Colocados en desorden por indicaciones de algún ignorante, y poco apreciados por quienes cruzan por enfrente del edificio 3F del campus central de la Universidad de Sonora, se pueden apreciar seis discos cuyo origen es interesante, por eso quiero contar un poco acerca de ellos.
Desde 1961 hasta 1970 hubo hacia el este de la Ciudad de Empalme, Sonora, una estación rastredora de lo que ahora es conocido simplemente como la NASA y que en la década de los años 1960 era conocido en la región de Guaymas y de Empalme como el proyecto Mercurio.
Esa estación rastreadora fue construida para la NASA por una empresa que ahora conocemos como Bendix porque es, o fue, la marca de unas lavadoras de ropa. La empresa era la misma, y no se dedicaba solamente a esa clase de electrodomésticos que llamamos: línea blanca. Hacían, además, diversos servicios de telecomunicaciones que llevaron a esa organización industrial a trabajar para el proyecto Mercurio.
La estación rastreadora de Guaymas era muy importante para el sistema de seguimiento de los vuelos espaciales estadounidenses. No existía el que ahora llamamos sistema de navegación GPS y los vuelos de satélites con o sin tripulación que orbitaban la tierra eran de trayectorias muy bajas. Del orden de 150 a 200 kilómetros de altura.
Debido a lo cercano a la tierra de esos vuelos, ésta tapaba las señales electromagnéticas que se utilizaban para comunicar a las naves espaciales con el centro de control ubicado en Houston, Texas. Así, cuando las naves espaciales estadounidenses cruzaban el Océano Pacífico, perdían contacto con la estación rastreadora de las Islas Hawai y esperaban varios minutos antes de volver a contactar al astronauta, o astronautas después.
El primer contacto con Houston se realizaba a través de la estación colocada al este de Empalme. Los discos cuya historia estoy relatando parcialmente se ubicaban allí.
En 1970 ya estaban cumplidos los principales objetivos del proyecto apolo, habían llegado a la luna en junio de 1969 y estaban colocándose en órbita los primeros satélites de órbita alta, a más de 35 mil kilómetros del centro de la tierra. El sistema que se usaría en lo sucesivo sería el satelital y el método de estaciones colocadas en tierra pasaba a la obsolescencia. Por esa razón, la rastreadora de Guaymas Empalme se canceló, dejando todo en buenos términos entre los dos países: Estados Unidos y México. Los terrenos donde se ubicó la rastreadora pasaron a propiedad de la Universidad de Sonora por disposición de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en los primeros años del gobierno de Luis Echeverría, con Eugenio Méndez Docurro como Secretario de Comunicaciones y Transportes.
Además de los terrenos de la Universidad, las autoridades de nuestra institución educativa recibieron también los discos de que vengo escribiendo. Supe de su existencia en 1984, cuando como integrante del Consejo Universitario conversaba con cierta frecuencia con el entonces Rector Manuel Rivera Zamudio. Me preguntó que si a nosotros nos interesaría conservarlos, porque estaban arrumbados en alguna bodega de la Universidad.
En esos años era Coordinador del recién fundado Departamento de Física el profesor Antonio Jáuregui, pero no fue sino hasta después de 1987, cuando Saúl Robles ocupaba la coordinación de este Departamento, que los discos fueron recuperados para ser instalados en algún lugar de las instalaciones de esta dependencia universitaria.
Desafortunadamente, la orden administrativa de instalación no tuvo ni la imaginación, ni el cuidado, para organizarlos en lugar visible, en el orden que les corresponde para proyectar la idea cronológica con la que el artista decidió expresar los proyectos de los vuelos espaciales. Están, como se aprecia enseguida, en pleno desorden.
Somos muchos quienes nos interesamos por la física y por las matemáticas a consecuencia de esas epopeyas espaciales, en algo que ingenuamente creíamos que era una carrera por llegar primero a la luna. Había algo misterioso que se llamaba: matemáticas, de las cuales solamente conocíamos la aritmética y la geometría, más otra cosa extraña que combinaba números con letras, en un orden que parecía ser muy importante y complicado. Pero de allí a saber cómo todo eso servía para algo, significaba un camino muy largo de entender, más largo de lo que pensé en un principio.
En todo el mundo se incrementó el interés de los niños y los jóvenes por la física y las matemáticas. Ahora las estadísticas muestran unas curvas de crecimiento de las matrículas de ciencias de esos años y todos los conocedores de esa parte de la historia coinciden en que el súbito incremento se debió a las proezas de la Unión Soviética y de los Estados Unidos en el espacio.
Por esa razón, siempre me pareció muy lógico que, al final, tanto los terrenos de la estación rastreadora, como los discos, pasaran a la Universidad de Sonora. El punto es que sería bueno contar con una construcción adecuada, con el consejo de especialistas en museografía, que nos permitieran presentar los discos de manera apropiada para quienes nos visitan, especialmente cuando se realizan los famosos concursos de Física y de Matemáticas a nivel bachillerato.
Los discos están hechos de pequeñas piedras planas, como mosaicos, organizadas para presentar las figuras que se aprecian en las fotografías. Se encuentran en la cara oeste del Edificio 3F, pero apenas se ven como puede notarse en la siguiente imagen, en la que encontramos al fondo los discos y a la izquierda a Don José María trabajando (como es costumbre en él) para conservar los jardines.
Con el crecimiento de la vegetación se aprecian menos, de modo que para presentar el conjunto de ellos tuve necesidad de ubicarme adecuadamente para tomar la foto.
El orden correcto parece ser el siguiente: primero una galaxia que se puede apreciar enseguida, aunque pensándolo bien, también podría ser el último de los discos, generando la idea de que, después de la luna, seguía la exploración de todo el cosmos.
El segundo, que podría ser el primero, es un avión de hélice de la década de los años 1910 a 1920.
después un cohete en pleno despegue
Enseguida un disco que
a la izquierda presenta a la tierra y debajo una nave del proyecto mercurio seguida de un astronauta. Las primeras misiones de los Estados Unidos en torno a la tierra.
Posteriormente un disco que presenta la tierra a la izquierda, debajo una nave géminis indicando los vuelos orbitales por parejas y una par de astronautas ligeramente a la derecha, el número de tripulantes en cada viaje en ese proyecto.
Por último, un disco presentando la tierra a la izquierda, la luna a la derecha y debajo de la tierra una nave con cuatro secciones que muestra: la nave apolo, el módulo de servicio, la sección donde portaban el módulo lunar y la tercera etapa del sistema de propulsión que servía para sacar al sistema de la órbita terrestre hacia una órbita más larga que permitía caer en el campo de gravedad lunar, además, en el disco se aprecia a tres astronautas, que era la cantidad de personas en esas tripulaciones de las naves apolo.
En esta secuencia, se antoja que el disco cuya imagen coloqué al principio podría estar al final, sugiriendo la exploración del universo.
EL COLEGIO HERODES DE LA UNIVERSIDAD DE SONORA
Hace 2 días
2 comentarios:
Buenas tardes, mi padre trabajó en la rastreadora hasta que esta cerró, estudié Ingenieria Civil en la UNI y nunca supe de que significaban esos discos, ahorita quiero correr a verlos pero la Uni esta cerrada, me esperare hasta el lunes jejeje. ¿tiene fotos de la estación rastreadora?
Saludos
Raymundo Gilberto Ramos
buenas noches, existe alguna convocatoria que se haya publicado para el diseño de la aeronave mercury? y se podria consultar actualmente?
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