ocupar dos plazas de profesor. Una en el turno matutino y otra en
el vespertino, la posibilidad de aprender contenidos quedó
completamente cancelada.
Lo anterior no fue
una casualidad, sino una consecuencia de las decisiones tomadas por
las autoridades del sistema educativo mexicano.
El
origen de la idea y la Escuela de Altos Estudios como un atrevimiento
El propósito
inicial de la fundación de la Escuela de Altos Estudios en la
Universidad de Sonora se basaba en el enfoque que se estaba
intentando en la Universidad de Michoacán, donde se había fundado
la Facultad de Altos Estudios el 17 de noviembre de 1961, a
iniciativa del entonces Rector Eli de Gortari.
Se llamaba Facultad
de Altos Estudios Melchor Ocampo, en conmemoración del centenario de
la ejecución de este destacado liberal mexicano, quien había sido
fusilado el 3 de junio de 1861 por órdenes de los generales
conservadores Leonardo Márquez y Félix Zuloaga. De Melchor Ocampo
se pueden escribir muchas cosas, pero solamente me referiré a una
sección de su testamento, donde dejó escrito: “... muero creyendo
que he hecho por el servicio de mi país cuanto he creído en
conciencia que era bueno ...” Más adelante agregó: “... Lego
mis libros al Colegio de San Nicolás, de Morelia, después de que
mis señores albaceas y Sabás Iturbide tomen de ellos los que
gusten.”
La Facultad de Altos
Estudios llegó a incluir la carrera de Físico-Matemáticas, la de
Historia, la de Ciencias Biológicas y también la de Letras
Españolas. Se esperaba que sus egresados se dedicaran a la enseñanza
universitaria. Éste es un punto que deseo desarrollar más adelante,
pues allí se centraron en los contenidos, más que en temáticas
relacionadas con la didáctica.
Antes de esta idea
de Eli de Gortari, se había creado en la Universidad de Guadalajara
la Facultad de Filosofía y Letras, por acuerdo del Consejo General
Universitario, tomado el 12 de septiembre de 1956.
En el caso de la
Universidad de Guadalajara se trató de una sugerencia hecha por el
literato y político mexicano Agustín Yañez, quien entonces era
Gobernador del Estado de Jalisco y después fue Secretario de
Educación Pública en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz.
Quiero subrayar el
fondo que respalda estas dos propuestas. Se entendía aquí que para
enseñar física era indispensable saber física, y también, para
enseñar matemáticas, había que saber matemáticas. En
consecuencia, el manejo de los contenidos de estas ciencias era
fundamental si lo que se buscaba era mejorar la enseñanza.
El planteamiento
desarrollado en la Universidad de Guadalajara, a través de la
Facultad de Filosofía y Letras, logró madurar una propuesta de
desarrollo académico variado y con opciones diversas para la
formación del pensamiento organizado y el fortalecimiento del
análisis. A manera de ejemplo, la Licenciatura en Historia fincaba
su plan de estudios iniciando un proceso para saber reflexionar con
base en la comprensión de la Filosofía. Era el punto de partida
para disponer de una visión del mundo que podría llevar al
estudiante al análisis de los eventos históricos entendidos como un
devenir sujeto a diferentes concepciones del mundo. La idea era
sencilla, tenía dos cursos de Filosofía en el primer año de
estudios, dos cursos de Español y dos de Historia. Además de los
necesarios cursos de Historia de México y de Historia Universal,
agregaba Historia de América Latina, ubicando la oportunidad de
comprender el desarrollo de esta región del mundo como una unidad.
Se incluía: Arqueología, Paleografía, Historia General del Arte,
Historia del Arte Mexicano, pero también: Historia de la Ciencia y
la Tecnología.
Contaba con un curso
de Didáctica de la Historia, lo cual será motivo de reflexión más
adelante en esta contribución.
Eran 44 asignaturas
obligatorias y una cantidad de optativas entre las cuales se podrían
considerar: Geografía Histórica Universal, Arqueosofía (que
brindaba un acercamiento a las religiones), Arqueología de
Occidente, Antropología, Problemas Socioeconómicos del México
Contemporáneo, Filosofía de la Historia, Filosofía de la Ciencia,
y sorprendente, hasta un Seminario de Relatividad.
