Hace más de 18 años se impuso la ley 4 en la Universidad de Sonora y aunque una cantidad importante de profesores ya se habituaron a ella, vale la pena tener presente el grado de deformación que ésta ha generado en la Universidad.
Justo cuando se acerca la semana de exámenes ordinarios y de llenado de calificaciones, la administración busca presionar a los maestros con una maniobra que demuestra su falta de tacto y su concepto de los estudiantes. Pegan en las paredes un cartel en el que “le informan” a los estudiantes que tienen derecho a recibir sus calificaciones a tiempo.
Dicho de otra manera, lo que es un problema administrativo se pretende resolver con un gasto inútil de papel, de tinta, de tiempo de diseñadores y también de personal encargado de pegar el cartel por toda la Universidad de Sonora.
Sería bueno dejar de tratar a los estudiantes como menores de edad. Si de derechos se trata, conviene recordar a todo mundo que antes de que fuera impuesta la ley 4, los estudiantes tenían los siguientes derechos:
La mitad del consejo directivo de cada departamento eran alumnos, la otra mitad eran maestros y allí se aprobaba o rechazaba la programación de profesores y se elegía al Coordinador de dicho departamento. A eso ahora se le llama Jefe de departamento.
Eran la tercera parte del Consejo Universitario, que era la máxima autoridad de la Universidad de Sonora, elegía al Rector, conocía y aprobaba el presupuesto de la institución y resolvía en última instancia sobre los problemas que se presentaban. Otra tercera parte eran los maestros y otra más eran los coordinadores (actuales jefes de departamentos).
Aquéllos sí eran derechos. Los de ahora son maniobras carentes de tacto político y de don de gentes para llevar los asuntos administrativos.
EL COLEGIO HERODES DE LA UNIVERSIDAD DE SONORA
Hace 2 días
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