Tomando las palabras
de la obra publicada por la UNESCO: “LA FILOSOFÍA, UNA ESCUELA DE
LA LIBERTAD” se impulsaba el estudio de la Filosofía como una “...
garantía fecunda de la libertad y de la autonomía ...” Se
entendía ésta como la base fundamental para que los espíritus
jóvenes llegaran a ser los “... ciudadanos activos del mañana.”
Una visión como
ésta jamás fructificó en la Escuela de Altos Estudios de la
Universidad de Sonora, y aunque hubo interés de parte de sus
profesores en la década de los años 1970, ésta no pasó de la
invitación a conferencistas que los encargados de invitar
consideraban importantes.
El impulso a una
concepción de las actividad humanas desde la perspectiva de la
Filosofía no fue posible por varias razones:
La ausencia de
un ambiente culturalmente rico en el cultivo de la Filosofía. No
había talleres filosóficos sostenidos cuando nació Altos
Estudios, ni conferencias dirigidas hacia la población. La prensa
era especialmente pobre, y como ahora, tenía una visión parcial de
la cultura que la llevaba a confundirla (igual que hoy) con el arte.
Había algunos
profesores amantes de la Filosofía, pero no existía una masa
crítica de pensadores interesados en ella que permitiera disponer
de una base sólida y heterogénea de maestros que ofrecieran un
espectro tan amplio como he tratado de proyectar con el listado de
asignaturas optativas.
En
consecuencia, siendo numéricamente tan pequeño el conjunto de
profesores que cultivaban la enseñanza de la Filosofía, se habría
hecho necesario el apoyo económico decidido y poderoso de parte de
quienes manejaban el dinero, pero esto no ocurrió.
Y no podía ocurrir
porque el dinero era manejado por un grupo de empresarios interesados
en el aspecto utilitario de la educación, quienes no podían
entender a la cultura (en su significado amplio) como piedra angular
del desarrollo de una sociedad.
Los empresarios
sonorenses nunca comprendieron que la formación de numerosos cuadros
intelectuales da forma a una clase de mercado importante para ellos.
La oportunidad de disponer de librerías bien surtidas, de espacios
donde charlar mientras se consume un buen café, la atracción
generalizada por las obras de teatro, presentaciones musicales, venta
de instrumentos y accesorios, etcétera, estuvo (como está ahora) al
margen de las consideraciones de los negociantes.
El problema ahora es
mucho peor, pues contamos con cientos de miles de jóvenes que han
egresado de las primarias, secundarias, bachilleratos y
universidades, que no leen. Peor aún, hay cientos de profesores de
estos niveles (incluyendo el nivel superior) que tampoco leen.
Esto es muy
delicado, pues contamos con sectores muy grandes de la población que
se conducen como analfabetas funcionales.
Dados los tres
puntos que he señalado previamente, la creación de Altos Estudios
en la Universidad de Sonora fue un atrevimiento.
La concepción de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sonora entendía
la formación de profesores como una serie coordinada de actividades
en las cuales, para enseñar, se hacia necesario saber qué es lo que
ibas a enseñar. Le daba importancia a la didáctica, pero sin poner
en peligro los contenidos.
En los primeros años
de la década de los años 1970, los bachilleratos federales
proliferaron en México. Para la contratación de profesores se
disponía de una tabla de equivalencias en las que se establecía
cuáles asignaturas podrían ser impartidas por cuáles egresados de
carreras universitarias. Así de simple. Todo esto funcionó bien en
varias partes de México, pero como puedo constatar con mi propia
experiencia, no fue así en las instalaciones federales de
Hermosillo, Sonora.
En todo caso, la
posición política era clara, disponer de egresados de las
universidades para trabajar como docentes en los bachilleratos. Si
querías enseñar, debías tener contenidos con los cuales iniciar tu
trabajo. En los hechos la capacitación para la didáctica venía
después.
Como abundaré más
adelante, el camino que se siguió no fue ése. Se pueden decir
discursos (que para eso sí son muy buenos) hablando de la
conveniencia, la bondad, lo “pertinente” de la enseñanza de la
didáctica en cantidades masivas de asignaturas. Sin embargo la
realidad está a la vista y a nadie se puede engañar. Los profesores
de Filosofía ya casi no existen, los profesores de Matemáticas las
desconocen y los profesores de Física no saben Física.
Como declaró el
Doctor Luis de la Peña A.
“A
los niños se les enseña de forma desastrosa física y matemáticas
en México. Por eso le tienen miedo y no se interesan en estas
ciencias productivas, creativas y placenteras”
¿Quiénes son los
responsables de este desastre? Indudablemente quienes han venido
tomando las decisiones, y una de ellas, se basa en suponer que se
puede improvisar un buen profesor con abundantes cursos de didáctica,
pedagogía, etcétera, dejando de lado los contenidos.
Cargados de esta
clase de cursos, la Física y las Matemáticas no pasan de ser una
manita de pintura o de barniz brilloso.
Las ramas que
priorizan la pedagogía hasta el grado de eliminar el conocimiento de
los contenidos han proliferado en México, pero no lo han hecho
convenciendo con resultados, sino procediendo de la misma forma que
hizo la religión católica en el imperio romano. Se ligó al poder
para expandirse.
Pero igual que hizo
la religión católica en España y en México, donde castigó a los
herejes; en el caso de la Física lo hicieron ignorando y desplazando
a quienes son algo más que contenedores de conocimiento. Son
especialistas con cerebros entrenados pero los dejan sin trabajo, o
con muy pocas horas si los admiten, y en su lugar, las autoridades de
los bachilleratos son capaces de habilitar hasta a egresados de
Administración Pública como profesores de estas asignaturas de
Física y de Matemáticas.
¿Qué fue lo que
ocurrió? Más adelante buscaremos la respuesta en las acciones del
SNTE.
La
maduración del cerebro
Pero estudiar física
o matemáticas es muy diferente de recibir una capa de barniz para
hacer que brille un título de profesor como si se tratara de un
mueble y enseguida habilitarlo para que se encargue de la educación
en física y matemáticas a nivel de secundaria, o de bachillerato,
armado únicamente con una buena dosis de cursos de pedagogía y
otros temas relevantes para el caso.
Los estudios más
recientes sobre el funcionamiento del cerebro mientras se aprende, en
los cuales se ha recurrido a herramientas como las imágenes basadas
en resonancia magnética, apuntan hacia dos conclusiones:
1) Aprender
matemáticas con facilidad se puede predecir porque existe una alta
correlación entre el tamaño de una sección del cerebro llamada
hipocampo y la magnitud de las conexiones de ésta con el resto del
mismo.
2) Tomando en cuenta
que conforme se usa el cerebro se van creando nuevas conexiones entre
las neuronas (wiring en Inglés) para desarrollar su trabajo, es de
esperarse que próximos estudios demuestren que los niños que
aprenden más lento matemáticas terminarán por obtener niveles muy
buenos de conocimiento en matemáticas.
Vale la pena ligar
el aprendizaje de Física y de Matemáticas con los cambios en el
cerebro, teniendo cuidado, por supuesto, de no exagerar para terminar
enredados en el así llamado dualismo Cartesiano y pretender la
incorporación de los conceptos psicológicos a la mente, seguidos
(modernamente) de consideraciones resultantes de los hallazgos de la
neurociencia,
El hecho real es que
el aprendizaje de la ciencia utiliza la plasticidad del cerebro y su
capacidad para responder a nuevas exigencias. No se puede improvisar
a base de cápsulas informativas en cursos cortos de unas cuantas
semanas. Los especialistas sabemos que saber Física implica la
maduración de los conceptos; sí, pero también implica, y esto es
menos conocido, el fortalecimiento del cerebro hasta el nivel en que
las neuronas que tenemos disponibles se ven en la necesidad de crear
nuevas dendritas para incrementar su número de conexiones con otras
neuronas. Esto genera un esfuerzo que implica más oxígeno y más
glucosa para alimentar las nuevas actividades que se busca realizar.
Esta actividad es
una demanda extraordinaria para cualquier organismo. El cerebro tiene
apenas 1.5 kilogramos de masa, que es solamente el 2% de toda la masa
de una persona promedio de 70 kilogramos; sin embargo, esta parte
pequeña de nosotros consume el 20% del oxígeno molecular (O2)
disponible en nuestro cuerpo y el 25% de la glucosa.
Por la razón
anterior, crear dendritas no es solamente un asunto de acumular más
cadenas proteínicas en cierta región del organismo, obliga también
al desarrollo de la glía para responder a las nuevas exigencias de
trabajo intelectual. El tejido formado por las células gliales es el
encargado de mantener las condiciones de flujo de oxígeno y de
nutrientes a las distintas partes del cerebro, entre otras
actividades importantes.
En consecuencia,
cuando tenemos frente a nosotros a un joven de aproximadamente 22
años que ha estudiado Física y Matemáticas durante cuatro años de
manera sostenida, se trata de una persona que ha desarrollado un
esfuerzo intelectual que ha incidido en cambios importantes en su
cerebro. Entre otras regiones de ese órgano, hablamos del
hippocampus y de varias secciones de la parte frontal del cerebro.
Por eso no deberían
sorprendernos los hallazgos que se vienen sucediendo en el uso de las
imágenes de cerebros activos obtenidas mediante resonancia
magnética. Con diferentes objetivos todos, apuntan hacia la
existencia de un vínculo muy importante entre el desarrollo del
cerebro y cómo y en qué lo usas.
El caso de los
jóvenes preparados en Física y en Matemáticas es el de personas
con cerebros fortalecidos en un sentido poco común. Es similar al
caso de los cuerpos especializados de los corredores de velocidad en
el atletismo de alto rendimiento (musculosos y fuertes), o de los
corredores de largas distancias (delgados y resistentes). La
diferencia es que para apreciar eso en los cerebros vivos se necesita
hacer un estudio de resonancia magnética, lo cual resulta
extremadamente caro. ¿A quién se le ocurriría examinar el
potencial en Matemáticas de un joven mediante un gasto de diez mil o
quince mil pesos mexicanos? A nadie por supuesto.
Entonces son los
papeles los que sustituyen a la habilidad: una constancia de cursos
de sistematización de la enseñanza, otra de redacción por
objetivos (en desuso por decreto en la actualidad), otra constancia
sobre conocimiento significativo, una más sobre enseñanza por
competencias, etcétera. Y así, hasta alcanzar una certificación
donde el conocimiento sobre lo que se pretende enseñar es
irrelevante.
Las
maniobras del SNTE
Jesús Martín del
Campo publicó un artículo en el diario La Jornada del 26 de abril
de 2013, se intitulaba: “SNTE y cacicazgos charros: historia sin
fin.
Narra las
direcciones sucesivas de José Robles Martínez, desde 1949 hasta
1972, de Carlos Jonguitud Barrios entre ese año y 1989. y después,
de Elba Esther Gordillo desde 1989 hasta febrero de 2013.
El primero fue
desplazado por el segundo mediante la irrupción de un grupo armado
en las instalaciones sindicales. A su vez, Jonguitud Barrios fue
expulsado del sitio que había ocupado durante casi 17 años como
resultado de un manotazo presidencial. Posteriormente, la misma Elber
Esther seguiría una suerte similar para ir a parar a la cárcel
acusada de una serie de acciones ilícitas.
Según Martin del
Campo, Jonguitud fue impuesto por Luis Echeverría, y a su vez, Elba
Esther fue impuesta por Carlos Salinas de Gortari. En conclusión,
las acciones del SNTE tienen detrás las manos de los presidentes de
la República Mexicana, pero terminaron conviviendo, y
consecuentando, “... la
exigencia de una cuota cada vez más grande de cargos políticos y,
de manera muy señalada, el uso de métodos violentos contra los
disidentes.”
Por
otra parte, Gilberto Guevara Niebla, publicó un artículo en El
Universal”, el 23 de noviembre de 2010, intitulado: “El SNTE
contra la educación”, en el que citó a Jaime Torres Bodet para
decir que '''La
unificación sindical no parecía favorecer de manera muy positiva a
la calidad del trabajo docente de los maestros. Habíamos perdido
contacto con la realidad de millares de escuelas sostenidas por el
gobierno, desde Sonora a Yucatán. Nuestros informantes directos eran
inspectores que, como socios activos del sindicato, encubrían a
tiempo las faltas y las ausencias de los maestros, pues no ignoraban
que la gratitud de sus subalternos les sería, a la larga, más
provechosa que la estimación de sus superiores'''
En
ese cuadro de cosas, las acciones emprendidas desde ciertos sectores
del mismo gobierno, como es el caso de Agustín Yañez en el Gobierno
de Jalisco, se encontraron con un sistema de liderazgo ambiciosos que
veía como un peligro la intromisión de los egresados de las
universidades en el ramo educativo. Muy especialmente en el de la
educación media superior.
Las
acciones que emprendieron son claramente tabuladas en la obra en
línea: “La formación docente en México 1822 2012”, donde se
enumeran las acciones que fueron llevando al SNTE a apropiarse de las
plazas de docentes en el nivel de bachillerato.
Así
se dejó de lado la importancia de los contenidos cuando se trata de
enseñar algo, para sustituirlo con una verborrea en la que se
multiplican y bifurcan nuevos términos y conceptos supuestamente
novedosos, ninguno de los cuales ha sido previamente probado en la
práctica.
La
actitud es tan burda como absurda. Mientras que para construir una
planta de producción de fármacos se sigue un procedimiento riguroso
que va desde la investigación básica hasta una serie de etapas de
pruebas de las presuntas medicinas; en la educación pasan a la
aplicación generalizada una gama de ideas que están muy bien para
ser discutidas en los seminarios de estudio, en los congresos y en
otros ámbitos académicos donde son acariciados como opciones
posibles para el proceso de enseñanza y de aprendizaje.
No
se pide una sola prueba científica que demuestre la conveniencia de
proceder como indican los tomadores de las decisiones. Cambian los
sexenios y desfilan las propuestas como ocurrencias de individuos o
juegos de intereses. Se llena a los maestros de cursos de esto y de
aquello, sin la existencia de argumentos basados en estudios
estadísticos convincentes.
Esos
mismos métodos estadísticos que son tan bienvenidos, y exigidos,
para la aprobación de medicinas, son totalmente irrelevantes en la
educación.
Así,
en la década de los años 1970 la Escuela de Altos Estudios de la
Universidad de Sonora empezó a salir sobrando.
El
reconocimiento final de una realidad
En
1967 el proyecto de Eli de Gortari ya había sido cerrado. En la
Universidad de Sonora el Patronato Universitario siguió quejándose
de lo caro que era mantener a la Escuela de Altos Estudios. Nunca les
había gustado la idea, pero resultó que se fueron ellos primero
porque ese órgano de decisión desapareció oficialmente en agosto
de 1973. Los interesados en cerrarla se tardaron un poco más, pero
en el año de 1978 encontraron el camino para aislarla de manera
definitiva y desplazarla con lentitud pero sin pausa. El sistema
departamental estaba ideado para ir sacando a Altos Estudios de la
docencia universitaria en aras de unos departamentos que jamás
pasaron por la votación de dos terceras partes del Consejo
Universitario.
Finalmente,
fue suprimida (así decía la Ley Orgánica de entonces) en mayo de
1983 como resultado de una iniciativa de los mismos integrantes de
aquella escuela. Todo fue cuestión de comprender que habíamos sido
acorralados por las distintas circunstancias tejidas desde los
distintos poderes locales y nacionales. Había sobrevivido porque
para suprimirla se necesitaba la votación de dos terceras partes del
Consejo Universitario y al Rector le costaba mucho trabajo
conseguirlos.
En mayo de 1983
surgieron tres departamentos donde distintas disciplinas han crecido,
pero curiosamente, la mayoría de quienes llegaron después de 1983
tienden a olvidar, a mimizar, o a despreciar, una etapa de sobre
vivencia donde se pudo correr la misma suerte que el proyecto de
Michoacán pero las circunstancias lo aplazaron.
Los tres
departamentos: Física, Letras y Matemáticas, siguen en la
actualidad otros propósitos más variados y distintos.
Referencias
sobre el impacto de la actividad intelectual en el fortalecimiento
del cerebro
Ver
por ejemplo la selección que se incluye al final de esta
contribución:
El
estrés, la enfermedad y la depresión pueden generar inflamaciones
en el
cerebro:
http://www.sciencedaily.com/releases/2010/05/100503135428.htm
El
entrenamiento del cerebro puede llevar a mejoras, pero solamente en
la habilidad específica en la que se
intenta:
http://www.sciencedaily.com/releases/2009/12/091223125139.htm